En África el agua es un recurso limitado, a veces el continente negro es abatido por duras sequías y muchos de sus ríos languidecen, por eso en ciertas épocas del año solo las lluvias torrenciales apagan su sed. Los africanos tienen el hábito de economizar el líquido vital, como también tendrán que hacerlo con las gotas que caerán de sus ojos si Nelson Mandela es dominado por sus padecimientos de salud.
Es innegable que África parece ahorrar lágrimas para llorar al símbolo más grande que ha dado la humanidad de resistencia política, Mandela creció por encima de la dignidad de los pueblos discriminados y saqueados para situarse en el lugar sagrado de los héroes. Su vida es un puño cerrado y apretado hasta torcer los dedos, pero un puño de un golpe de conciencia superior a una mandarria. Ningún otro luchador en la historia de la humanidad ha logrado vencer a sus enemigos en circunstancias tan adversas como lo hizo Mandela, o mejor dicho, este David que supo desde el presidio derrotar a millares de Goliat.
Ya Mandela no es de carne y hueso, lo noto hecho piedra, mármol, bronce. Lo percibo estatua, bandera, himno. Veo su figura erguida levantarse como el sol y hasta lo siento caer en aguacero sobre la tierra ardiente de justicia de su África o Sudáfrica.
Mandela en cautiverio desesperaba a los verdugos, ellos estaban más que seguros que los años en solitaria terminarían volviendo loco a Mandela y sin embarco quienes enloquecieron de ansiedad fueron sus torturadores. Desde entonces, la psicología dio vigencia el término de “resiliencia”, es decir, “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.
No pudieron romper el cable de su voluntad de firmeza, vueltas y vueltas, retorceduras y retorceduras… Y su ánimo permanecía impertérrito, firme, inquebrantable. Mas para colmo, no pudieron lograr que con cientos de vejámenes, de los ajos de Mandela descendiera una sola lágrima, por el contrario, cada vez que miraban su rostro tenía una sonrisa, sus brillantes dientes eran una especie de espada que hería a sus vigilantes.
El laberinto de los racistas ya era un círculo vicios meses, años, décadas, no conseguían derribar el cadáver de Mandela, con la agravante de que el mundo exigía a gritos su libertad, Mandela se convirtió en el preso del siglo XX, y las autoridades de su país en carceleros de la dignidad de todos los humanos. No había otra salida, o se abren las puertas del calabozo o todos los torturadores de Mandela terminan dentro del calabozo. Prefirieron soltarlo cuando Mandela ya los tenía a todos presos del repudio universal.
Este es el hombre que el tiempo implacable quiere detener. Esta es la emoción que los africanos mantienen frenada. Por él rezan millones, por él oran muchos que no saben orar. El tiempo se hace sordo, el calendario no escucha y hasta el Supremo oye poco ante tantas plegarias a su favor.
África sabe que el ocaso está próximo, hace esfuerzo por simular el llanto y ahorra, ahorra todas sus lágrimas, porque no serán suficientes para llorar el hombre, no alcanzarán sus gritos la dimensión del nombre y el apellido de la resistencia, el emblema de todos los tiempos de la lucha contra el racismo, el inmortal: Nelson Mandela.
Fuente: http://www.almomento.net/articulo/139412/Africa-ahorra-lagrimas-para-Mandela