GUINEANOS Y PATRIA, UN MATRIMONIO PROPENSO A DIVORCIARSE
Nos encontramos en Guinea Ecuatorial, unos veintiocho mil y pico kilómetros cuadrados. Los cuerpos sin vida de los oriundos siguen esperando ser poseídos por almas procedentes de otras latitudes del mundo: Europa, Estados Unidos, China… para ver renacer a su sociedad.
El melán desapareció hace mucho tiempo, los espíritus bubis sufrieron un golpe de estado por parte de los santos católicos que coronaron a Dios como la nueva máxima figura de la religión deponiendo a Rupé. Los brujos se niegan a colaborar en la marcha hacia una sociedad más justa, siguen ilusos con sus encantamientos y hechizos.
El alma del guineano lleva mucho tiempo separada de su cuerpo. En varios momentos del pasado ha habido un intento de reunificación de ambos, pero el hecho nunca ha pasado de ser una mera ilusión: la independencia del 68, el golpe de estado y el descubrimiento del petróleo.
Este hecho ha llevado a que el ’’ecuato’’, llamándose así sólo porque se lo justifica su pasaporte y su D.I.P, desarrolle una indiferencia exacerbada ante los problemas que le rodean, privándose incluso de la palabra y la capacidad de pensar por sí mismo.
Tres han sido las causas del silencio en nuestro país, tres épocas en las que éstos (los guineanos) han sido privados de la vida, sometiéndose en cada una a un colonizador diferente el cual ha violado sus derechos: la época colonial, la dictadura de Macías y la actual. Aunque usualmente la época colonial se concibe como aquella en la cual el caníbal era el europeo, las tres pueden ser consideradas como épocas coloniales.
En efecto, varios pueblos africanos han sufrido explotaciones por parte de sus hermanos después de la independencia. Tal es el caso de Guinea Ecuatorial, nuestro país necesita además del 12 de Octubre y 3 de Agosto, una tercera independencia, la vuelta de las almas a sus respectivos cuerpos, la recuperación de esa voz de la que somos privados desde que el europeo pisó nuestras tierras hasta ahora, el paso de la mera existencia a la vida.
Está claro que la indiferencia no nos llevará a nada, aunque tampoco sea necesario que todos nos hagamos políticos para luchar por nuestra libertad. Se trata de reclamar tu ’’ Tú’’, hacer ver que cada uno de nosotros es una piedra angular de nuestra sociedad, un bloque sin el cual ésta no tendría un fundamento sólido.
Los políticos que actualmente gobiernan nuestro país han pasado de ser los servidores del pueblo a una clase social, la clase de los ’’políticos’’, a quienes los ’’defensores del pueblo’’ protegen del pueblo. La política a favor del régimen y la corrupción se han convertido en los únicos caminos que pueden llevar a un guineano a gozar de una existencia de agradable.
La población existe como si no lo hiciera y los días en nuestro país no hacen más que repetirse. Todo esto acabará cuando el pueblo esté dispuesto. Mientras sigamos evadiéndonos en hamburguesas, messis y cristianos nada cambiará, seguiremos siendo los mismos moldes vacíos que vagan por la calle y nuestra sociedad seguirá condenada a la extinción.
Por Juan Ricardo Esono Nzang estudiante de Medicina