#LaOtraCaraDelCoronavirus
Por Alejandra Muñoz
Madrid, 27 de abril de 2020
España ha llegado al día número cuarenta de confinamiento en el calendario de esta pandemia que pasará a los anales de la historia reciente como una de las que mayor nivel de contagio ha presentado, hasta el momento.
Sin entrar en cifras que, en todo caso, no son más que una referencia y no reflejan la totalidad del alcance del Covid-19, lo cierto es que, como cada vez que el mundo ha padecido una pandemia, o más bien que una pandemia ha atravesado el mundo, gran parte del orden establecido se queda tocado y las profundas desigualdades sociales quedan expuestas.
Lo vemos en las muertes, sí, pero también en los sistemas de salud diezmados, en la economía sumergida y en la macroeconomía, en la cultura y en el agro, en los efectos del cambio climático y en la escalada de la violencia machista.
Sin duda, el lema ligado ya a esta pandemia es el de #QuédateEnCasa, nos lo ha dicho la Organización Mundial de la Salud, nos lo dicen las autoridades locales y lo repiten hasta el cansancio los medios de comunicación, pero hemos pensado en: ¿qué implica quedarse en casa para las personas que tienen trabajos informales?, es decir aquellos que trabajan al día para ganar al día y poder llevar comida a casa, ¿en qué condiciones están viviendo las mujeres víctimas de la violencia machista que tienen que confinarse en menos de 80 metros cuadrados con su maltratador?, ¿qué efectos negativos está teniendo este confinamiento para los menores de familias con patrones de violencia?, ¿hemos pensado en las personas sinhogar y sin techo cómo se las arregla para practicar el aislamiento social, ellos que precisamente son los que durante el resto del tiempo la sociedad los ha aislado?, ¿en los presos?, ¿en las trabajadoras sexuales?, ¿en las comunidades indígenas?, ¿y en las miles de personas en los campos de refugiados?.
Pero para no irnos tan lejos, ¿somos conscientes del impacto que están teniendo nuestros hábitos de consumo durante estos días de cuarentena? ¿has comprado todo lo que necesitabas? ¿o has arrasado con todo lo que estaba a tu paso en el supermercado? ¿era necesaria esa compra online? ¿ese repartidor en la puerta de tu casa?
Son tantas las realidades distintas que ahora mismo se están viviendo en otras latitudes del planeta y que se están viendo duramente afectadas como consecuencia de esta pandemia global, que la queja por el aburrimiento o la inactividad parece cosa de una mala broma. De manera que lo que para algunos es sinónimo de unos kilos de más, para otros, los más pobres, este estricto y súbito confinamiento implica hambre y escasez.
Otras enfermedades como el dengue en América Latina, el paludismo en el África Subsahariana o el VIH y la tuberculosis en la India se están agudizando porque todo el mundo, empezando por el personal de la salud y voluntarios están centrados en atender la emergencia sanitaria por el Coronavirus, y estas muertes no quedan registradas en las estadísticas…
Los homicidios en El Salvador han disminuido y desde Bogotá hasta Buenos Aires la criminalidad ha descendido en las calles, sin embargo, se han presentado más denuncias por violencia machista desde que inició el confinamiento, el hambre se ha acentuado entre los wuayyú en la Guajira colombiana y en Guinea Ecuatorial la falta de transparencia agrava la situación.
Esta crisis ha puesto de relieve lo peor del ser humano con toda la mezquindad de quien repudia a los sanitarios por miedo al contagio o la avaricia de quienes se hacen el agosto a costa de la necesidad ajena pero también la importancia de los cuidados y por ende de las trabajadoras del hogar, de la educación de calidad y los profesores, de la defensa de la sanidad pública y sus profesionales, del cuidado de la tierra y los campesinos, de la ciencia, de la cultura, del teletrabajo y del trabajo digno.
Ya se empieza a hablar del escenario postpandémico y así como estos países nos llevan unas dos semanas de ventaja frente a la lucha contra este virus también su proceso de recesión no será el mismo, algunos territorios no volverán a recuperarse sino hasta que en los grandes medios de comunicación el Covid-19 deje de ser noticia.
Tal vez el planeta nos dé una segunda oportunidad para reconducir nuestro paso por él. Una oportunidad para escribir el futuro siendo más conscientes de nuestra vulnerabilidad, de los privilegios y de los nuevos desafíos que se avecinan para la preservación de los pueblos originarios, las relaciones sociales, los hábitos de consumo, los movimientos migratorios o para nuestra propia salud mental. Solo así podríamos estar más cerca de la capacidad de recuperación que por estos días está demostrando tener el medio ambiente. Toda una lección vital de la Madre Tierra.