«Un día de infierno en el cuerpo de un ciudadano de Guinea Ecuatorial II»

"Un día de infierno en el cuerpo de un ciudadano de Guinea Ecuatorial II"

Cesar Augusto Iyanga Mitogo, estudiante de la Universidad de Guinea Ecuatorial, Malabo, 11 de noviembre de 2014

Son las seis de la mañana, nos levantamos todos con la alegría de haber visto un día nuevo, esperando como siempre que surja el milagro, que las cosas cambien en nuestro país, que nos despertemos con la agradable noticia de que Obiang Nguema Mbasogo ha dimitido y ha requerido dentro de un margen de tiempo brevísimo la celebración de unas elecciones democráticas, limpias y transparentes con todos los actores de la vida política nacional, incluido el retorno de todos los exiliados políticos.

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New Billy

Pero como antes hacía alusión, todo lo anteriormente mencionado forma parte del último sueño de la noche, el que llega justo antes de levantarnos de la cama. Por fin, y muy a duras penas, nos levantamos. Sintonizamos la Radio Nacional de Guinea Ecuatorial en su estación de la Región insular, y allí tenemos el programa matutino “Panorama Nacional” . El locutor habla de estar en contacto, en pocos minutos, con el corresponsal de la Radio Nacional en Evinayong, en la provincia de Centro Sur. Mientras el corresponsal empieza detallando como amanece la ciudad, se le pierde la conexión con la emisora central y el presentador del “panorama nacional” tiene que pedir disculpas por esa perdida, motivada «por razones ajenas a su voluntad».

Termina el programa y llega el primer servicio de información “Guinea Ecuatorial a las 7”: “Damas y caballeros, muy buenos días en nombre de todo el equipo que hace posible este tiempo de noticias Guinea Ecuatorial. A las siete les habla y saluda Olegario Opo” empiezan leyendo todos los decretos presidenciales, todos los lugares de interés visitados por el Presidente de la República, Jefe de Estado, Fundador del Partido Democrático de Guinea Ecuatorial, Artífice de la Paz reinante, etc.. Todas las audiencias concedidas por la primera dama de la nación, el reparto de las chapas de zinc del hijo del presidente Fundador, las conferencias de gas del otro hijo del Fundador, pero omiten hablar de la derrota del equipo nacional ante los leopardos del Congo Kinshasa. Llega el momento de conectarse con la estación de la región continental y el periodista sale con “no podemos localizar a nuestros compañeros de la parte continental razones ajenas a nuestra voluntad”, disco rayado que incluso los mas pequeños ya conocen de sobra …

Y, con el informativo a medias, nos acercamos al baño para percatarnos de que no hay agua en el bidón. Cogemos nuestra toalla, la montamos al cuello y al río. Justo como en la edad media. Mientras, los más pequeños esperan en una cola interminable poder coger aunque sea un solo cubo de agua para la cocina… Salimos de casa, unos para clase y otros para sus distintas ocupaciones laborales . Los que más suerte tienen son los que suben a lo que llaman “Planta”, “Punta Europa”, este complejo industrial construido por los americanos a escasos metros del aeropuerto de Malabo. Llegan a un entorno limpio, bien estructurado, con unas normas extremadamente rigurosas, ni una pizca de barro, comida hasta estar hasta el gollete… Pueden divertirse, hablar de política sin que tengan que temer por si algún informador del régimen les escucha. La mayoría hablan en ingles pero también hay un grupillo que no maneja a la perfección la lengua de Shakespeare. Estos se las ingenian como pueden con un poco de “Pichi” aprendido de algún barrio de estos de nuestra ciudad capital donde el Pichi es prácticamente la lengua oficial, me refiero a New Bili Quartier, Los Ángeles, Elá Nguema, Calle Mongomo, Calle Tres de Agosto, Pinto, Obras Públicas etc. Pero en fin, el grupillo logra hacerse entender porque al final otro con mejor manejo del inglés puede echarles una mano.

Los menos afortunados son los que se dirigen a los diferentes ministerios que forman parte del dedocrático gobierno que mal gobierna Guinea Ecuatorial. Cuando entra en su despacho lo primero que encuentra, justo en la entrada de la puerta principal, es el cuadro del «milagro de la nación». No se atreve a saludar a ninguno de los compañeros porque alguien podría pensar que quiere entregarles en el Kong, “esta creencia en la práctica brujería de que se puede extraer el espíritu de una persona, para luego hacerla que trabaje para ti”. Se sienta durante unos minutos y se da cuenta de que no tiene absolutamente nada que hacer. La persona que guarda el sello del ministerio se lo ha llevado a su pueblo en Mbon Ecua, poblado del distrito de Mongomo. Varios expedientes están pendientes de ser procesados a la espera del dueño absoluto del sello del ministerio. Y en este momento llega un ciudadano. «Señor, ¿ya tenéis mi expediente completo?”. Responde el otro: “No caballero, la persona que tiene el sello está ausente”. Recrimina el ciudadano “pero, ¿cómo podéis tener un expediente en procesamiento durante dos meses? Mi hija está estudiando en China y necesita el dinerito que quiero transferirle porque dentro de un par de meses se acerca el invierno. ¿Cómo se las maravilla para comprarse ropa de invierno?”. El funcionario responde: «Señor, no me venga a echar la culpa. Yo no soy nadie en este ministerio. Sólo vengo a cumplir mi horario de trabajo». El solicitante le pone unos veinte mil entre las manos y al cabo de unos segundos, el funcionario aparece con el expediente firmado. Unos minutos después llega otro ciudadano: «¿Señor, ya habéis firmado mi expediente?”. «No, caballero”. «Ah, entonces pasaré a ver a mi primo.¡Esto es el colmo!”. El segundo ciudadano hace una llamada – la conversación se hace en fang (lengua casi-oficial de la Republica de Guinea Ecuatorial)- tras hablar durante unos minutos aparece un funcionario del ministerio y le recrimina ”¿Por qué tienes que llamar a Nguema Mba?” El funcionario se acerca le pone el sello y el señor se va.

Mientras tanto, un grupo de setenta personas esperan impacientemente en el aeropuerto Internacional de Malabo, la llegada del avión de la compañía Ceiba con destino a la ciudad de Bata, llevan un poco más de siete horas, sentados en la sala de espera. Empieza a surgir la incertidumbre, la gente pregunta los unos a los otros “cuándo llega el avión…” nadie parece saber absolutamente nada, vuelven al diminuto despacho de Ceiba en el aeropuerto para cuestionar sobre la hora exacta de la salida, pero la sala está cerrada. Entre gritos, desesperación, y alborotos, llega el comisario del aeropuerto, un tipo bajito incapaz de mantener un discurso sólido en español, se arremete contra el grupo “aquí no podéis exigir ni reclamar, el que quiera viajar cuando quiere y como quiere, que se compre su propio avión, el avión lo ha alquilado la primera dama para hacer compras de frutas para su Centro Comercial Muankaban” las horas de angustia incrementan conforme pasa el tiempo, al final se dan cuenta de que hoy, ya no podrán viajar a Bata, poco a poco empiezan a abandonar el aeropuerto, con la expectativas puestas en que mañana podrán seguir intentando su añorado viaje a la parte continental del País.

Mientras esto ocurre en los ministerios, los “universitarios» llegan a la UNGE para tomar la primera clase. Se sientan en una sala abarrotada, son de diferentes procedencias en el ámbito nacional. Esperan la llegada del profesor pero esto no se produce. El segundo se presenta a unos pocos minutos del final de su hora de clase, y empieza a dar su materia. Cuando una estudiante le recrimina “¿pero profe porque vas tan rápido?”, el profesor responde: «porque tengo que terminar este modulo hoy». La alumna insiste: «pero si usted ha llegado tarde”. El profesor carga contra la estudiante “Pedagógicamente no se puede impartir una clase en una sala con ciento veinte alumnos, además entre vosotros incluso hay gente que no sabe leer, no tenemos una biblioteca digna de su nombre, las clases las doy con mis propios libros que traje de Rusia ¿qué me vas a recriminar?”. La alumna se calla. Espera la última clase, pero otra vez falla el profesor y sale hacia el mercado a hacer las compras para la comida del día.

Llega a un lugar putrefacto, maloliente, con moscas por todas partes. Los plátanos casi medio ahogados en el barro, lombrices por doquier… “Socia, ¿cuánto cuestan estos tres dedos de plátanos?”. La vendedora responde: “cuatro mil”. La chica calcula lo que tiene el bolsillo y se percata de que ella no es de los que pueden atreverse a comer plátano en la Guinea del Petróleo y se compra cinco vasos de arroz que cuestan cuatrocientos francos, un kilo de chicharro, picante y demás ingredientes y se larga para casa.

Llega a casa y se encuentra a su hermanito con mucha fiebre y dolores de cabeza, escalofríos, transpiración, náuseas y vómitos, y una sensación de malestar general típicos síntomas del paludismo. Se lo lleva al hospital General de Malabo, un lugar digno de una película de terror, sangre por todos los lados, vómitos, personas enfermas en agonía que ningún enfermero parece prestar la menor atención. Tardan cuatro horas en ver a un médico, finalmente llega uno con síntomas de estar borracho. Hace la consulta y les da una receta larguísima. No pueden comprarse todos los medicamentos porque el dinero no llega, se compran unos cuantos y vuelven a casa.

El trayecto a casa es otra odisea, policías de tráfico que inundan cualquier esquina por donde saben frecuentan los taxistas, policías en busca de inmigrantes subsaharianos indocumentados, paran todos los vehículos, los examinan, indagan el origen de todos los ocupantes del vehículo, el hermanito no puede responder en Fang, aun anda medio aquejado. Llegan por un tramo medio intransitable, una media parte de la carretera esta bloqueada por bomberos que intentan apagar un incendio, los vehículos de los bomberos no logran acceder a la casa en llamas, la vivienda en cuestión no tiene acceso a la carretera.

 Al final consiguen llegar a casa.

Llega la tarde, y ponen otra vez la Televisión de Guinea Ecuatorial. Empieza la letanía de siempre: las grandes obras de construcción que acomete el gobierno del PDGE, los grandes logros que experimenta el país, el nivel de vida del ciudadano que ha subido drásticamente, «somos la referencia en África Central, nuestro país está alcanzando triunfos monumentales, los grandes esfuerzos que despliega el presidente de la Republica… Doctor honoris causa……. y con esta interminable lista de logros alcanzados por el Presidente Fundador del PDGE, llegan las nueve. Debería empezar ya el informativo de la Televisión pero no, hay que seguir esperando unos minutos más. Ponen una canción de Tito Bolabote, en mitad de la canción, ponen un anuncio contra el ebola y de repente empieza los informativos: Decretos presidenciales, Decretos del gran movimiento de Masas, lugares de visita del Jefe de Estado, un militante de la UDS que se afilia al PDGE, un país emergente, las chapas de zinc llegan a Añisok, el discurso del hijo del Fundador, insultos a la oposición, insultos a los enemigos externos, insultos a España, «somos un país rico», «tenemos mucho petróleo» … y en la mitad del discurso del futuro Presidente se va la luz puffff, ¡¡¡¡ todo el mundo a oscuras!!!!. Mandamos al más joven a buscar petróleo para encender las lámparas, o en defecto buscar velas cerca del barrio en cualquiera tienda de un africano del oeste y metidos en la oscuridad, con la plaga de mosquitos, nos vamos a la cama. Mañana será otro día…..

Cesar Augusto Iyanga Mitogo

Estudiante de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial.

 

3 Comments

  1. Mas acertado no se puede estar relatando el verdadero dia a dia de un guineano de a pie. Quien de los que han leido este articulo no se ha identificado con todo lo relatado en este?
    Un 10/10 de valoracion.

  2. me gusta este articulo por que habla de la pura realidad, relata sucesos que realmente ocurren dia a dia en nuestro pais y mas

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