Siempre la corrupción gubernamental tiene consecuencias tóxicas y nocivas. Es la misma corrupción que ataca de una manera feroz y despiadada a la libre expresión y a la democracia como el más saludable sistema de Gobierno. También la corrupción tiene consecuencias económicas, ya que aumenta el costo del Estado restando recursos a inversiones más eficientes, como por ejemplo la educación.
En la República Argentina, la libertad de prensa es mirada de reojo y con celos por el Gobierno Nacional. En este marco el Gobierno Argentino adquiere, de manera constante y uniforme, la mayor cantidad de medios de comunicación posibles. Radios, diarios y canales de televisión. Allí, el Estado paga sueldos obscenos a periodistas generadores de contenidos que casi nadie escucha, lee o mira.
El Gobierno confunda medios de comunicación con audiencia. Piensa que a mayor cantidad de medios, más seguidores tendrá, y esto es mentira. Mas bien la experiencia muestra exactamente lo contrario. Basta que un medio de comunicación pase a manos estatales para que sus seguidores se evaporen de forma casi inmediata.
Ante este escenario, el Gobierno Nacional redobla la apuesta poniendo más dinero, donde sólo hace falta talento y compromiso con la verdad. Paralelamente a ello, el Gobierno ve a la oposición incrustada en los
periodistas privados, que solo difunden malas noticias, y que se empeñan en mostrar una realidad ficticia, distinta a la oficial.
Hace pocos días, la Presidenta de la Nación dejó establecido su deseo de tener vías de comunicación objetivas, sin la necesidad de intermediarios para transmitir las novedades diariamente.
Estas expresiones fueron entendidas por todos como un deseo de eliminar al periodismo crítico. Es por ello que en Buenos Aires se percibe una atmósfera hostil en torno a la profesión periodística. Por suerte también se advierte un conjunto de trabajadores de prensa independientes dispuestos a ponerse de pie ante cualquier avance por pretender disminuir a la justa medida de sus libertades.
Informa: Hugo Lopez Carribero desde Buenos Aires