La historia del Pueblo X

La historia del Pueblo X

Si eres un chabal de 19 años, un ecuato, una persona que hace todo lo posible por ser normal, llegas a uno de esos puntos en los que no sabes en qué consiste serlo. Te conectas a facebook, entra un mensaje; es un amigo pidiéndote que escribas un artículo y tú te preguntas: sobre qué?.

Da mucho que pensar, nos queda mucho, mucho por hacer. Te levantas de tu escritorio y te pones a reflexionar, te haces esa pregunta una y otra vez: sobre qué puedo escribir? . Hasta que sobre ti aparece una bombilla encendida gritándote: idea!, voy a improvisar. Improvisemos un artículo, un artículo que cada uno de nosotros, los guineanos, escribimos mientras consumimos nuestras vidas.

Imaginemos un pueblo, un pueblo X, en mitad de una sabana. Una sabana muy especial en la cual se encuentra escondido un tesoro. Dicho pueblo está habitado por herbívoros típicos de una sabana… y el rey del pueblo es un león. Voy a darle un toque especial contextualizando el relato en el pasado.

Pues, érase una vez un pueblo X habitado por antílopes, cebras, búfalos, elefantes, rinocerontes… en la que gobernadaba un león. Éste era muy temido por sus paisanos, pues gobernaba sin tener en consideración los intereses de éstos. Acostumbraba a comerse a sus propios criados, descuartizaba a todo antílope, gacela, cebra… que se opusiera a él, tanto es así que la mitad de la sabana estaba devastada.

Los paisanos se organizaban en grupos para buscar alimentos fuera del poblado ya que la que quedaba era para el rey, muchos tuvieron que abandonar la sabana definitivamente hasta que un día; en un intento de cazar a un elefante éste le hirió y perdió la vida.

El pueblo, agradecido con la actuación heroíca convirtió al elefante en su nuevo rey. Para honrar a su nuevo dirigente, cada uno de los paisanos le donaba parte del alimento recolectado durante el día.

Así fue durante mucho tiempo, se hizo fincas enormes, nacieron grupos de cazadores que cazaban para el nuevo jefe. Todo parecía marchar bien en el pueblo, al menos para el rey.

Éste se convirtió en el centro de atención, ya era muy común ver a un cocodrilo bailando en taparabos frente a la tribuna real durante un discurso o escuchar a un hipopótamo decir que su especie es muy cercana a la de los elefantes; ya nadie hablaba del larguísimo cuello de la jirafa, ni de la obesidad del rinoceronte todo era ’’ el elefante’’, sus enormes patas, su voluminoso trasero, su ’’trompaza’’… tanto es así que temas como la falta de agua en la sabana, el avance del desierto o el aumento del calor pasaron de ser infravalorados a prohibidos.

A la mayoría de la población no le interesaba habían pasado malos momentos con el león y ahora ’’eran libres’’. Pasó el tiempo, llegaron nuevas generaciones y la fama del héroe empezó a agonizarse. Después de décadas en el poder el pueblo seguía sin agua como cuando mandaba el león, no había comida ya que las fincas eran del elefante y el avance del desierto dificultaba la salida de la sabana para ir en busca de alimentos. Surgieron varias opiniones sobre el rey, así mientras los ancianos le veían como un héroe los jóvenes creían y defendían que él era la causa de los problemas del pueblo. Salir adelante era muy difícil.

Al final descubrieron el tesoro de la sabana y la gente se ilusionó mucho, todos soñaban con una sabana sin plagas y centros destinados a educar a los cachorros para ser ’’animales de provecho’’ en el futuro pero no fue así, lo más común era encontrarte a un elefante que salía de la ’’trompería’’ a hacerse una ’’ trompacura’’ o a un rinoceronte adulador en un estanque de primera.

El pueblo X se convirtió en un lugar donde solo podías triunfar adulando o bailando en taparabos frente al elefante jefe. Ya no había paisanos, ya que todos se volvieron mezquinos e indiferentes, podías pasearte por la sabana y tropezarte con un sueño abandonado o una esperanza tirada por los suelos, podías adentrarte en lo profundo de una cueva y escuchar las voces de los sin voz, o mirar al horizonte y sentir el eco de la radio macuto. Podías ponerte a los pies de un arbusto y sentir al búho Mocache escribiendo sus memorias llenas de pena, odio, amenazas y miedo en su diariorombe…

Qué pena que yo no sea el autor de este relato, qué pena que lo seais vosotros. Cuánto me duele saber que no puedo continuar esta historia y convertirla en un final feliz, devolverle la esperanza a todas esas preciosas criaturas de esa sabana. Tú si puedes y de ti depende que las últimas páginas de este relato sean odio o amor, guerra o paz, silencio o libertad.

Qué pena tener que esconderme tras estas letras, tras el monitor del pc con el que he podido dedicarte este escrito y no poder revelarte mi identidad.sabes por qué no puedo hacerlo? Porque solo tengo 19 años y mis padres no quieren perderme. Te quiero, porque soy guineano igual que tú y me da igual que seas de Bata, de Malabo, de Baney, de Mongomo o de Ebibeyín; fang, bubi, ndowé, annobonés o bisio, del gobierno o de la oposición. Solo quiero que seas tú mismo y que pienses en los demás.

Aténtamente Hijo de África

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