Por: Javier Fernando Miranda Prieto
Esta semana la violencia no solo ha provenido de la demencia xenófoba vivida en Sudáfrica, sino también de la lucha de un pueblo por defender sus derechos democráticos. Durante tres días las calles de la ciudad de Conakry, capital de Guinea, se vistieron de pancartas y consignas contra los intentos del presidente guineano Alpha Condé, de variar el calendario electoral previsto para octubre de este año. Con el pretexto de facilitar la labor de la Comisión Nacional Electoral, institución que debe de organizar las elecciones presidenciales, el gobierno ha propuesto diferir la fecha de los comicios para el mes de junio del próximo año, fecha que, según la oposición, le convendría al gobierno para reorganizar con tiempo su maltrecha alianza política.
Como se aprecia en las siguientes vistas, las marchas pacificas derivaron en acciones de violencia, provocadas por la arremetida represiva de las fuerzas de seguridad. dejando un saldo de cinco muertos, una centena de heridos y cientos de detenidos. Tan grave y violenta fue la represión del gobierno, que la prestigiosa Federación Internacional de Derechos Humanos FIDH y otras instituciones humanitarias, instaron a las autoridades a parar la represión y «asegurar el uso de armas no letales y una acción proporcional a la fuerza». Asimismo, hicieron un llamado al gobierno y a la oposición para iniciar «un diálogo político constructivo y pacífico».
Recordemos, que Guinea Conakry vivió sus primeras elecciones autenticamente democráticas y libres recién en el año 2,010, luego de décadas de dictaduras militares y gobiernos caudillistas, los cuales vulneraron los más mínimos derechos democráticos de los guineanos, quienes ahora en las calles, están decididos a defenderlos de quienes traten de arrebatárselos.