Las explicaciones de Pedro Sánchez ante el Comité Federal son, en mi opinión, la plasmación de su rendición parcial ante los planteamientos de los barones de su partido, y también respecto a Susana Díaz. Dar la voz a la militancia parece una operación innecesaria, porque ya se sabe que dirá sí, mayoritariamente, al pacto con Podemos, según dicen los sondeos.
Aunque es cierto que Pedro Sánchez hace bien en pensar en el programa, a la hora de buscar acuerdos, o un pacto para la investidura. Es una buena estrategia, y es lo lógico.
Aparentemente, Sánchez ha dado un golpe en la mesa ante los barones de su partido, y ha dicho que quiere intentar ser Presidente del Gobierno. Y su huida hacia adelante planteando la consulta a la militancia me parece excesiva y contraproducente. Porque se deja mediatizar y controlar por Susana Díaz y los barones. Algo que no ayuda, sino todo lo contrario, ya que es, como si no tuviese la confianza de su partido, ante unas negociaciones que se presentan duras y complejas.
La lucha por el poder de Susana Díaz es evidente. Que las negociaciones sean con luz y taquígrafos es algo positivo. Y que Sánchez, intente convencer de sus planes de gobierno a Ciudadanos, supone abrir a esta formación la posibilidad de tener un papel progresista en un hipotético nuevo gobierno.
Las bases, supuestamente, podrían neutralizar el inmovilismo de los barones socialistas, y de los dirigentes históricos que no quieren que se pacte con Podemos. Aunque lo dudo mucho.
Preferir la repetición de las elecciones, porque existan riesgos al pactar con formaciones independentistas me parece algo que no es razonable. Ya que existen procedimientos democráticos para suprimir esos riesgos, y garantizar la unidad de España. Es más bien una excusa más para impedir el triunfo de Pedro Sánchez. Algo que desactivaría las aspiraciones de Susana Díaz de sustituir a Sánchez al frente del partido socialista.
Estas luchas intestinas dentro del partido socialista son algo muy perjudicial para la propia formación política. De hecho, si al final, después de unas semanas Sánchez no logra ser investido presidente, las consecuencias también las sufrirá su partido, ya que perderá muchos votos y confianza, y puede acabar fagocitado, en parte, por Podemos.
A mi juicio, que Sánchez no haya querido comprometerse en su discurso ante el propio Comité Ejecutivo, respecto a no ser investido con la abstención de los diputados independentistas, etc., es una muestra más de su valentía y autonomía frente a los barones.
Por: José Manuel López García