Cuando el señor Ibongo llegó al podio del Salón de sesiones de la O.N.U. aquella tarde del mes de noviembre, después que los oradores africanos y occidentales hubieron aplaudido la ascensión de Guinea Ecuatorial a la independencia y cuando el presidente hubo dicho “Tengo el gran placer de conceder la palabra al Excelentísimo Sr. Saturnino Ibongo, representante especial de Guinea Ecuatorial”, el orador extendió sus papeles sobre el podio y empezó a leer, en español.
Era la primera vez que un delgado africano hablaba en español ante un pleno de las Naciones Unidas, y el castellano era excelente. Habían hablado otros, en el curso de las declaraciones de independencia, en inglés o en francés. Nunca en español. Lo hizo Saturnino Ibongo en un lenguaje fácil, inteligente y lleno de nuevas ideas fue su gran hora y acudió a ella con todo lo que sabía, y presentía que era mucho.
Se refirió al iberoamericanismo de la civilización española: “Señor presidente” dijo el negro Ibongo, “un grupo de países a uno de los cuales usted pertenece como hijo de aquel hemisferio, para quienes tengo un mensaje especial… ellos comprendieron nuestra causa. Hablando el mismo idioma.. Nos unen lazos espirituales muy fuertes a pesar de nuestras dispares experiencias coloniales.. En América, nuestra ex potencia administradora, España, se fundió y creó lo que su sociólogo mexicano ha llamado la raza cósmica. Nosotros, al participar en el ámbito cultural de la hispanófonia, sin perder nuestra autentica personalidad africana, la enriquecemos haciendo de ella una de las fuerzas humano-culturales más cosmocéntricas del globo al extenderse sobre cuatro continentes. Esto no puede ser un estribillo lirico. No es una nostalgia; es una esperanza, un ariete para el futuro. Queremos ser el puente de Iberoamérica hacia África”