Por: Sir Lucky Dube
CIUDADANO Y COMUNICADOR
Primero que nada, Sr. Observador, reciba de mi parte un cordial saludo, mis mejores deseos para las próximas navidades y, una feliz salida y entrada de año.
Formalidades aparte, quiero empezar ésta carta para expresando mi repulsa y condena a la violencia en todas sus formas. Y aclaro al Sr. Observador, y todos los lectores, que mi artículo ‘Nuestro problema es que sólo sentimos miedo’ no es una apología a la violencia, no tengo la menor intención de incitar a enfrentamientos armados contra otros guineanos, a los que considero hermanos. Eso sí, creo firmemente que nuestro país ha llegado a una situación límite, una situación de extrema emergencia, en la que debemos ser nosotros, la sociedad civil, los que decidamos el futuro de Guinea Ecuatorial. Y si para ello, tenemos que salir a la calle a manifestarnos, salimos y punto; no con el ánimo de matarnos unos a otros, sino con la convicción de cambiar nuestro país. Sin embargo, sería utópico y poco realista pensar que se puede producir un cambio significativo sin incidencias, ni resistencia por parte de quien ostenta el poder, pero tengo el convencimiento de que la forma de producir el menor daño posible, sobretodo en cuanto a la pérdida de vidas humanas, pasa inevitablemente por la concienciación e implicación de un porcentaje alto de la población, porque aceleraría el proceso.
El objetivo de ésta carta abierta es comentar, por alusiones, el artículo arriba mencionado, redactado por mi humilde persona y publicado por Diario Rombe; y del que usted dice echar en falta, y cito textualmente, “propuestas concretas con las que el Pueblo pueda superar el miedo y conquistar su libertad”
Cita usted tres factores que considera clave para el éxito de una hipotética revolución ciudadana, y entre esos factores incluye:
- La determinación de los pueblos respectivos de forzar la caída de esos regímenes. Sobre este punto coincido plenamente, es más, el trasfondo de mi artículo es precisamente intentar despertar o provocar en el pueblo, o más modestamente, en los lectores un sentimiento de determinación o de convicción, bajo la idea de que los pueblos pueden y deben, por derecho, tomar parte en todo lo que afecta a su destino.
- La abstención o complicidad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad con la acción popular, negándose a disparar contra los manifestantes.
- Unos párrafos más abajo, haces referencia al hecho de que los militares disparen indiscriminadamente a la población no armada que se manifiesta.
- También aludes a la lealtad de importantes personalidades con el Régimen, y a que se impone al pueblo, por obligatoriedad, a militar en el PDGE.
- Finalmente, te preguntas ¿Por qué no se abstienen de disparar? ¿Por qué no desertan? ¿Por qué no se unen al Pueblo como en los casos antes citados (en referencia a Burkina Faso, Libia, Egipto, etc.), o respetan la libre militancia?
Obviamente, estoy de acuerdo en que todo esto está pasando, es decir, es muy cierto que los militares en Guinea matan y atropellan impunemente a los ciudadanos; es muy cierto que la totalidad de las ‘personalidades importantes’ tienen lealtad al régimen; y es igual de cierto que en Guinea se impone a la gente el ser del PDGE… Todo esto es rigurosamente cierto, así que nada que objetar.
Pero cabe señalar que, siendo verdad que lo deseable sería que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad apoyen la acción popular, a día de hoy, hay una diferencia sustancial entre Guinea Ecuatorial y los Libia, Egipto o Burkina, y es que en esos países ya se han producido los hechos y en Guinea no. A lo que voy, es que los militares que acertadamente se abstuvieron de ir contra el pueblo, lo hicieron una vez iniciadas las revueltas, nunca antes; y esas revueltas las iniciaron los ciudadanos, el pueblo llano, nunca los militares. Es verdad que después, en algunos casos como Burkina Faso, los militares apoyan al pueblo, pero la iniciativa no surge de ellos en ningún caso.
En lo que respecta a Guinea, creo y estoy seguro, a riesgo de parecer un iluso, de que en una revolución seria y bien organizada, muchos militares apoyarían al pueblo, por la sencilla razón de que muchos de ellos también tienen familias que lo pasan mal… sueldos bajos, humillaciones por parte de sus superiores, discriminaciones entre militares de Mongomo y otras poblaciones, etc. Porque no todos los militares gozan de las ventajas del régimen, no todos son Generales o Coroneles, ni todos tienen acceso a ingentes cantidades de dinero, ni todos son familia de Obiang, es más, me atrevería a decir que la mayoría de los militares de Guinea vive cerca del umbral de la pobreza; y creo, sin ser adivino, que llegado el momento, éstos, por conveniencia, apoyarían al pueblo en un hipotético ejercicio de desobediencia civil.
- Otro factor clave, para usted sería el Apoyo armado de potencias extranjeras. Deserción de autoridades militares y civiles. Que occidente no apoye al régimen.
Respecto a la deserción de autoridades civiles y militares, estoy absolutamente convencido de que, en el mismo momento en que esas autoridades tengan la sensación de que el movimiento ciudadano va en serio, más de la mitad saldrán corriendo, intentarán huir o cambiaran de bando tan pronto como les sea posible, porque otra cosa no, pero cobardes son ‘un rato’. Su lealtad al régimen flaqueará, seguro. Los pesos pesados del sistema empezarán a velar por sus intereses personales en caso de un derrocamiento, que ya ahora piensan en ello, a escondidas, pero piensan. Las diferencias y disputas que hay entre muchos de los familiares de Obiang y la familia de su mujer florecerán y se harán más evidentes. Todo el mundo está callado ahora porque nunca ha habido un movimiento o un incidente serio, pero en el hipotético de que se produzca ese intento serio de desobediencia civil, todo se desmoronará cual castillo de naipes. No tengo ninguna duda al respecto.
En lo referente al apoyo armado de potencias extranjeras y su apoyo, o no, al régimen… No seré yo quien niegue la necesidad de la ayuda externa, pero no es menos cierto que esas ayudas siempre llevan consigo facturas de contraprestación, que a largo plazo pueden acabar saliendo caras. En cualquier caso, supongo que dependerá, en menor medida, de la capacidad negociadora de los líderes de la revolución, pero sobre todo dependerá de los intereses que tengan esas potencias en un bando u otro del conflicto.
En relación los factores recién mencionados, también habla usted del ejemplo de Egipto, cuyo presidente, Abdelfatah Said lideró una brutal opresión contra los Musulmanes y derrocó mediante golpe de estado al presidente electo Mohamed Mursi. Y sigue argumentando que…
Aunque el pueblo egipcio siguió saliendo a la calle para recuperar el poder, fracasó por la intensa represión y el apoyo de los Estados Unidos al régimen establecido, al considerarlo menos peligroso para Israel con respecto al Gobierno legítimo de Mohamed Mursi, que llaman ellos “islamista”. [Más o menos, he resumido un poco el párrafo].
Primero tengo que reconocer que yo, de política internacional entiendo poco o nada; y en el tema concreto de Egipto tengo poca información, esa es la verdad. Además, a mí, no me gusta hablar de lo que no sé. Dicho esto, y haciendo un análisis superficial sobre el tema, creo que es un poco peligroso hacer analogías o paralelismos entre países tan distintos como pueden ser Guinea y Egipto; y con esto no quiero decir, ni muchísimo menos, que no podamos extraer lecciones de lo que suceda allí y en cualquier parte del mundo… al fin y al cabo somos todos seres humanos. Lo que intento decir, en referencia al ejemplo de Egipto, es que, hemos de tener en cuenta que en Egipto, y por extensión, en casi todo el norte de África, aparte de los problemas políticos que puedan haber, subyacen también unos conflictos de índole tribal y sobretodo de credos religiosos, es decir, que en éstas zonas geográficas, las disputas políticas siempre o casi siempre están influenciadas por el fundamentalismo religioso propio de la zona, lo cual, probablemente, haya dificultado sobremanera al pueblo egipcio a la hora de controlar el poder. Y esa situación –la del fundamentalismo religioso– por ejemplo, en Guinea no se da. Aparte de esto, y del hecho de que a los Estados Unidos le venga bien que gobiernen unos u otros, en función de lo que sea más o menos peligroso para Israel… aparte de todo esto, no hay que olvidar el hecho de que Egipto esta geográficamente situado en el Canal de Suez, que es un límite entre África y Asia, y supone un enclave geográfico importantísimo, a nivel de comercio internacional y de estrategia geopolítica, lo que hace que ésta zona sea disputada por las grandes potencias y la convierte en una de las zonas más inestables del mundo. En resumen, siendo cierto que por los recursos naturales de Guinea algunas potencias extranjeras tienen interés en nosotros, no creo que nuestro caso sea del todo comparable a los de Egipto o Libia, porque en esos países entran en juego muchas más variables que en nuestro caso, quizá con Burkina Faso tengamos más similitudes, pero habría que fijarse con detenimiento.
En otro orden, me critica usted también el ‘no mencionar la otra cara del miedo’… y argumenta que: “el que los militares disparen indiscriminadamente a la población no armada, que se manifiesta; la lealtad inquebrantable de importantes personalidades al Régimen, etc… con todas estas actuaciones ponen de manifiesto su temor al Pueblo, al entender que un cambio democrático supondría para ellos graves problemas ante la Justicia. Y que ante un diálogo político nacional, los dirigentes actuales piensan antes en sus consecuencias negativas que en lo que beneficiaría al pueblo”… [Párrafo resumido].
Continúa su argumentación sosteniendo que: en “en la escena política de Guinea Ecuatorial, el miedo es bidireccional, con dos caras bien definidas: Pueblo y Régimen; donde el primero tiene muy pocas o nulas posibilidades de hacer evolucionar al segundo hacia el Estado de Derecho solo por su iniciativa. Siguiendo con la idea de ‘la otra cara del miedo’, señala usted que: “la responsabilidad de democratizar el País descansa fundamentalmente en el Régimen, para ello, es forzoso que pierda el miedo ante el veredicto popular en la urnas, aunque no le fuera favorable…” Y concluye el apartado ‘miedo’ proponiendo que “Desde este punto de visita, hemos de invertir el orden de petición de pérdida de miedo que propone el Comunicador –o sea, yo– y que en lugar de pedir al pueblo que pierda el miedo, se lo debemos pedir al régimen.
Como ya he expresado antes, coincido en que tanto los viles atropellos que cometen los militares contra los ciudadanos, como la lealtad de personalidades importantes hacia el régimen, así como otras tantas barbaridades, son hechos verídicos… Pero discrepo parcialmente de usted, cuando afirma que régimen tiene miedo al pueblo. Es decir, puedo aceptar que los miembros del régimen de Guinea puedan tener, y de hecho tienen, miedos personales de carácter individual, como puede ser la pérdida de privilegios, de poder económico, etc. eso puedo llegara a aceptarlo, pero niego rotundamente que el régimen de Obiang, en tanto que sistema establecido, tengan miedo al pueblo de forma colectiva, porque me consta que ellos –Obiang & Company– tienen el convencimiento de que su hipotética caída o derrocamiento sólo puede producirse por una intentona orquestada por una o varias potencias extranjeras (por los intereses que tengan), y nunca por una iniciativa popular. Obiang y ‘los suyos’ están absolutamente convencidos de que la sociedad civil guineana está totalmente sometida y acobardada, y que de ésta sociedad no puede nacer ningún movimiento o iniciativa en su contra… Está claro que tienen miedo a lo que les pueda pasar individualmente, después de un hipotético cambio de régimen, pero no creen, en ningún caso, que ese cambio pueda producirse mediante una reacción iniciada por el pueblo.
- A título de ejemplo, quiero recordar que durante la ‘primavera árabe’ en 2011, la 1ª dama de Guinea, más conocida como ‘excelentísima’, dijo en relación al derrocamiento y fallecimiento de Gadafi que “algo así nunca podría suceder en Guinea Ecuatorial, porque los guineanos son demasiado cobardes”.
- Sirva de ejemplo, también, el hecho de que Obiang se gaste una parte importante del dinero que nos roba en lavar de su imagen internacional, en pagar premios pomposos y en tener contentos a lobbies extranjeros, que le garanticen cierta tranquilidad… pues entiende que el mayor peligro puede venirle de fuera.
Igualmente, disiento en que haya que invertir la petición de miedo hacia el régimen, no por falta de ganas, sino porque lo considero la mayor de las utopías. Por mucho que me esfuerzo, no consigo imaginarme a Obi G & Company leyendo a Rombe, Macuto o cualquier web de éstas y que tras leer quedaran convencidos de que hay democratizar el país, instalar un régimen de libertades u organizar elecciones libres, ni nada por el estilo… ¡puff! Sólo pensarlo requiere un esfuerzo sobrehumano. Sinceramente, Sr. Observador, ésta gentuza no le tiene miedo a las urnas sencillamente porque no tiene ninguna intención de ir a las urnas legalmente. Ya tienen el poder político, económico y militar; y lo único que les preocupa es mantener su status quo, y como ya dije, están convencidos de sólo la injerencia externa de algún país poderoso les puede mover del sillón. De los guineanos piensan que somos un pueblo dócil; y es ese pueblo dócil es el que tiene que demostrar lo contrario. Es la sociedad civil la que tiene que perder el miedo.
En otra reflexión, tengo que reconocer que encuentro muy interesante la mención que hace a la poca densidad demográfica o limitada extensión geográfica del país, lo que hace más controlable cualquier revuelta popular, y fácilmente identificables a los manifestantes. Es que la realidad es otra en Guinea Ecuatorial con relación a los países en que han prosperado las revoluciones populares.
El hecho de que Guinea tenga una reducida extensión superficial y una reducida población, lo considero un tema con doble lectura. Por un lado, se puede hacer la lectura que hace usted cuando señala, acertadamente, que una revuelta sería controlable y los manifestantes más identificables, lo cual sería contraproducente para el éxito del hipotético alzamiento popular; esa reflexión la comparto parcialmente… Porque también producirse el efecto contrario, es decir, si se logra la concienciación de un porcentaje alto de la población, una mayoría social a la que me gusta referirme como masa crítica, puede ocurrir que ese hecho favorezca que la caída del régimen se produzca de forma más rápida, efectiva y con menos bajas humanas… porque lo que está claro, que cuanta más gente se involucre, más fácil será conseguir los objetivos. Incluso, me atrevo a afirmar, que eso puede producir un ‘efecto llamada’, un ‘efecto somos+’… eso es que la implicación de esa masa crítica puede provocar la adhesión a la causa, por un lado, del ejército y cuerpos de seguridad, y por otro lado, podrían adherirse al movimiento, sectores de la población que pudieran haber quedado dubitativos. Así que, en este sentido, el tema de la poca población y la limitada extensión superficial puede ser un arma de doble filo.
Por otro lado, expones que el Pueblo tiene muy pocas o nulas posibilidades de hacer evolucionar al Régimen hacia el Estado de Derecho. Y que el régimen menos aún puede transformarse por sí solo. Luego sostienes que, es imprescindible una Oposición fuerte y unida en los objetivos de democratización del País, la cual priorice la voluntad popular sin pensar demasiado en victorias, ni candidatos. Conscientes de que el camino será largo.
Y finalmente, señalas que “hay que tener en cuenta que la insurrección popular que desemboque en la caída de un régimen de autoritario, no es sinónimo de democracia. Los casos de Libia y Egipto son muy ilustrativos a este respecto. De lo que se desprende la necesidad de que una acción de esta naturaleza vaya acompañada de programas y calendario de democratización, sin injerencias externas, ni ambiciones personales”.
Nada que objetar en este punto, estoy muy de acuerdo. Por supuesto que, precisamos de la necesidad de una oposición unida y fuerte. Y, precisamente, creo que esa oposición fuerte y unida es, o debería ser, la respuesta a su pertinente reflexión, en la que apunta que una revuelta popular, no es sinónimo de democracia, y que precisa de los correspondientes calendario, proyectos y programas de democratización… coincido totalmente.
En lo que respecta al apartado de las propuestas concretas, las cuales usted dice echar en falta en mi artículo, permítame decirle que hace unos meses redacté un artículo, el cual, trataba exclusivamente de la oposición de guineana al régimen de Obiang; donde básicamente, le pedía –a la oposición– unidad, seriedad y trabajo en equipo, que es más o menos lo mismo que usted expresa en su comentario. Si tiene a bien leer ese artículo, espero que le sirva como propuesta. Aquí le dejo el enlace: http://www.diariorombe.es/la-oposicion-guineana-un-medio-o-un-fin/
Sirva también de propuesta, otro artículo que redacté a principios del pasado verano. En el propongo la ruptura frente a la reforma; propongo además, la activación de la población activa de Guinea Ecuatorial, en el sentido de que es esa población la que debe llegar a cabo los cambios que esperamos que se produzcan en el país. Finalmente, en el mismo artículo, señalo el papel fundamental que juegan las familias, en la educación ética y moral de sus hijos, como paso previo a su inserción en el mundo social y político del país. Aquí tiene usted el enlace: http://www.diariorombe.es/de-obiang-nguema-nguema-obiang-pasando-por-guinea/
Pero más allá de todo eso, y teniendo en cuenta las circunstancias actuales de nuestra sociedad, creo que la mejor propuesta o el mejor servicio que podemos prestar a nuestro país ahora mismo es intentar lograr la mayor concienciación posible en los guineanos. Esta es, modestamente, la razón principal por la que escribo. Sinceramente, creo que si no se consigue que una mayoría social tenga la convicción de que el país tiene que cambiar, por mucho que se publiquen artículos, por mucha actividad que haya en las redes sociales o por mucho que la oposición suba o baje, todo esto quedará en ‘agua de borrajas’, en ese sentido, sostengo que “La posibilidad de éxito de un alzamiento popular es directamente proporcional al porcentaje de sociedad civil que se involucre en dicho alzamiento, y a su grado de implicación”.
La clave está en conseguir la masa crítica, la clave está en la sociedad civil.
No quisiera terminar ésta carta, sin antes expresarle a usted, Sr. Observador, mi gratitud por haber expresado un punto de vista crítico sobre mi artículo mediante su comentario, entendiendo que las ‘críticas’ en todo momento son constructivas, y declarando, así mismo, que las acepto de muy buen grado… tanto en el fondo, como en la forma. Del mismo modo, me congratula que compartas mis reflexiones, aunque sea sólo a ‘grosso modo’.
Sin otro particular, me despido expresándole mis mejores deseos a usted y a los suyos.
Atentamente
Sir Lucky Dube