Desde hace algunos años, Guinea Ecuatorial cuenta con un sistema de agua clorada. Atrás quedaron los años en los que el agua del grifo no podía beberse sin el riesgo de contraer el temido cólera. Obiang entendió que para que el país prosperase era necesario garantizar a la población el acceso a uno de los bienes más indispensables: el agua potable.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del Gobierno, el problema sigue latente en las zonas rurales. Si bien es cierto como en las grandes ciudades como Bata o Malabo casi todos disponen de agua corriente, en los pueblos del interior tener un grifo continúa siendo un lujo casi inalcanzable.
Las casas, de madera y suelo de barro, no disponen, la mayoría de las veces, de luz eléctrica, de un baño en condiciones o de un saneamiento adecuado. La falta de salubridad unida a la poca calidad de la bebida hace que las enfermedades intestinales se conviertan en un problema sanitario urgente.
Los niños acuden cargados con cacerolas a ríos de agua amarronada para conseguir agua para cocinar y beber. O se acercan a fuentes de dudosa procedencia que escupen un líquido grisáceo contaminado que pretende ser tan elemental bebida.
Más de seis mil menores mueren cada día en el mundo de enfermedades relacionadas con el agua no apta para consumo y con las malas condiciones de saneamiento. Y desgraciadamente, Guinea Ecuatorial sigue engrosando la lista de países que deben mejorar el acceso de la población tan preciado elemento.
“Son enfermedades transmitidas por el agua el cólera, la fiebre tifoidea, la disentería, la poliomielitis, la meningitis y las hepatitis A y B. Los lugares que carecen de instalaciones de saneamiento apropiadas favorecen la rápida propagación de estas enfermedades debido a que las heces expuestas “a cielo abierto” contienen organismos infecciosos que contaminan el agua y los alimentos”, aseguran desde la OMS
La mayoría de estas enfermedades se pueden prevenir con la mejora del saneamiento público, la provisión de agua limpia y medidas de higiene. Un reto que se antoja inalcanzable para la mayoría silenciosa de cientos de ecuatoguineanos.
Por: BÁRBARA BARÓN
Fuente:mirada21.es