El Gobierno de Guinea Ecuatorial está poniendo todo su empeño, parece, para destacar su capacidad de gestión de la crisis ocasionada por la pandemia del COVID19. Sin embargo, se ha topado con las críticas de la población, sociedad civil o la oposición. Y la verdad es que es difícil jugar a bombero cuando durante años se ha sido un excelente pirómano.
Lo más reciente ha sido la bronca publicada por Diario Rombe del ministro de sanidad, Salomón Nguema Owono, a una sanitaria, Nuria Obono Ndong, que dijo, en una conversación privada difundida por WhatsApp, estar preocupada por la supuesta falta de oxígeno y material en un hospital de la ciudad. El gobierno que destaca en indicadores mundiales como represor de la libertad de expresión, o que bloquea el acceso a redes social como Facebook, se encuentra con que no pudo poner puertas al mar. Las redes siguen difundiendo información. Además, como el pirómano no permite la prensa libre, esta no puede verificar las informaciones que les llegan. Y es que a pesar de los esfuerzos de comunicación y la intención del ministro de “meterle el oxígeno en la boca a la sanitaria”– dijo Ngema Owono-, es lógico pensar que la gente no se fíe del pirómano reconvertido a bombero. En 2015 el gobierno dio pábulo a una rocambolesca historia y acusó judicialmente al líder del CPDS, Andrés Esono Ondo, de querer “importar” a un enfermo de Ebola para causar la propagación de la enfermedad entre los ciudadanos.Ahora, por mucho que se diga, al ciudadano de a pie le cuesta creer en las versiones de la televisión oficial pirómana.
Varios informes sobre el país advirtieron de las carencias en los hospitales, de la falta de asistencia sanitaria a los presos, etc. Es posible que eso no sea así, según el gobierno, pero la falta de fuentes independientes de información lo hace difícil de sostener. En el índice de transparencia internacional, el país está entre lo más opacos de todo el mundo, es por tanto difícil comprender a dónde se destinan muchos de los fondos presupuestados para salud. La embajadora americana en un artículo reciente publicado también por Diario Rombe, vino a decir prácticamente que si hay algo que se asemeje a un sistema de salud es porque las empresas americanas lo han financiado. Las mismas empresas que posibilitaron a las élites del país amasar millones en cuentas opacas o que mantienen en sus consejos de administración locales a esas mismas élites aprendices de bombero.
Radio Macuto ha publicado una conversación filtrada donde el exministro de Sanidad, Tomás Mecheba, ahora miembro del senado, decía que daba por anulada su petición al gobierno de comparecer añadiendo, irónicamente, que es debido a “las cifras tranquilizadoras que día a día nos van comunicando, la abundancia de material de protección del personal sanitario, y la población en general, los muchos equipos y kits de pruebas de coronavirus disponibles”. La respuesta de la exministra y ahora presidenta del senado, Oyo Ebule, en ese grupo de WhatsApp, era que el exministro dejó el sistema sanitario actual como herencia al actual ministro. . Recordemos que en Guinea Ecuatorial gobierna el mismo partido, PDGE, desde tiempos inmemoriales y salvo excepciones de partidos satélites o coaligados al partido en el poder como el PSGE de Mecheba, todos los ministros suelen ser del PDGE. Lo más impactante de la conversación filtrada es que el exministro revela que cuando fue nombrado, le quitaron las competencias, y eso en la época de pleno apogeo del famoso plan nacional de desarrollo Horizonte 2020. Es por tanto de pirómanos hablar de situación heredada o de responsabilidad política cuando además se cobró sin competencias.
Varios técnicos sanitarios, preguntados por EG Justice, han declarado en anonimato, que el material que están usando es de la época de la crisis del Ebola, pero que ya se está acabando. Denuncian que no saben qué va a pasar si realmente la pandemia llega a la población.
El gobierno anunció medidas para afrontar la crisis. La del confinamiento es la más extendida y respetada por los ciudadanos en general. Pero si tenemos en cuenta que el Instituto Nacional de Estadística estima que hay casi 5 miembros por hogar, será difícil un confinamiento sin servicios como acceso a agua, electricidad, etc., dado el fracaso del plan de desarrollo Horizonte 2020 que preveía agua y electricidad para todos. Las medidas de asistencia social anunciadas por el gobierno solo cubren islas y zonas remotas, cuando la mayoría de la economía es sumergida, de día a día, y en muchos casos de supervivencia. Es el caso de un taxista que, anónimamente, decía a EG Justice que no le compensa salir a trabajar si solo puede llevar a una sola persona. Otros ciudadanos se quejan de la subida de los precios en los mercados para los bienes básicos. A eso se suma la arbitrariedad de las fuerzas de seguridad al exigir permisos no recogidos en la ley, además del aumento de su ya habitual acoso y extorsión en los controles callejeros.
Preocupa también la gestión del fondo creado para la lucha contra la pandemia. En un reciente informe del FMI de diagnóstico de buena gobernanza en el país, se dice en su primer párrafo que “los problemas de gobernanza y corrupción tienen considerables efectos negativos en el crecimiento inclusivo”. Precisamente el gobierno tiene que publicar una ley anticorrupción como exigida por el FMI y que todavía no ha cumplido. El gobierno además pidió contribuciones a la ciudadanía en su labor de pirómano reconvertido a bombero.
El Instituto Nacional de Estadística, en su rol de pirómano también, no publica datos de desempleo ni datos de la población por edad. Este último dato no se publica principalmente porque suele poner de relieve las discrepancias con los datos de los censos electorales. La edad o el desempleo, son datos básicos para diseñar políticas públicas, para saber cuántas escuelas necesita el país, o cuántos hospitales, o cuántos fondos se necesitará para atender a la gente que se queda sin trabajo.
La crisis obliga además a que se realicen operaciones en remoto, es decir, con las nuevas tecnologías. El país, a pesar de tener la infraestructura necesaria, tiene uno de los accesos a internet más caros del mundo. Y así el pirómano, que no pensó que la tecnología podía ser algo beneficioso para la educación, sanidad etc., ahora quiere jugar a bombero sin haber dotado a la población de los medios necesarios, manteniendo las limitaciones de conexión en pleno confinamiento, temiendo más a la libertad de expresión que a la pandemia.
Otro escándalo de pirómano ha sido la condena o escarnio público a aquellos (26) ciudadanos que decidieron dejar el país por disponer de otra nacionalidad. Las televisiones e incluso miembros del gobierno se han despachado a gusto tildando de traidores a aquellos que tienen otras nacionalidades. Un Gobierno que no expide pasaportes en las 36 embajadas que tiene por el mundo, abandonando a los ciudadanos que no tengan medios para volver al país, es el mismo que ahora critica el hecho de que se tenga otra nacionalidad. El mismo Gobierno que persigue por su ideología a médicos capacitados como Wenceslao Mansogo, es el que ahora crítica que sus ciudadanos prefieran su otra nacionalidad para poder ser atendidos en hospitales decentemente, o simplemente volver con sus familias. Otro fuego creado por los pirómanos convertidos en bomberos.
A los ciudadanos les es muy difícil creer a sus Ministros de Sanidad, no porque digan o no la verdad, sino por su falta de credibilidad, por sus fracasos en la lucha contra el paludismo, tifoidea, tuberculosis, etc., enfermedades que matan a cientos de personas en el país y que, además, se van a agravar con la crisis. A los ciudadanos les es difícil reconocer los bulos de la verdad si no pueden confiar en las fuentes oficiales acostumbradas a tergiversar acontecimientos. A los ciudadanos les es difícil pensar que el Ministerio de Hacienda pueda actuar de ayuda cuando no pudo evitar, por ejemplo, que un vicepresidente pirómano despilfarre dinero público en recomprar vehículos de lujo confiscados en Suiza. Solo uno de estos vehículos cuesta 7.6 millones de euros, la cantidad que el gobierno ha dedicado a la pandemia. La desgracia para los ciudadanos es que los pirómanos no pueden controlar sus impulsos, provocan incendios porque sí, por su simple placer, lo que significa que cuando acabe la crisis, seguirán provocando incendios.
Por: Egjustice