Obiang construye en Oyala un «nuevo teatro» valorado en 127.864.580.694 fcfa

Obiang construye en Oyala un "nuevo teatro" valorado en 127.864.580.694 fcfa

Seguimos con la entrega de la serie de documentos relacionados con la construcción de las obras faraónicas de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo en medio de la selva de la parte continental de Guinea Ecuatorial. En esta ocasión os presentamos el plano y presupuesto del nuevo teatro que ordenó construir Obiang en Oyala valorado 127.864.580.694 francos cfas. Desde el acceso al poder, Teodoro Obiang Nguema Mbasogo mediante un golpe de estado, inmediatamente creó en el país sendas convulsiones políticas contra todos los sectores incluyendo el mundo artístico. Desde aquella época según el testimonio de un escritor guineano “los cantantes, escritores, poetas, dramaturgos, etc. nunca han recibido el apoyo del Gobierno”.

Oyala es una empresa, un negocio privado de la familia Obiang para hacerse con grandes cantidades de dinero que son depositados en los paraísos fiscales, a través de empresas creadas para tal fin. Según los documentos que seguimos analizando firmados por el ex Director General de Gepetrol Filiberto Ntutumu Nguema Nchama y la actual Directora General Francisca Obiang Jimenez, revelan que las empresas contratadas por el régimen de Obiang no han cumplido con los contratos. Muchas cobraron el dinero y simplemente realizaron la mitad de las obras acordadas. Todas las empresas han cobrado el 90% del monto acordado con el Gobierno pero aun así Oyala sigue siendo una ciudad fantasma.

Por qué regala Obiang Nguema a las empresas relacionadas con su régimen una cantidad exorbitante de dinero para la construcción de un supuesto teatro en medio de la selva, cuando las dos capitales económicas de Guinea Ecuatorial no disponen de una infraestructura de tal envergadura.

Desde el ascenso al poder de la familia de Obiang Nguema, Guinea Ecuatorial no ha experimentado una sólida evolución en el mundo del arte, educación, teatro, cine ni en el de la cultura. Al parecer el objetivo intrínseco del dictador y su eterna ministra de cultura Guillermina Mokuy Mba Obono es borrar el arte y la intelectualidad del país. Actualmente es difícil que Guinea Ecuatorial postule fuera del país en un evento cultural porque no hay fondos necesarios para invertir en ese sector que es tan importante como la cultura.

Los artistas denuncian constantemente la falta de apoyo económico del régimen de Malabo. Ningún artista en Guinea Ecuatorial tiene la libertad de reproducir su propio arte. Todo está condicionado, no hay estudios en las principales capitales ni centros de ocio para producir ni reproducir nada. Ahora parece que todo el mundo tendrá que trasladarse a Oyala para poder ver un espectáculo teatral, siempre y cuando se logré construir ese proyecto que ni Obiang ni sus colaboradores desconocen dónde está el dinero invertido.

Cada final de año, Teodoro Nguema Obiang Mangue invierte más de 1000 millones de francos para invitar a importantes artistas africanos, latinos y americanos, asimismo traen a dramaturgos para entrenar al pueblo y miembros del Gobierno. Con esa cantidad de dinero que han regalado para la supuesta construcción del “nuevo teatro”, podrían haberlo invertido en la promoción de la cultura nacional.

2 Comments

  1. Resultado de la inspección de obras en Djiblohó: retrasos excesivos e injustificados

    La RTVGE informó anoche de la visita de inspección de obras a la llamada ciudad administrativa de Djiblohó, efectuada ayer por el Presidente de la República. Djiblohó tiene actualmente el estatus territorial fáctico –“perteneciente o relativo a los hechos”– de octava provincia de Guinea Ecuatorial, mientras que su situación jurídica sigue correspondiendo a la de un consejo de poblado con el nombre de Oyalá, ya que el proyecto de ley que regula su creación como provincia permanece aún en el cajón de la mesa de la Presidenta del Senado, Teresa Efua Asangono. También es verdad que el Ministro del Interiror y Corporaciones Locales, Clemente Engonga Nguema Onguene, contribuyó sobremanera a esta demora, puesto que llevó con demasiado e injustificado retraso su anteproyecto al Consejo de Ministros. Hay que recordar que el artículo 3.5. de la Ley Fundamental, dispone lo siguiente:

    “La ley determina los límites y las denominaciones de las regiones, provincias, distritos y municipios. Igualmente la ley fija el espacio que ocupa cada una de las zonas mencionadas”.

    Por tanto, hasta la entrada en vigor de la ley resultante, Djiblohó continuará siendo Oyalá; o sea, un consejo de poblado. Aquí contrasta la enorme importancia que el Presidente de la República concede a ese territorio hasta convertirlo en provincia por la vía de los hechos primero (e incluso ahora, sede provisional del Gobierno), con la despreocupación del Gobierno por acomodar este estatus a la citada disposición constitucional, dejando la sensación de que la ley importa menos que los hechos, o que la ley sí debe ajustarse a ellos, y no al revés.

    Pues bien, la precitada visita tevo como objeto verificar en persona los avances en la construcción de las diferentes infraestructuras encargadas por el Gobierno a las distintas empresas desde hace mucho tiempo. Dicho de otro modo, comprobar sin intermediarios el grado de cumplimiento de los contratos concernientes.

    En el reportaje de RTVGE emitido con tal ocasión, se reveló que el Gobierno ya había adelantado el 90% del coste total de todas ellas, mientras que los retrasos seguían siendo notorios y, por ende, injustificados a estas alturas. En el mismo sentido, el Viceministro Encargado de las Infraestructuras de Djiblohó, Enrique Ovono Ondo, casi estuvo sollozando cuando intentaba explicar ante las cámaras, aunque mirando al suelo, los resultados de la inspección: “Ha sido oportuna esta visita, porque ha servido para que el mismo Presidente de la República constate directamente la veracidad de lo que le solemos informar en los documentos”; es decir, los retrasos en la ejecución de las obras. Y se ha referido a algo así como que su Ministerio y GE-PROYECTOS han suplicado en varias ocasiones a las empresas adjudicatarias agilizar los trabajos. No ha empleado exactamente el verbo ‘suplicar’, pero el conjunto del contenido de su exposición tiene este sentido, reforzado por la alegría mostrada por la presencia del Presidente, que sí podrá hacer algo para desbloquear el parón.

    ¿El Gobierno de Guinea Ecuatorial no tiene mecanismos, si es preciso acudiendo a los tribunales, para forzar a las empresas a cumplir los contratos? ¿Por qué todo un Gobierno de un Estado soberano debe estar rogando a las sociedades cumplir lo pactado? ¿Alguien tiene una respuesta?

    Nosotros intuimos una razón. Y es que, como en dichas empresas intervienen de alguna forma socios ecuatoguineanos, que pueden ser directos –accionistas o personal con cargos de responsabilidad–, o indirectos –los sobornados–. Y, en tanto que poderes fácticos, ni el Viceministro para Infraestructuras de Djiblohó, ni GE-PROYECTOS tienen capacidad real para exigirles nada; solo el Presidente de la República. Desde esta perspectiva, es comprensible la actitud mostrada ayer por Enrique Ovono Ondo en RTVGE: por un lado, tristeza ante la impotencia de enfrentarse a los poderes fácticos que se enriquecen por unas construcciones para las que fue nombrado ‘ex profeso’ (expresamente) viceministro; por otro, su euforia por la presencia del Primer Mandatario de la Nación. Fue como quitarse de encima un peso insoportable. Estaría muy aliviado a partir de entonces, teniendo en cuenta que, según se deduce de su testimonio, el Presidente no le creía o no le hacía caso cuando le daba cuenta por escrito de la situación en Djiblohó, de aquí que “Ha sido oportuna esta visita, porque ha servido para que el mismo Presidente de la República constate directamente la veracidad de lo que le solemos informar en los documentos”.

    Estamos pendientes de las investigaciones que se lleven a cabo en torno al uso del dinero público en la construcción de Djiblohó. Estas investigaciones serán muy útiles en el futuro. Alguien tendrá que responder ante tanto despilfarro.

    El Observador

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