Mediocres, imbéciles y canallas…

Mediocres, imbéciles y canallas…

Por: Sir Lucky Dube

CIUDADANO Y COMUNICADOR

“Más miedo me da un imbécil que un malvado. Porque con dedicación y ejercicio, un imbécil puede llegar a convertirse en el peor de los malvados. Precisamente por imbécil.”      –Arturo Pérez-Reverte–

Hace casi año y medio, en agosto de 2014, la revista digital TargetMap, especializada en ciencias sociales, publicó los resultados de una investigación realizada sobre 133 países por el psicólogo Richard Lynn y el científico Tatu Vanhanen. Según los resultados de esa investigación, los ciudadanos de Guinea Ecuatorial son los menos inteligentes del mundo, con un coeficiente intelectual de 59 puntos… La media, a nivel mundial, se sitúa en los 100 puntos, por lo que yo casi agradecí que nos confirieran el estatus de ciudadanos. Comenté la publicación con algunos connacionales y, como suele ocurrir en éstos casos, fueron mayoría los representantes del nacionalismo patético que, como siempre, lejos de buscar o analizar causas profundas, se limitaron a cuestionar la credibilidad de la investigación al tiempo que hallaban culpable a occidente. Lo cual puede ser cierto, pero sólo a medias.

Es de una evidencia perogrullesca que el guineano no es genéticamente menos inteligente que los ciudadanos de otras latitudes. Las personas no son más o menos inteligentes en función de su lugar de nacimiento, por lo que no podemos o no debemos atribuir nuestro bajo rendimiento a factores biogenéticos. Tampoco debemos caer en la simpleza de culpar, en exclusiva, a ‘los blancos’, por mucho que su colonialismo/imperialismo hayan mutado en la forma, aunque no en el fondo. Hay que hacerse mayores y asumir nuestra cuota de responsabilidad; que, sin duda, la tenemos. En ese sentido, parece claro que las causas de nuestra mala puntuación son las de siempre: infames gobernantes; corrupción moral y política; sistemas educativos nefastos; pérdida de  valores éticos, morales y culturales; etc.

Todología es el término, un tanto sarcástico, que utiliza Lenin, un amigo de facebook, para referirse a «la ciencia en la que sobresalimos los guineanos». Consiste, decía Lenin, básicamente en que «todo el mundo sabe de todo, opina de todo y participa en todo». No hace falta haber estudiado, trabajado o tener algo de experiencia en nada. No es necesario haberse leído un solo libro. Basta con tener boca, tiempo libre y acceso a internet. Y a veces, ni eso. El tema tampoco importa: política, economía, educación, cultura, historia, leyes o medicina. Da lo mismo. Estamos todos capacitados para hablar y ejercer de todo. No en vano, y según el ‘Chorizonte 2020’, estamos a sólo unos añitos de conseguir pasar de  tercermundistas a país emergente. Ya somos parte de la comunidad francófona y lusófona, aunque nadie hable portugués en Guinea y el francés se hable “comme ci, comme ça”. A pesar del «un señal» del vice de minas, tenemos ya nuestra Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española, con personajes de la alcurnia de Federico Edjo Ovono, quien, como todo el mundo sabe, ha dedicado buena parte de su vida a escribir libros y dar conferencias por todo el país, contribuyendo de ésta forma a que el castellano se hable cada vez mejor en Guinea, viceministros aparte… ¡Sí, señores! No lo duden ni un instante. Somos la leche, por mucho que digan psicólogos y científicos más allá de nuestros mares. ¡Qué sabrán ellos! Para conocer la realidad de Guinea, hay que estar en Guinea. Hay que estar para ver lo que reza en la placa que tenemos a la entrada de la UNGE. «Vale más un pueblo culto que uno rico». Y aunque no haya una sola librería en todo el país, la frase no queda mal en la entrada. Por cierto, la célebre cita es de nuestro gran líder. Obi G el sabio. Y no, no la copió de nadie, es de su propia cosecha. Un hombre realmente brillante. Hace poco, y casi sin proponérselo, dio con la solución para acabar con el crimen y la delincuencia: «hay que cortarles el tendón». Sinceramente, no sé cómo puede tener detractores un tipo tan ilustrado, tan lúcido, tan clarividente… No sé. No me lo explico.

Ironías aparte, está muy claro que igualar a todo el mundo en la mediocridad es una de las peores perversiones del obianguemismo sociológico. Y por desgracia para nosotros, ese culto a lo mezquino, lo ruin y lo mediocre es, en mi opinión, el rasgo más característico de nuestra sociedad en la actualidad. El régimen de Obiang ha conseguido introducirnos por vía intravenosa la creencia según la cual cualquier individuo, con independencia de sus actitudes y aptitudes, puede ocupar un puesto de responsabilidad en cualquiera de las áreas o espacios de gestión del estado. Y ese mensaje ha sido interiorizado hasta el tuétano por la gran mayoría de la sociedad guineana. Mediocridad por encima de meritocracia. Por eso es Federico Edjo, y no Justo Bolekia o Donato Ndongo, quien ocupa un plaza de académico de la Academia Ecuatoguineana de la Lengua Española. Por eso, un zoquete como Tontorín puede representar a nuestro país en la sede de las Naciones Unidas, mientras le aplauden desde el ‘banquillo de suplentes’ Anatolio Ndong Mbá y Agapito Mbá Mokuy (licenciados en agronomía y económicas, respectivamente). Y por eso, precisamente por eso, algunos de los magistrados encargados de administrar la justica en Guinea Ecuatorial son críos sacados de las aulas de clase de la UNGE. Críos que ni siquiera han terminado la carrera en una universidad que, de universidad, no tiene más que el nombre. Dicho esto último con todo el dolor de mi corazón.

Paralelamente, y en honor a la verdad, debo decir que también la oposición guineana es culpable de ese delito. Más allá de diferencias ideológicas o de planteamientos, siempre he expresado mi respeto, reconocimiento y gratitud hacia todas las personas que, con toda su buena voluntad y muchas veces a riesgo de su propia vida, dedican su tiempo a hacer oposición al régimen de Obiang, con mayor o menor acierto. Dicho esto, y sin el menor ánimo de ofender a nadie, debemos ser conscientes de que con buena voluntad no basta. Y en ese sentido, insisto, algunos sectores de la oposición también se han abonado al culto a la mediocridad. Hay mucha gente en la oposición que desconoce los fundamentos básicos de lo que es un estado o de lo que debería ser. De cómo gestionarlo o estructurarlo. La prueba es que de casi ningún partido, coalición u organización política se tienen noticias, o por lo menos, yo no las tengo, de qué y cómo sería la Guinea Ecuatorial por la que luchan o dicen luchar. No tengo noticias de proyectos de estado o de modelos de administración. De casi ningún partido, en definitiva, hay noticias de cómo sería la Guinea que ellos pretenden liderar el ‘día después de Obiang’. Y eso, en mi opinión, es debido a que hay mucha gente incapaz, aunque de buena voluntad, en el seno de la oposición.

Es imposible que una sociedad inculta y mediocre pueda alcanzar la libertad. Incluso con urnas, sin ciudadanos mínimamente cultos, reflexivos y lúcidos la democracia es sólo una ilusión carente de cimientos sólidos  y, por tanto, una utopía. El conjunto de la sociedad y, en particular, la oposición deben entender y partir de esa premisa. En concreto, la oposición debe, además, empezar a diferenciarse del régimen de Obiang en ese aspecto, priorizando meritocracia frente a mediocridad. No hay ninguna duda de que los malos son Obiang y su jauría. Tampoco cabe dudar sobre la necesidad de combatir a la dictadura. Pero eso no debe ser la escusa para que nos convirtamos también en militantes de lo mezquino y lo mediocre. Hay muchas formar de ayudar y de combatir. Hay muchas plazas y escenarios desde los que hacer la lucha. Todos no podemos ser fundadores o cofundadores de algo, sencillamente porque no todo el mundo vale para liderar. Para liderar hace falta formación; hace falta capacidad crítica y analítica; hace falta, quizá, algo de carisma y empatía; algo de anticipación a situaciones complejas; hace falta carácter y personalidad;  se requiere capacidad para delegar, para escuchar, para aceptar las críticas y sugerencias de los subalternos; etc.… No todo el mundo tiene esas cualidades. Y no pasa absolutamente nada por reconocerlo. La democracia es imposible sin votantes reflexivos y críticos; pero tampoco es posible la democracia sin élites intelectuales que la lideren. Hay que dejar hacer a los que saben. Y los que saben tienen que tener la valentía de hacer lo que se supone pueden.

Volviendo al pueblo y a la realidad social de la Guinea Ecuatorial actual, es ese triunfo de la mediocridad lo que permite que imbéciles y estúpidos acaben convirtiéndose en canallas o malvados. Si todo el mundo vale para todo, no es necesario esforzarse o hacer méritos. Basta con ser hijo o sobrino de éste o aquél pudiente. Basta con tener un padrino, en el sentido ‘marlonbrandiano’ de la expresión. Y los que no tienen padrino, o no son hijos ni sobrinos de “nadie” tienen que ascender a costa de sus semejantes, y es así como se pasa de ser imbécil a ser canalla. Es así como nuestro país ha acabo por convertirse en un gran barco de ratas. De ratas traicioneras. Es así como hemos acabado siendo un país traidor, embustero, delator y calumniador. Muchos, incluso, no dudan en recurrir al asesinato de otros guineanos para mostrar lealtad Obiang y ganarse el favor del régimen.

Hemos convertido virtudes premiables en delitos punibles y al revés. Así el maestro o el profesor han perdido valor y prestigio. El intelectual es infravalorado, y se ha vuelto cobarde, miedoso de un territorio que le es hostil. Y la familia que otrora fue fuente de valores y principios, hoy sólo genera, para la dictadura, víctimas que son, a la vez, cómplices. Eso es en lo que nos han convertido, y  es en lo que hemos consentido y seguimos consintiendo que nos conviertan: en un país de mediocres. Un país donde sólo se puede ser estúpido o malvado. Imbécil o canalla. Y según la escala de valores del régimen, suelen llegar más alto quienes son capaces de combinar estupidez y maldad.

Eso, queridos hermanos, es lo que somos. Y es lo que seremos hasta que queramos: imbéciles o canallas, pero siempre mediocres.

Somewhere in South Africa

Sir Lucky Dube

¡One Love!

X/XII/MMXV

2 Comments

  1. Este es y ha sido Sir Lucky Dube. Bravo, como siempre objetivo y real.

    Menos mal, algún ecuatoguineano con cerebro y pies en tierra existe. Y como siempre, aunque haya reflexiones que no converjo completamente con Sir Lucky, pero merece la pena leer y releer este artículo, señores.

    Creo que Sir Lucky tiene razón, «hay que hacerse mayores y asumir nuestra cuota de responsabilidad; que, sin duda, la tenemos». A parte lo de siempre, infames gobernantes; corrupción moral y política; sistemas educativos nefastos; creo que uno de los principales aspectos que señalaría, como primer elemento origen de nuestra mediocridad es la total PERDIDA DE VALORES en general. Desde mi modesto punto de vista, este es el verdadero tendón a cortar. Esto es lo que hace que triunfen muchas veces y en la mayoría de las veces, en nuestra sociedad, los manipuladores, los corruptos, los cínicos.

    En esta misma página, Sir Lucky, un joven justifica sus actos delictivos, tras haber robado a súbditos chinos 92 millones de xaf, se justifica diciendo «que roba porque no tiene empleo». Y lo explica ante las cámaras tan sosegadamente, como quien estaría esperando fuertes aplausos. Y justamente, muchos le están aplaudiendo en sus comentarios aquí. Me he quedado atónito ante esta situación, que al parecer es la realidad que vivimos hoy en nuestro país.

    Y lo que más me ha llevado a poner luego ciertos interrogantes en mi interior han sido algunos comentarios hechos por otros connacionales sobre el caso; y sobre el otro del asesino hace semanas, de un soldado a sus compañeros en Mongomo. Sir Lucky, pensaba, digo bien, lo pensaba, que robar, asesinar, violar, son crímenes que hay que condenar. Pero al parecer, no todos lo pensamos así aquí en nuestro país. Por eso, para mí, no se´, creo que la «perdida de valores» nos está llevado al final del ciclo que describe el escritor Greeg Braden en su libro «LE TIEMPO FRACTAL».

    Vamos a ver, en primer lugar no puedo compartir el resultado de esa encuesta, de que seamos los ecuatoguineanos tan mediocres. Pero como dice Forest Gum, «estúpido es quien estúpido hace». Si nosotros mismos, tal como lo estoy observando, somos incapaces de analizar las situaciones primero y, sin esta precipitación de sacar conclusiones vacías, solo porque el acusado es el solito Obiang y su jauría; no sé qué mensaje estamos lanzando al mundo de fuera que después nos vaya a pintar de los peores mediocres. Me pregunto también si, después de este solito culpable de todos nuestros males, después de él, ¿no habrá más ladrones?, ¿más asesinos?, ¿más delincuencia? ¿mas males en Guinea Ecuatorial?.

    Aquí está nuestro coeficiente intelectual de 59 puntos. Porque al parecer, nos hemos convertido en unos seres sin sentido propio de hacer reflexiones. Ya no hace falta, porque el mal es ÉL y ya basta. Precisamente, como observa Sir Lucky, tenemos una gran fila de partidos políticos, (hasta se hable de un gobierno en el exilio), y ningún solo grupo de esos tiene un plan para el país, todos se han volcado en una lucha «a personam», y nadie tiene un proyecto para este presunto pueblo que aspiramos a gobernar.

    Y hasta tanto no hagamos uso de lo poquitín de la materia gris que nos queda, seremos hasta que queramos: imbéciles o canallas, pero siempre mediocres.

    Bravo Sir Lucky Dube, solo usted no incita a hacer uso, un poquitín, de nuestra materia gris.

  2. Artículo excelente: Hemos convertido virtudes premiables en delitos punibles y al revés, es la desgracia de todo esto.

    Arriba Guinea Ecuatorial.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Artículos similares.