Por Carmen Fernández*.
En Camerún, al igual que en otros muchos países del continente africano, la homosexualidad es un delito. Si eres gay o lesbiana te pueden meter en la cárcel e incluso te puede costar la vida. La homosexualidad es considerada como una enfermedad importada de Occidente. A la persona “contaminada” se la expulsa de su pueblo, es repudiada por su familia y amigos y es vejada y expuesta al escarnio público a través de los medios de comunicación. Los homosexuales en Camerún viven escondidos por miedo a ser apedreados o a que se cumplan las amenazas de muerte con las que bombardean sus teléfonos móviles.
Quijada Producciones, en colaboración con PAHEMI (Proyecto de Asistencia e Integración de las Minorías Homosexuales en Camerún) ha elaborado de forma altruista una docuweb, “Homosexuales en Camerún, gente como tú y como yo“ para dar a conocer la insostenible situación del colectivo LGTB en este país africano. El proyecto, financiado por la Unión Europea, consta de cuatro vídeos que se han “estrenado” a través de canal de You Tube Oficio de vivir en los que Roger, Pascaline, Esther y Marc Lambert cuentan su terrible experiencia en primera persona.
Roger Mbede, de 33 años, se enfrenta a una condena de tres años simplemente por mandar un sms cariñoso a otro hombre: “Me gustas mucho”. En Camerún las acusaciones de homosexualidad son totalmente peregrinas. Te pueden acusar y detener por parecer afeminado, por tomar un baileys en un bar, o simplemente por venganza. Los juicios se llevan a cabo sin pruebas ni garantías, y la persona acusada de homosexual suele acabar en la cárcel, coaccionada y sin respetar ninguno de sus derechos. Tras pasar más de un año en prisión, Roger está ahora en libertad provisional gracias a una campaña de apoyo internacional. Sin embargo, se encuentra a la espera de una nueva orden de detención, ya que su recurso fue denegado el 17 de diciembre de 2012.
Marc Lambert, el primero por la izquierda, eligió quedarse en su país, Camerún, para luchar por los derechos de gays y lesbianas.
Las duras condiciones a las que se enfrentan los homosexuales en las cárceles de Camerún las vivió también Marc Lambert, quien fue detenido en 2005 junto con otras diecisiete personas en un bar sospechoso de ser frecuentado por homosexuales. A pesar de no existir pruebas incriminatorias, la fiscal se negó a ponerlos en libertad y pasaron un terrible año entre rejas, sometidos a todo tipo de abusos. Las extremas experiencias vividas por Lambert le llevaron, en 2002, a crear la primera asociación de ayuda al colectivo de LGBT de Camerún, para ofrecer apoyo económico y asistencial, pero también para cambiar leyes tan incomprensibles como el artículo 347 bis del Código Penal de Camerún que equipara a los gays y lesbianas con los pederastas.
La justicia no es la única institución que muestra una exacerbada fobia hacia los homosexuales, también la Iglesia, que lo califica como “crimen contra la humanidad”. En Camerún, a las personas gays y lesbianas se las considera un peligro público, una abominación que hay que extirpar de la familia y de la sociedad. Si ser gay es duro, más difícil lo tienen las lesbianas por ser mujeres. Esther y Pascaline, acusadas de lesbianismo, son consideradas como “brujas”. Han sido apartadas, incluso, de sus propios hijos, y viven escondidas por miedo a ser apedreadas. Las mujeres, además, carecen de recursos para sobrevivir en una sociedad que las acosa y rechaza de forma visceral. Esther y Pascaline fueron denunciadas a la policía por celos y venganza. Ahora se enfrentan a un juicio que les puede costar años de cárcel “¿Por qué?” -se pregunta Esther- “¿qué he hecho?, ¿he robado?, ¿he matado a alguien?”
Pascaline, violada a los catorce años, confiesa que descubrió el amor en la ternura de otra mujer. Para ella los hombres son como un “león”. Al igual que sus compañeros de infortunio, Pascaline recupera la esperanza de mejorar su situación gracias al apoyo internacional que recibe y a la valiente labor desarrollada por algunos colectivos de su país, abanderados por la letrada Alice Nkom. Los abogados que defienden a la personas acusadas de homosexualidad en Camerún están, igualmente, en el ojo del huracán. Ellos, junto con sus clientes y familiares, reciben insultos y amenazas de muerte a través del móvil o del correo electrónico, sin que las autoridades camerunesas hayan actuado al respecto. Hace un par de años, tras conocerse la subvención de la Unión Europea, se desató una campaña de hostigamiento contra Alice Nkom, que preside la Asociación para la Defensa de los Homosexuales en Camerún (ADEFHO). Personas como ella son ahora la única esperanza para Pascaline. También la presión internacional, a la que hay que sumar recientemente la llamada de atención hecha por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
*Carmen Fernández es periodista. La mayor parte de su labor profesional la ha realizado como guionista y redactora en diferentes medios audiovisuales. Trabajo que ha compaginado desde 1995 con el de su propia empresa, Quijada Producciones, ubicada en Granada y, actualmente volcada en la realización de docuwebs para su canal en youtube Oficio de vivir.
Fuente:http://hemisferiozero.com/2013/04/16/homosexuales-en-camerun/