Por Rosina Iglesias.
Desde que hace unas semanas el gobierno del PP decidió volver a colocar las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla, se está intentando teorizar sobre si son peligrosas y qué nivel de peligrosidad poseen.
El Ministro del Interior, Fernández Díaz, ha declarado que las cuchillas no son agresivas sino disuasorias, y el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha afirmado que no sabe si pueden producir efectos sobre las personas, y ha añadido: «Todos los accidentes que ha habido es por saltar la valla y, claro, la valla está para que no pasen, como es natural».
Espero que ese «como es natural» sea una coletilla de las que tanto le gusta soltar al Presidente cuando no sabe explicar por qué toma una decisión, como el «como Dios manda» o el «de sentido común»; ya que no tiene absolutamente nada de natural poner muros o alambradas en las fronteras.
Puede que nuestro actual Presidente no se distinga precisamente por sus apariciones públicas ni por sus discursos; sin embargo, en una sola frase («La valla está para que no pasen») ha resumido perfectamente el nuevo orden mundial creado a partir de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuál es este nuevo orden mundial? La división, la separación, hacer patentes las diferencias entre las culturas, y la mentira convertida en verdad a base de repetición continua en todo medio de comunicación.
Una de las grandes mentiras es que siempre ha habido fronteras. Hasta 1961, año en que se construyó el muro de Berlín, jamás en toda la historia de la humanidad se había levantado un muro para impedir la entrada de las personas. Las fronteras eran exclusivamente líneas dibujadas en los mapas cartográficos.
Habrá alguno que pregunte: «¿Y la gran muralla china?». Esa muralla fue construida, igual que los muros de los castillos y de las fortalezas, para protegerse de ejércitos invasores. No impedían la entrada de extranjeros ni el comercio libre entre mercaderes. ¿Impidió la gran muralla el paso a China de Marco Polo? Parece que no, ¿verdad?
Las excusas por las que se han construido vallas o muros son de lo más variado:
- Para protegerse del comunismo: Berlín (1961), Corea del Norte-Corea del Sur (1953)*.
- Para protegerse del terrorismo: Irlanda del Norte (1969), Israel-Palestina (2002), Sáhara Occidental (1980).
- Para protegerse del narcotráfico y del tráfico de armas: India-Pakistán (1947), Arabia Saudita (2006).
- Para protegerse de la inmigración: Estados Unidos-México (1994), España-Marruecos (1996).
Las que he enumerado no son ejemplos de fronteras físicas sino que son todas las que existen en el mundo. Sólo hay que pensar un poco para darse cuenta de que ninguna valla frena el terrorismo, el tráfico de armas ni el narcotráfico, sino que son razones falsas para impedir el pase de personas. Del mismo modo que mintieron para construir esos muros, lo hicieron para la construcción del muro de México y las alambradas de Ceuta y Melilla. Se nos dice por activa y por pasiva que sin estos muros todos los africanos querrían venir a España y todos los americanos a Estados Unidos. Nada más lejos de la realidad.
La gran mayoría de los seres humanos, sean del lugar que sean, no se plantean abandonar su pueblo o ciudad a menos que sea imprescindible. El hecho de que se vean columnas larguísimas de refugiados después de un bombardeo es la prueba evidente de que el lugar en el que uno se siente más protegido es en su propia casa y no la deja hasta que no le queda más remedio.
Otra de las mentiras que nos repiten constantemente es que los inmigrantes del sur no intentan entrar de forma legal. Tanto los países de la Unión Europea como Estados Unidos ponen multitud de trabas a todo africano y sudamericano que solicite un visado para entrar en uno de esos países. Visado que se deniega sistemáticamente con cualquier excusa peregrina en los Consulados y Embajadas, previo pago de una carísima tasa.
En resumen, en primer lugar ponemos obstáculos administrativos para que los inmigrantes no puedan entrar con los papeles en regla. Para ponerlo más difícil, aumentamos la longitud y altura de los muros para que sea más difícil cruzarlos. Y, para terminar, ponemos en riesgo su integridad física colocando objetos cortantes con la única finalidad de que todo aquel que tenga suficiente resistencia física para cruzar no lo haga de una pieza.
Y, para rizar aún más el rizo, una vez en el país les denegamos la asistencia sanitaria, se les persigue como si fueran delincuentes, se les encierra por no tener los papeles que previamente se les denegó en una embajada y se les expulsa de forma irregular sin informar a nadie.
La hipocresía de todo ciudadano europeo le lleva a echarse las manos a la cabeza cuando ocurre una tragedia como la de Lampedusa, como si él no tuviese la culpa con su silencio. ¿Cuántos de los que han lamentado estas muertes han salido a la calle para protestar por una legislación absurda que impide la entrada en Europa por la vía legal de estas personas?
La tragedia de Lampedusa no está sólo en el naufragio de una embarcación, sino en los motivos por los que una persona tiene que recurrir a ese método de transporte: la separación con alambradas del norte y el sur.
Entrevista a Affo Tchassei, portavoz de los refugiados expulsados de Lampedusa.
*La franja que separa a Corea del Norte y Corea del Sur no es exactamente una valla sino una zona desmilitarizada entre ambos países.
1 Comment
Buen artículo!, una excelente aportación que nos permite una visión global de las fronteras. Queda patente las aberraciones repugnantes en el caso de España y otras naciones del mundo que se involucran en construír muros en sus fronteras dotados de justificaciones indignas, de mentiras que ofenden por su desparpajo y de tecnologías crueles que mutilan o matan con repugnantes sistemas de disuasión que trasgreden y violan todos los derechos humanos. Asistimos estupefactos las personas de bien como en el tema inmigración pasa a un segundo plano todo lo relativo la atención social, asistencia sanitaria, cobertura y apoyo a las familias que huyen de otras naciones buscando refugio en el nuestro. Pasa a un segundo plano el interés por establecer diálogos y tratados de cooperación con las naciones desde las que proceden los inmigrantes. Ya nada de eso importa, al parecer, lo que pasa al primer plano es la alambrada, el fusil, la concertina asesina, y ya puestos… poco nos falta para que electrifiquen las vallas, siembren de minas las zonas de paso y hasta un foso de cocdrilos hambrientos si fuera preciso. De auténtico asco todo este panorama. Felicidades por tu artículo Rosina Iglesias. Impecable!