| Por Migrañoza |
Doce horas de viaje es el tiempo que Delfín Mocache Massoko recorrió entre Valencia, ciudad desde donde se publica Diario Rombe, y Sao Paulo, ciudad donde se celebró del 3 al 4 de diciembre la séptima edición del Festival de Periodismo Piauí (una de las revistas más prestigiosas de Brasil) para el que fue invitado como panelista y cuya identidad, para salvaguardar su seguridad, solo fue revelada cuando el ecuatoguineano subió al escenario.
Iluminado por dos grandes focos y arropado por el público comprometido en la sala Grande Otelo de la Cinemateca Brasileira, los mediadores Anala Rizzo (gente de políticas públicas de YouTube) y Breno Pires (reportero de la revista Piauí) dirigieron la conversación de una hora y media con Mocache quien habló de su pasado activista y el inicio de su investigación sobre la corrupción sistemática que azota su país de nacimiento y del que tuvo que salir para exiliarse en España hace casi dos décadas.
Reconoció las dificultades con las que saca adelante su proyecto periodístico y que pese a ello ha conseguido ser el único medio independiente que consigue captar la atención de sus conciudadanos y de la propia familia Obiang; hasta el punto de ser blanco de los asedios del régimen por la censura que ejercen contra Diario Rombe en territorio nacional y por las continuas denuncias por difamación y calumnias que han llevado más de una vez al reportero a asistir a los juzgados.
Las amenazas, ya habituales para Delfín Mocache de 39 años, fue otro de los puntos por los que asegura que ni siquiera estando en España se siente seguro. Sin embargo, no duda en cumplir con su obligación moral de ayudar a reparar el sistema corrupto bajo el que ha vivido desde que nació y del que incluso duda que algún día vaya a ver su fin.
Destacó la importancia de mantener bajo protección a las fuentes dentro de Guinea Ecuatorial a quienes definió como “hormigas” y de las que depende para seguir la pista de los fraudes en las relaciones del gobierno de Teodoro Obiang Nguema con las empresas petroleras que operan en el país ya que no existe una cultura de acceso a la información por lo que muy poca documentación está digitalizada.
El momento más “incómodo” de todo el festival también lo aportó Mocache cuando denunció la connivencia con el régimen ecuatoguineano por parte del gobierno de Luis Ignacio Lula da Silva y el silencio cómplice del resto de países y organismos supranacionales que no condenan abiertamente al dictador más longevo del mundo.
En la ronda de preguntas del público, un estudiante anónimo, tocado por la historia de Mocache y del equipo de Diario Rombe, ofreció sus conocimientos al proyecto como analista de datos. Un grupo de universitarios que asistieron a su charla le esperaban a la salida para conocerlo más de cerca y expresarle su admiración por su “heróico” trabajo.
Tras el baño de elogios, intercambio de contactos y proyección de sinergias, vino la celebración al ritmo de samba. Pero como lo bueno viene en dosis pequeñas. Un último episodio vino a dar una sacudida de realidad cuando la aerolínea no reconoció su pasaporte internacional y lo retuvo por unos minutos para hacer una verificación interna. “No es fácil vivir lo que yo vivo”. Fue su despedida de una Brasil a la que no duda en volver.
