Evitar la investidura, de momento, es una hábil estrategia política del presidente en funciones. Ganar tiempo es algo decisivo, y más en sus maniobras para alcanzar el poder, y la confianza parlamentaria representada por una investidura lograda. Aunque parece que lo tiene bastante difícil.
Se abrirá, por tanto, una segunda ronda de consultas con el Rey. Considero que Rajoy no debía haber declinado la investidura, ya que aún sabiendo que iba a fracasar tenía que haber afrontado la situación. No en vano, su partido, es el que ha tenido más votos en las elecciones generales.
Está claro que trata de vencer por el desgaste de sus adversarios políticos, en las próximas semanas No me parece un procedimiento político que se merezcan los ciudadanos, y lo digo con todo el respeto para el presidente.
Aunque ya se sabe que la política tiene estas cosas. Esta especie de juegos de salón, en busca de la salvación política por parte de Rajoy, diciendo que se presentaba a la investidura, y a las 24 horas diciendo lo contrario, no parece algo muy consistente, coherente, serio y responsable. Es la plasmación, pura y dura, de un indudable oportunismo político que no parece adecuado en el actual estado de cosas.
El resiste y vencerás, no parece el mejor y más sensato lema en política. Hay que mostrar más altura de miras, y no estar siempre intentando conservar el sillón a toda costa. La alternancia en el desempeño del poder no es una tragedia. Debe ser algo normal en toda democracia.
Por tanto, a mi juicio, la sobreactuación de Rajoy aplazando su intento de ser investido, es la prueba de una actitud de cálculo político sostenido por él, y por los dirigentes del PP, con el fin de conseguir su investidura, aunque sea en el último día del plazo establecido legalmente.
La gran coalición que propone Rajoy entre PP, PSOE y Ciudadanos que según su criterio “comparten lo esencial” dista de poder producirse. Si lo esencial es mantener la unidad de España se puede estar de acuerdo, pero el partido socialista no comparte la política educativa, laboral, social, etc., del PP.
Y, otra de las razones del no de Sánchez a Rajoy es que el partido socialista es consciente del rodillo que supuso, en la pasada legislatura, la mayoría absoluta del PP. Y la falta de diálogo real y flexibilidad puede volver a repetirse. Algo que entorpecería, considerablemente, el llegar a acuerdos y pactos, incluso contemplando un gobierno en solitario del PP, con el apoyo de las otras dos fuerzas políticas.
Rajoy mantiene la candidatura esperando conseguir los apoyos suficientes. Y puede suceder que el primero que intente ser investido sea Pedro Sánchez y, si lo logra, la jugada política le habrá salido mal al presidente en funciones. Veremos lo que ocurre en las próximas semanas. Parece que va a ser, realmente, apasionante.
José Manuel López García