Por Breece Mogaga
Puede resultar un paralelismo poco usual sin embargo es un fenómeno que se da en dos latitudes distantes,separadas de miles de kilómetros y civilizaciones pero vinculadas tanto política como económicamente desde hace mas de dos siglos.
Aquí voy a tratar de un tema lamentablemente escabroso: robos de niños, perpetrados hace mas o menos cuarenta años en casi todas las clínicas de España, por monjas y curas que junto con los médicos de aquel entonces decidían quien debía tener o no un hijo, fenómeno que ha dado lugar en el presente a una generación que desconocen realmente quienes son y que viven con un trauma psicológico que les acompañara hasta la tumba.
Algo similar se esta registrando cada vez con un mayor grado de incidencia en la sociedad guineana porque el fondo del problema es el trauma de victima en esos niños y las dudas que les asaltan y jamas les abandonan,el rechazo que reciben de una sociedad poco sensibilizada en estos términos Hablo de esos hijos que nacen en un matrimonio solido pero que en realidad son hijos de algún amante de la cónyuge.
Hablare de lo que realmente nos afecta a nosotros los guineanos que vivimos aquí en el suelo patrio, empezando por concienciar,que se me disculpe el atrevimiento pero no tengo otras palabras para expresar lo que pienso,a todos y cada uno de las personas que puedan leer mi reflexión que la practica de ciertos hábitos tales como serle infiel a tu pareja, fenómeno que no debería aceptarse como normal, debería llevarse a cabo dentro de unos limites de prudencia y responsabilidad porque el riesgo que corremos es que nuestra satisfacción se convierta en un feto.
Un accidente, en un escenario como ese a un feto lo llamaríamos accidente y muchos recurren a interrupción forzada de la evolución del feto, lo cual puede ser o no un delito dependiendo del código legal de cada sociedad o un crimen dependiendo de la moral de cada uno. Por cargas de conciencia o por amor al amante o a su esposo estéril a muchas guineanas,independientemente de su educación y estatus social,creyeron oportuno darles el apellidos de su cónyuge y así ocultaban un grave error.
No estoy de ninguna manera poniéndole verdes a las mujeres de mi sociedad mas bien pienso en que tal proceder esta en perjuicio de esos jóvenes que llegados a personas adultas se encuentran con verdades inmorales. No saben como volver a tenerle el respeto a sus progenitoras, les estresa la idea de llamarle padre a un señor que lo ha cuidado y querido como un hijo cuando en realidad no lo es,otros acaban descubriendo que su actual pareja es pariente de el o ella…esos niños son victimas y los esposos también.
No quiero sacar conclusiones ni juzgar en profundidad a nadie pero la vida nos da cada día una oportunidad de cambiar el rumbo de nuestras vidas, demonios a nosotros mismos una oportunidad para cambiar…