Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Luego de un mes de juramentar como nuevo presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, increíblemente, no ha nombrado hasta ahora a su gabinete. El portavoz del gobierno, atribuye esta demora a la reestructuración que se está haciendo de la nueva estructura del Estado, en donde se unificaran algunos ministerios y se crearán otros nuevos. Pero lo cierto, es que esta dilación en el nombramiento de sus colaboradores, estaría reflejando una fuerte pugna al interior del frente electoral que lo llevó a la presidencia.
El APC –Congreso de Todos Progresistas– es una coalición de siete organizaciones políticas, que se unieron en torno a la figura y liderazgo del candidato Buhari. Pero en donde convivían: liberales, conservadores moderados, socialdemócratas y colectivos de la sociedad civil, como: ecologistas, feministas, asociaciones de ex-oficiales del ejército, gremio de empresarios y líderes sindicales. Un conglomerado de ideologías e intereses dispares, que funcionó para ganar las elecciones y sacar del gobierno al viejo partido PDP del ex–presidente Goodluck Jonathan.
Pero luego del triunfo electoral, muchas de estas organizaciones políticas están esperando que se le asigne una cuota de poder dentro del gobierno. Se sabe que en tres oportunidades, se esbozó un esquema de las designaciones de ministerios, pero hasta ahora, no se llega a satisfacer a todos los socios del gobierno.
A todo esto, habría que agregar, las ambiciones de su Vice–Presidente, el joven jurista Yemi Osinjabo, quien fuera Fiscal General, activista por los derechos humanos y pastor de una iglesia protestante, quien espera que el presidente Buhari cumpla su promesa de encargarle a él la designación de todos los Secretarios de Justicia del país. El momento más difícil, para el nuevo gobierno de Buhari, un candidato que se vendía, como un hombre de carácter y de decisiones firmes. Este es el momento de demostrarlo.
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El “dolor de cabeza” de Buhari, va más allá del reparto de poder con sus numerosos “extraños compañeros de viaje”.
Antes de nada, valdría la pena analizar las últimas elecciones nigerianas que han dado la victoria a Buhari. Sin duda, el expresidente Goodluck Jonathan es uno de los primeros protagonistas de ese acontecimiento histórico por su gesto en ceder a la derrota muy antes de que se pronunciasen los resultados electorales. Obviamente, el segundo protagonista, es el mismo Buhari, también cedió por su gesto de “borrones y cuentas nuevas”. Es decir, según él, que no estaría dispuesto de investigar el pasado, un pasado corrompido a causa de la malversación de fondos públicos por todos los regímenes anteriores. A lo mejor Buhari, ya con 72 años, necesitaría toda la vida para investigar una larga cola de corrupción acumulada; teniendo en cuenta, ¡cuánto habría que enfrentar!, sin embargo, ha decidido seguir adelante poniéndolo todo claro y a viva voz, de que la corrupción en su gobierno será un delito grave y que el supuesto culpable será duramente castigado por la ley.
Pues los gestos de los dos bandos consiguieron neutralizar “la bomba” que estuvo a punto de estallar en ese país africano más poblado, y con la más grande economía del continente. Los gestos tranquilizaron y trajeron paz en el país. Además, han constituido dos grandes retos y lecciones para un continente en el que muchos tienen a dictadores como líderes. Tales son los ejemplos de Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, de Guinea Ecuatorial; Paul Biya, de Camerún; y Mugabe, de Zimbabue, etc., etc., entre muchos tantos del continente, que no saben ni quieren saber lo que es ceder a la derrota en unas elecciones libres. Por la parte de los opositores, sobre todo (opositores guineanos), ¿acaso estarían dispuestos a perdonar las faltas de Obiang Nguema (a pesar de la gravedad de sus faltas que todos conocemos), como lo hizo Buhari? Me refiero a su borrón y cuentas nuevas. El no saber manejar estos estos dos variables (ceder ante la derrota y perdonar al prójimo),son elementos que han causado y seguirán causando a nuestros pueblos y continente lágrimas y lamentos eternos.
Para concluir, Buhari como militar en su primera venida, junto a su vice Tunde Idiagbon (otro hombre fuerte conocido por su valentía y sagacidad militar); al menos pudieron establecer el orden y la disciplina (promulgando decretos militares) en una sociedad nigeriana en donde reinaba el desorden. Hoy, el Buhari el “demócrata” se encuentra entre extraños compañeros, algunos considerados como mafiosos o falsos impulsores de la democracia que podrían ser los verdaderos obstáculos o detractores del régimen Buhari, a la hora de perseguir a los corruptos del régimen.