Por este artículo publicado en la Revista África 2000 en 1991 estuve a punto de ir a la cárcel por expresarme libremente en Guinea Ecuatorial. «Dejemos de reverenciar a los muertos y demos a los vivos la oportunidad de vivir con tranquilidad, ayudando a nuestros semejantes a construir una Guinea de verdad mejor. Pues las honras fúnebres sólo son mera hipocresía cuando sabemos que al difunto no se le otorgó en vida ninguna consideración, ni siquiera ese mínimo respeto que merece todo ser humano». Memoria histórica.
<<Ofrezco mi vida por Guinea Ecuatorial, mi país, y por España, que me ha formado», fueron las últimas palabras pronunciadas por el doctor Rafael María Nze Abuy, arzobispo de Malabo, presidente de la Conferencia Episcopal guineana y primer prelado nativo de este país. Murió en Madrid a principios de julio pasado víctima de una enfermedad natural, sí, pero todos sabemos que estaba muy enfermo moralmente desde semanas antes, cuando el Parlamento patrio le espetó, sin ninguna conmiseración, una serie de exabruptos más propios de otros tiempos que todos los guineanos preferiríamos olvidar.
A los pocos días, fallecía en Malabo, envenenado según la vox populi (en este país no hay autopsias), otro insigne hijo de Guinea, el economista Andrés Molongüa Rambé, quien decidió regresar a su Patria desde España hacía tan solo cuatro años, y que ocupaba el envidiado puesto de director de la sucursal de Bata del Banco Internacional del África Occidental, BIAO. Y a las pocas, semanas fallecía en Moscú, de manera inexplicable, uno de los más preclaros intelectuales guineanos, Constantino Ocha’a Mve, consejero presidencial en materia de Investigaciones Científicas y subdirector de la UNED en Guinea Ecuatorial, entre otras funciones que desempeñaba. Ocha’a Mve regresó del exilio español en 1979 para poner su competencia de historiador al servicio de la Patria.
Monseñor Nze Abuy no llegó a cumplir los sesenta y ocho años; Andrés Molongüa rayaba los cuarenta y Constantino Ocha’a frisaba los cuarenta y cinco. En cualquier otra parte del mundo (excepto en este Tercer Mundo tan idealizado desde las cómodas butacas de los salones de Occidente) estarían aún en plena edad de producción intelectual, y el país podría beneficiarse todavía largamente de sus capacidades.
Estas tres vidas ilustres que se nos han ido, y otras que se fueron antes, significan, significaban mucho para Guinea Ecuatorial, donde no sobran precisamente personas que tengan una mente clarividente y sepan estar en sociedad y cumplir con su deber honradamente y entregados a los demás. Quien esto escribe ha sostenido con Constantino Ocha’a sordas polémicas, presididas siempre por el mutuo respeto, quizá porque no compartíamos el mismo modelo de sociedad y, por consiguiente, nuestro enfoque sobre la construcción de la cultura nacional era a veces divergente. Pero lo que nunca negaremos a Constantino Ocha’a es su inteligencia viva, su ponderación en los juicios, su entrega a la labor docente, su obra científica y literaria, ésta a veces barroca, pero siempre fiel a sí misma: desde los poemas recogidos en mi Antología de la literatura guineana hasta sus libros Tradiciones del pueblo fang (1981), Semblanzas de la Hispanidad (1985), Guinea Ecuatorial, polémica y realidad (1985) y su monumentalFuentes archivísticas bibliotecarias de Guinea Ecuatorial (1985); todas estas obras resumen la trayectoria de un investigador riguroso y de un hombre que vivía para la cultura.
¿Qué decir de monseñor Nze Abuy? Quizá lo único que quepa aquí, como compendio de una existencia dedicada a la Iglesia y a la cultura guineana, es que es, hasta ahora, el hombre más sabio que ha producido este país. Su sabiduría no se limitaba a los conocimientos teológicos y a las múltiples disciplinas cursadas en las Universidades europeas (Salamanca, donde se doctoró, “cum laude”, en ambos Derechos; la Urbaniana, la Lateranense, la Gregoriana y otras eclesiásticas; la Sorbona (Paris) y la de Würzburg (Alemania, donde completó sus estudios filológicos), sino que era un erudito de las tradiciones y del pensamiento de su pueblo fang, como quedó reflejado en sus libros La lengua fan o Nkobo fan (1975, grafía que él propuso); Nsoa o dote africana(1984); Breves datos históricos del pueblo fan (1985) y Familia y matrimonio fan (1985).
Los homenajes populares y gubernamentales que se han hecho en honor de los ilustres ausentes (sobre todo el tributado al arzobispo Nze Abuy, en el que participó todo el pueblo guineano, incluidos los no católicos), contrastan con la humildad con que vivieron. Y escribimos «humildad» por no acentuar la nota, puesto que las personas con estudios tienden a ser minimizadas y «ninguneadas» en una sociedad como la guineana, en la que la ignorancia es exaltada desde los poderes públicos y la desconfianza hacia los llamados «intelectuales» (término utilizado con connotaciones peyorativas por más de un mandamás) está adquiriendo caracteres de segregación. A la vista de todos, se fomenta deliberadamente el recelo, cuando no el rencor hacia la minoría que posee títulos universitarios, sobre todo si son de instituciones académicas occidentales, y, en una parodia de la persecución abierta de los tiempos de Macías, se les ridiculiza, se les menosprecia, se les margina.
En estas condiciones, es legítimo preguntarse qué ha ofrecido, en veintitrés años de independencia, la Patria guineana a sus hijos. Monsehor Nze Abuy, Constantino Ocha’a y Andrés Molongüa tuvieron que pasar gran parte de su vida en el exilio, como tantísimos guineanos, en condiciones de extrema supervivencia que muy pocos conocen y, en cualquier caso, viviendo con un sacrificio personal que la Patria no les ha sabido agradecer. Estudiar en España en los años 70 fue para un guineano una odisea en la que pocos tuvieron éxito, porque las circunstancias eran particularmente duras, ya que los que tuvieron que sufrirlas no encontraron la suficiente compresión del país de acogida, y el país propio les negó hasta el derecho más elemental, el de la nacionalidad y la documentación que la acreditase. La mayoría estudió sin becas, trabajando en oficios penosos, acogiéndose a la caridad publica, «sablean-do» a los amigos y malarreglándose para intentar salir adelante en un ambiente hostil, o al menos nada propicio, con las ilusiones puestas en el regreso a una Patria que al final se está portando como una madrastra, en la que están encontrando la malquerencia de sus paisanos.
¿Qué se espera de los guineanos con algún conocimiento que transmitir a sus compatriotas? ¿Acaso se han pasado la vida aprendiendo cosas para venir a vivir como los que jamás salieron de su aldea? ¿El único beneficio que les aportará la Patria es una misa de réquiem en la catedral de Malabo y unas cortas y «sentidas» palabras en un noticiario de la televisión?
En este país de necrófilos, los homenajes póstumos suenan a una despedida liberadora para la sociedad, como si los ilustres desaparecidos hubieran dejado ya de imponer su molesta presencia a los demás. En beneficio de este país nuestro, de su desarrollo económico, social, político y moral, dejemos de reverenciar a los muertos y demos a los vivos la oportunidad de vivir con tranquilidad, ayudando a nuestros semejantes a construir una Guinea de verdad mejor. Pues las honras fúnebres sólo son mera hipocresía cuando sabemos que al difunto no se le otorgó en vida ninguna consideración, ni siquiera ese mínimo respeto que merece todo ser humano.
Donato Ndongo.
África 2000: número 15, 1991.
Fuente: Web Donato Ndongo
2 Comments
Aunque no es que está diciendo nada nuevo aquí, a parte de acusar a los demás. Me gustaría hacerle una pregunta muy simple, y espero una respuesta igualmente simple. La pregunta es la siguiente: ¿Quién piensa usted que es el culpable de todas las muertes en Guinea Ecuatorial?
Que tan escritor!que ninguno de sus fragmentos no ha sido motivo de tesis en las universidades internacionales.Que tan escritor planea resucitar a los escritores(no sus obras): occidentales,orientales,africanos, y de postre guineanos que se fueron a temprana edad!Para cabalgar o de verdad…porque tu vives y crees que se han muerto.Sus obras viven.Cuantos de tus tios y abuelos se murieron de tu familia a temprana edad en tiempos coloniales;por dictadura colonial?Sepan que ya hay intelectos de las generaciones siguientes que investigan y descubren mentiras.Es dinamico.