Komona se convierte en una niña-soldado sin pretenderlo (como lo hacen todos los niños – soldado de los más de 30 conflictos armados en los que se les utiliza) a la edad de 12 años.
Con 14, decide hablarle a su hijo (no nacido) de cómo ha sido su vida hasta ese momento y se atreve incluso a confesarle que tal vez no sea capaz de quererlo.
Así empieza la película “REBELDE” del director canadiense KIM NGUYEN.
Visibiliza una realidad – la de los niños-soldado (palabras que nunca deberían llevar ningún guión que las uniera entre ellas) – que casi siempre parece demasiado lejana, demasiado irreal para ser cierta. Ahora tiene una cara.
La muestra de una manera casi natural, fácil de comprender en su lógica… No busca el morbo. Y en contra de lo que yo suponía en un principio, no es una película que cueste ver. No necesita de lo explícito para hacerse entender.
Komona relata su historia en francés. La trama se desarrolla en lingala (uno de los 5 idiomas oficiales de RDC). La mayoría de sus escenarios se grabaron en la propia Kinshasa (capital de RDC). Recoge mucho de la vida cotidiana congoleña. Señal de respeto. Reconozco Congo en ella.
Habla del coltán. Como uno de los motivos principales de la guerra y de la existencia de los niños – soldado.
Yo sé que no es el único. Ni de lejos. No señala culpables; excepto, un señor de la guerra denominado “Gran Tigre”, que queda como un simple miliciano ambicioso y sin escrúpulos, que usa a sus “rebeldes” para enriquecerse gracias al mineral.
Tal vez no fuera el objetivo de la cinta (ni del director) señalar directamente las verdaderas causas para no alejarse del tema central de la película. Pero por encima de ese miliciano hay muchos más, vestidos de traje y corbata, conduciendo coches caros y en los que el color se les va degradando a medida que suben en la escala de “culpabilidad”, que no saben ni de selva ni de Kalashnikov, ni de muertos, ni de savias alucinógenas ni de brujerías.
Esto lo he echado en falta. Mucho. Si tienes el valor de hacer esta película, hazla con todas las consecuencias. Y sobre todo, nunca le agradezcas en los títulos de crédito a un asesino y promotor de esta misma realidad que tratas de mostrar (y entiendo que combatir). Duele verlo. Después de filmar esto ¿no habéis entendido nada?. Es un puzzle complicado, el de Congo, pero en el que todas las piezas casan con malévola lógica.
Komona se llama Rachel Mwanza y, aunque nunca estuvo en la guerra del este, vivió sus propias guerras como “shege” (niña de la calle en las calles de Kinshasa donde se calcula que viven entre 10 Ó 15.OOO). Allí la encontró el equipo de rodaje cuando preparaban el casting de “REBELDE”. Ahora se ha convertido en la primera mujer sub-sahariana en recibir un oso de plata en Berlín. Merece la pena verla; a pesar de todo lo que no cuenta. Tal vez sea un inicio.