En otro artículo publicado en este mismo medio, hablé de los “(mal llamados) inmigrantes ilegales” y me gustaría retomar este punto aquí.
Tal vez sería conveniente empezar aclarando por qué afirmo que son mal llamados “ilegales”. No obstante, antes me gustaría hacer una precisión: el uso de este término no es casualidad, responde a una visión de la inmigración determinada, imbuida por determinados valores en mayor o menor medida racistas y/o xenófobos y con una finalidad determinada.
Cuando los partidos políticos, medios de comunicación o (por ende) la sociedad usa el término “ilegal” lo está haciendo respondiendo a una visión claramente negativa del fenómeno migratorio y bajo unos valores explícita o implícitamente discriminatorios.
Hacemos una somera búsqueda en un buscador de internet utilizando los términos “inmigración ilegal España” para poder hacer un mínimo test y no sorprende que los medios de derechas utilicen la palabra ‘ilegal’. Éstos parten de una visión probablemente patriótica, dominada por el ‘nosotros’ y el ‘vosotros’ y decidida a dejar bien claros los límites y, si es posible, adoctrinar en el rechazo al extranjero.
No es de extrañar, tampoco, que si realizamos esta misma búsqueda con los términos “inmigración irregular España” no aparezca ningún rotativo de los caracterizados como de derechas en nuestra búsqueda. Por el contrario, encontramos dos ejemplos de rotativos de izquierdas que sí la utilizan.
La utilización de una palabra u otra indistintamente, a diferencia de lo que nos quieren hacer creer, es ideológico.
Aquel que habla de inmigración ilegal (en mi opinión ideológica, artificial y equivocadamente) no puede dejar de esta caracterizando a una persona como “prohibida”, lo cual es totalmente inconcebible
Es cierto que podrán argumentar que, en muchas ocasiones, la entrada en territorio español se hace por medios ilegales, no reglados, pero eso no convierte a la persona en ‘ilegal’ (repito). A estos efectos, la inmigración que no se lleva por los cauces establecidos debería denominarse ‘irregular’ en tanto en cuanto este tipo de migraciones imposibilitan la regularización administrativa.
El hecho de tratar como ilegal al inmigrante lleva a que los Centros de Internamiento para Extranjeros, los llamados CIEs, se conviertan en cárceles para personas que vinieron en busca de un futuro mejor (más o menos acertadamente).
Aquí entra otro tema que la Secretaría de Integración del PSOE en la Comunidad Valenciana tiene muy presente: hay que reformular estos centros (es tarea pendiente de nuestro partido político). Éstos no pueden continuar siendo cárceles y deben reconducirse en locales de acogida y regularización administrativa de la inmigración, de la misma forma que la Adminsitración General del Estado regulariza la situación administrativa de los españoles o españolas.
El progresismo del siglo XXI ha de encaminarse decididamente hacia la vía de la regularización inmediata de la inmigración irregular ya que, de lo contrario, éste se convierte en un fenómeno insostenible y dañino tanto para el migrante como para la sociedad de acogida.
No son estas conclusiones científicas, no llega esto a ser pseudociencia de la comunicación/manipulación pero sí pretende ser un aviso.