La presencia de vendedores ambulantes menores de 18 años de edad es cada vez más notable en las calles de las ciudades de nuestro país en general y en las de malabo, en particular. Un caso de falta de aplicación de la convención sobre los derechos del niño en nuestro país.
Los menores que se dedican a la venta ambulante en nuestro país aumentan cada vez de número. Resulta difícil hablar de cifras estadísticas pero la realidad es palpable. Los pequeños comerciantes, van por todos los barrios y calles del país vendiendo de manera ambulante todo tipo de productos: agua fresca, refrescos, zucrerías, ropa usada etc.
Generalmente, los niños comerciantes pertenecen a familias económicamente desfavorecidas, según se ha podido constatar. Y muchos de ellos coincidieron, al responder a preguntas que se les hicieron de manera individual, en que se dedican a esta actividad para poder comprarse el material escolar, otros dicen que lo hacen para ayudar a los padres con los gastos del hogar. En cuanto a los padres, muchos creen que es normal que un niño trabaje para contribuir en casa.
En realidad la cuestión aquí no es si los menores deben trabajar o no, sino de qué tipo de trabajo se trata y en qué condiciones lo hacen. Y he aquí nuestro caso; los niños de la calle, llamados así por muchas ONG, trabajan en la venta ambulante por las calles, cruzando carreteras en las que podrían ser atropellados por un coche; o mostrando su mercancía de casa en casa en los barrios más recónditos exponiéndose a los abusos sexuales y a otras violaciones de las que muchas veces son víctimas. Motivo de preocupación y, aunque algunas voces sólo reconozcan que los niños que se dedican a esta actividad en el país son hijos de expatriados que llegaron desde que se iniciara la explotación de los hidrocarburos, lo cierto es que, hijos de expatriados o no, esta actividad pone en peligro la vida de estos niños y, evidentemente, muchas veces les conduce a abandonar los estudios, algo que va en contra de sus derechos.
En definitivas, la situación de los menores de edad de nuestro país es alarmante, tanto que, según datos encontrados en la web de la ILO (Intenational Labour Organization), el 27% de los niños comprendidos entre los 5 y los 12 años trabajan en bares y restaurantes, en la venta ambulante, en los transportes, en los mercados, en los talleres, en la agricultura y en la limpieza de las calles por las noches. Esto pone en evidencia el grado del cumplimiento del Convenio sobre los Derechos del Niño en nuestro Estado. Y los pequeños comerciantes esparcidos por las calles de nuestras ciudades, son la prueba evidente de la continua violación de los acuerdos establecidos en la Convención sobre los Derechos del Niño en nuestro país.
La Convención sobre los Derechos del Niño fue aprobada el 20 de noviembre de 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y entró en vigor en nuestro país el día 15 de julio de 1992. Veintidós años después, como si el tiempo se hubiese parado, la situaciones de los menores de edad de nuestro país no ha cambiado, al contrario, ha ido a peor, por la falta de “un mecanismo independiente y eficaz, dotado de recursos humanos y financieros adecuados y de fácil acceso a los niños, que vigile la aplicación de la Convención, atienda con sensibilidad y rapidez las quejas de los niños”, como aconseja el Comité de los Derechos del Niñ
Simeón Nfa Oyono Andeme
Fuente: france-guineeequatoriale.org
2 Comments
En mi familia vivimos de venta ambulante y somos guineanos , gracias a eso comemos, puedo pagar los colegios a mis hijos puedo comprarles medicamentos, pagar las consultas etc… tu me dirás que guineano recibe ayudas por parte del gobierno. Vosotros que vivís en Europa sabéis que las ayudas sociales son obligatorias.
Nosotros aquí sufrimos muchísimo y no tenemos otro remedio.Asi que, no te confundas esto no es Bélgica, ni mucho menos Dinamarca. Esto es África y concretamente Guinea Ecuatorial, donde los pobres sobrevivimoe como podemos.
No tenemos en vigor un ordenamienrto juridico patrio. Tenemos un museo que se pasa de juridico. Lo que cuenta en primera fila son los edificios emblematicos, como los dejados en Rumania por Ceaucescu, convertido el ahora en Parlamento.