Hay un momento para sembrar y otros para cosechar, hay que ser capaz de resistir al sufrimiento físico y mental, cuando nos sumergimos en las profundidades, lo hacemos desafiando el estímulo más sagrado de la vida humana, LA RESPIRACIÓN. La personalidad es lo que permite predecir lo que hará una persona en una determinada situación, se obtiene de la observación coherente de un determinado comportamiento.
Muchos apuntan que el comercio de seres humanos fue una desgracia mayor para África, que el colonialismo, yo diría exactamente lo contrario. Los que se fueron, mal o bien, con el tiempo han encontrado su sitio y sino pues tampoco les preocupa demasiado. Pero los que se quedaron en casa, están, pero con la rara sensación de nunca haber estado ahí. Tienen costumbres de gente de otra época que nunca llegaron a ver, pero con un deseo ferviente de parecerse a un tal Jiménes, Smith o Salvatore. Se miran en el espejo y ven a un hombre de nariz chata, pelo oveja, culo y brazos grandes y labios carnosos como Carmen de Mairena y no se identifican con lo que ven.
El aguacate y el bioclear, no es fruto del azar, sino de la identidad camaleónica que se ha instalado en sus subconsciencias, como parte de un ADN modificado y que les lleva hacia un absurdo, con frases como “yo soy más claro que tú.” Los buenos atracos, tienen la misma minuciosidad y precisión que un reloj suizo, ningún detalle queda a la improvisación, todo es estudiado hasta el aburrimiento y una vez terminado, de nuevo a empezar a estudiar el plan, centímetro a centímetro, hasta que la imagen del puzle tiene sentido y puedes visionarla con la misma nitidez que el destino del fracaso “la trena” la disciplina y la sofisticación es el modus operandis de los grandes atracadores.
Una vez que el plan se pone en marcha, entrar y salir rápido, no hay marcha atrás, te pones tu mascara de santa muerte y sin aves Marías, entras en el banco armado hasta los dientes, aíslas lo de dentro con lo del exterior, requisas todo instrumento de comunicación e intentas que nadie fije la mirada en vosotros, sino hacia el suelo, que todos sean conscientes que tu mirada está encima de ellos, y si alguno osa a contradecirte, le enseñas lo que se llama atraco y todos quietos sin mover ni un musculo.
Mi ciudad, Malabo ha sido atracada innumerables veces, primero por los bubis que llegaron hasta él huyendo de sus enemigos, después los invasores occidentales, buscando despojarla de toda su identidad y riqueza, en su afán de que el mundo llevara nombres occidentales, la bautizaron Fernando Poo y más tarde Santa Isabel, pero Malabo es fuerte, y mantiene el tipo contra viento y marea, hasta que los invasores, decidieron que con los bubis no era bastante, que necesitaban más negros sirviendo en sus clubes sociales náuticos y así llegaron los fang y con ellos, los dos únicos presidentes, desde que Malabo volvió a ser Malabo.
Cuando atracas a alguien, haz de tener cuidado que pueda identificarte, es fácil que alguna parte de tu cuerpo quede al descubierto y sin quererlo o queriendo, al final alguien ve una marca que te delata. Así en el 68 sufrimos otro atraco, Macias, un tipo sin estudios, pero al cual sus oráculos tribales pronosticaron la cabeza de la nación y todo el aparato se puso a trabajar en pro de la causa.
El fang, el bubi, el ndowe, el anobones… querían el poder para el pueblo, pero en los planes de los de Mongomo, sólo había un plan, el poder para Mongomo. Hay que tener cuidado en los atracos, y las dobles intenciones de los cómplices, robas y a la hora de repartir el botín, surge alguien con otro plan y te ves con una 9mili en la sien y con dos opciones “mueres o acatas”.
Entonces es cuando te das cuenta que eres un distraído, que hasta ese momento has sido cabeza de turco, pensando que era él quien controlaba el cotarro, se ha despistado de controlar los egos que surgen en los corazones de los hombres y se adhieren a sus almas como las hiedras a las paredes. Macias consigue el poder, el júbilo es tan grande que todo el mundo celebra, no hay un día de reflexión nacional, sino de fiesta, los ecuato guineanos se sienten grandes, el atraco ha ido bien, mínimas bajas, todos soñando con hacer y deshacer, soberanos del destino de nuestras vidas, señores del polvo y la carne… la ciudad se acuesta feliz y pensando en nuevos tiempos venideros de felicidad, ¿será este el comienzo del sueño dorado de Malabo? Pues nada, la ciudad se despierta de resaca y teñida de sangre.
Once años ha durado la resaca y ahora, el cielo teñido de gris, caga gotas de sangre como lluvia, la alegría se ha tornado en lagrimas, las risas en muecas de dolor, el pueblo con una empanada mental colectiva, aun duerme bajo la sombra del “caminemos juntos hacia la senda de la felicidad” todos nos quedamos de brazos cruzados y dejamos que la escoria si hiciera con la ciudad. Nadie decidió sacarse las legañas de los ojos y todos andábamos, dando tumbos.
Independientemente, por mucho que uno cambie, tiene que pagar por lo que ha hecho, dentro de los limites infranqueables a Macias se le aplicó la máxima, palmo a palmo, con la intención de que el pueblo recobrara algunas pulgadas del terreno perdido, como en la vieja Roma, cuando el enemigo acosaba a las puertas, abolían la democracia y elegían a un hombre para que protegiera la ciudad, nosotros decidimos imitarlos. Pero la incertidumbre del lugar, de la hora y del modo, que nos impide distinguir con claridad ese fin hacia el cual avanzamos sin tregua, disminuye… Algunos sueñan que todo vuelva a ser como antes, un pueblo dormido en la ignorancia, pero ya cantó el gallo tres veces y no puedes negar que fuiste advertido.
Macias fue un suspiro, pero un suspiro intenso y devorador, como un huracán a su paso, no dejó ni un solo árbol en pie, los viejos fueron arrancados de raíz, los nuevos no tuvieron tiempo de crecer. La desconfianza se instaló en los hogares, Malabo empezó a desconfiar de Bisila, y ésta a su vez de su hijo en brazos recién nacido. Paralelamente a todo eso, un hombre planeaba un nuevo atraco, su silencio y sencillez le hacia pasar desapercibido, como la lluvia que no avisa y comienza en un día de sol, gotita a gotita, hasta que de repente toda la calle está mojada, los cristales empapados, la calle vacía, todo el mundo encerrado en casa, esperando a que se calmen los cielos y deje de llover.
Sino quieres que se sepa algo, ni lo pienses, ni respires, no cambies tu forma de comportarte, como decía Bruce Lee “Be water my friend” se como el agua, sin forma, y adoptando todas. Una responsabilidad delineada en los límites de la propia carne, circunscrita por el gesto. Sólo lo que la propia mano ha hecho compete a la propia consciencia. Como sucede casi siempre en las dictaduras, aunque se quite de en medio al jefe, sólo uno puede ocupar su puesto, y siempre es un hombre del mismo régimen.
Macias se retira a su pueblo, tal vez cansado de tanta sangre o que nunca llueva a gusto de todos y le pide a Obiang que controle el panorama, éste ni corto ni perezoso, comienza su atraco, instala una entropía en el régimen, los engranajes empiezan a fallar, el sistema finalmente se colapsa, el régimen de Macias sufre lo que Von Bertalanffy bautizo como “globalismo o totalidad” cuando un cambio en una de las unidades del sistema, con probabilidad producirá cambios en las otras. El efecto total se presenta como un ajuste a todo el sistema.
De estos cambios y ajustes, se derivan dos fenómenos: entropía y homeostasia. Cuando Macias se da cuenta e intenta pararle, le sugiere hacerse a un lado, dejar el cuchillo, parar de matar, él le contesta “tú me has traído”. Siempre he pensado que no se nace siendo criminal, sino que se aprende a ser criminal, como todo en la vida, si te vuelcas a ello en cuerpo y alma, puedes no haber nacido con aptitudes, pero al final el hábito hace al monje.
En los buenos atracos, la premisa es la siguiente, cuanto menos información tiene las partes, más fácil será para el cerebro del plan, tenerles controlados, así que, el que viene con el del alarma, cuando éste termina su trabajo, le elimina, después éste baja abrir la caja fuerte y el que recoge el dinero, le elimina a él, el conductor también muere y al final sólo queda el cerebro.
Pues en uno de los atracos que ha sufrido Malabo, el líder nacional puso estas premisas en práctica. Obiang Nguema de forma sistemática, ha eliminado cualquier conexión con el atraco original y en el engranaje de su organización, todas las piezas se han convertido en remplazables, menos él. Como en la especialización y división del trabajo, ya no hace falta formar a los obreros, sino que el trabajo se ha vuelto tan mecanizado y los individuos tan autómatas, que hoy despides cinco ministros, y mañana tienes a otros cinco, sin noción alguna de las funciones a desempeñar y con el único objetivo de robar. El atraco se ha profesionalizado y automatizado, de tal forma que, los engranajes no necesitan de soporte manual, para estar en marcha.
Obiang Nguema ha hecho de la homeostasia su estandarte para hegemonizar su figura dentro del pensamiento, carácter e identidad de los guineanos. Muchos se preguntan si Obiang Nguema no tiene asesores, personas que le hablen de lo que pasa fuera de su mundo y le intenten acoplar a la realidad de todos. Desde mi punto de vista, lo veo complicado, pero si me he de decantar por una explicación, escogería la frase de Vito Corleone. “Quien te hable de la entrevista con Barzini, ese es el traidor, no lo olvides” puede ser que esta frase esté en el coco, de todo aquel que quisiera o pudiera acceder a Obiang Nguema y cambiar su chic, la gente tiene miedo a morir y morir posiblemente esté relacionado con señalarte como traidor, por eso pongo en tela de juicio, todas esas aseveraciones de reuniones secretas en Mongomo, para decirle a Obiang Nguema que hay que cambiar de estrategia, NO ME LO CREO, el rumbo lo marca Obiang y quien no es capaz de seguirlo, duerme con los peces. Con el atraco de los chicos rebeldes del régimen, llegó Marruecos a Guinea, eran finales de los 80’s y principios de los 90’s.
Imaginaos unos hombres que en su país de origen, para poder acostarse con una mujer, lo tienen más difícil que un preso de Guantánamo, desembarcados en un isla tropical, donde la mayoría de chicas vienen de Gabón con sus vicios y sus virtudes, una economía inexistente, el hambre como el pan nuestro de cada día y si eran pocos los problemas, una familia detrás dependiendo de los céntimos que las calles les proporcionaban. En esos años, Malabo se convirtió en un burdel, los marroquíes no respetaban el honor de ni una sola guineana, a ellos les daba igual, si eras de las que se iban con ellos o no, no había mujer a salvo en Guinea en esos momentos, muchas muchachas murieron por violaciones, palizas y demás cosas que se les pasara por la cabeza a nuestros ilustres GUARDESPALDAS.
De esos mismos años, nacieron muchos niños/as que las madres decían que eran hijos de blancos ibéricos, cuando su origen paterno estaba en las montañas del Rif. Hay hombres en Guinea que no pueden abrir su boca, porque cuelga sobre ellos la deshonra y el orgullo mancillado, sus mujeres les endosaron hijos de otros, también los hay que dejaban que sus mujeres hicieran la noche y por el día fueran señoras respetables, la verdad sea dicha, eran momentos muy difíciles en Guinea, el alimento generalizado era LECHE EN POLVO y los panes de KATEP. Los malabeños se han vuelto expertos en soportar todo, todo es soportable, pero al mismo tiempo, son ineficaces cuando se habla de cambio. Todo combatiente debe asumir y estar preparado para la muerte. Conviene recordar que la lucha no se puede posponer y las palabras no crean ni traen paz, sino que la mantienen. Pero como decía el Che.
El problema radica en que la conciencia social, el sentimiento de vejación y la voluntad de lucha nacen en el ser humano sólo a partir de un cierto nivel de existencia. Por debajo de ese nivel, la miseria no genera, sino que mata la conciencia.
La miseria desmoraliza, aplasta y echa para atrás. Afloja la conciencia y acorta perspectivas. Un estomago con hambre se vuelve antisocial e insolidario, es incapaz de sentir empatía, el miedo es producto de la miseria.
Si tuviera que describir a Obiang Nguema, esbozaría algunas pincelas sobre lo poco que he observado de él. Introversión, carácter cerrado y reflexivo y escasa disponibilidad a la relación social. Marcado sentido de una autosuficiencia (por ello puede prescindir de la gente cuando quiere), inconformista y con una abierta sumisión al trono. Racionalidad llevada hasta la escrupulosidad, autocontrol y prudencia. Agresividad notablemente reprimida, con modesta entidad de la carga agonística Exacerbado protección a la familia.
Camaleónico, capaz de adaptarse a los cambios y los escenarios. Las personas como Obiang Nguema, son tan buenos como el mundo y el poder les permite ser, pero lo bueno de esos dos entes es que, o mueres como un héroe, o vives lo suficiente para verte convertido en un villano. No hay sitio para los híbridos. Desde mi punto de vista, las diferentes personas que han atracado a Malabo, no han llegado a entender al pueblo Malabeño, para ellos, el pueblo siempre ha sido un bicho raro, por eso lo han marginado como un leproso, y no se han dado la oportunidad de disfrutar de lo que Malabo tenía para ellos.