Muchas de las leyendas africanas hablan del Arcos Iris al igual que las americanas, asiáticas y europeas. Pero la importancia con la que escribo éste Arco Iris se centra mucho más en sus diversos colores que simplifican la esencia de cada uno de dichos colores en los ojos de cualquier inmigrante del Sur que apunta un desconocido Norte, como un joven estudiante que intenta abrir su mente para alcanzar a través de su imaginación la desaparecida historia africana negada y destrozada por sus colonos intentando comprender su inexistencia a través de los sucesos que vive.
Estas letras van dirigidas a todos los hermanos y hermanas que perdieron sus vidas en las aguas italianas y españolas recientemente en Ceuta y Melilla en busca de una supuesta “mejor vida”. A todos los casos desconocidos y otros que se avecinan.
Cuando damos el primer paso escogiendo el color verde como símbolo de vida y esperanza, creemos en lo que nos venden los medios de comunicación occidentales como solución de las penurias provocadas por nuestros propios verdugos ofreciéndonos un posible paraíso que influye directamente en nuestra toma de decisiones.
Del mismo modo, influye sobre nosotros el color azul del arco por su paz y serenidad cuando vemos a los niños blancos jugando en sus parques con sus padres y abuelos respirando aire puro “contaminado” e yendo con toda seguridad y tranquilidad en sus calles, pudiendo expresarse con libertad y (des)confianza. A la situación inversa en la que muchos de nosotros crecemos: amigos y hermanos capturados convertidos en niños soldados, nuestras hermanas violadas, la sangre inocente que corre en nuestras selvas y ríos por la violencia de los más fuertes, exterminios de las tribus mayoritarias a las minoritarias provocadas por los intereses de las empresas multinacionales o estados poderosos y la gran lacra social de la ignorancia donde gran parte de las poblaciones carecen de estudios primarios o simplemente saber leer y escribir.
La alegría que transmite el color Amarillo en la infancia y la juventud de los niños occidentales se ve reflejada en las carcajadas hipócritas de sus gobernantes que roban sustentando en parte nuestras desgracias a favor de los desalmados de nuestros depredadores dirigentes; alimentados por el “ergo sum” y la ambición de perpetuarse en el poder. Cuando miro el rostro de mis hermanos y hermanas, padres, abuelos y el mío; veo a través de nuestros ojos la tristeza que invade nuestras almas, y, a pesar de todo, te sonreímos con una bella virtud mostrando nuestros relucientes dientes que brillan como las espumas de nuestras aguas junto a nuestra brillante y oscura piel de ébano resignados por la situación a falta de una solución favorable.
La salud y fuerza que representa el color Naranja en los llamados seres humanos con sus derechos plasmados e interiorizados en la carta de la naciones unidas signo de necesidad por sus existencias, se nutre en el “Norte” para su población como unos pilares del “estado de bienestar”, mientras somos tutelados por solo cinco miembros que deciden ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿Cuándo? Y ¿dónde?.
El valor que tenemos al tomar la decisión de abandonar nuestros hogares y el peligro que corremos en el transcurso de viaje, lo heredamos del color que corre en nuestras venas “color rojo” que supone la lucha por un objetivo “mejor vida” a cambio de la que nos encontramos. El amor a nuestros seres queridos prende sobre nosotros una llama inextinguible hasta realizar nuestros sueños, (in)alcanzar el EUROPARAISO para los supervivientes.
Llegar y poder conseguir un trabajo para ayudar a nuestros familiares con lo poco que ganamos en EUROPARAISO, nos obliga a aceptar a cualquier precio y condición sumergirnos en la nueva esclavitud del siglo XXI. Trabajar 12 horas diarias cobrando una miseria y enriqueciendo a la empresa.
¿Nada que hacer ante dicha situación? NO. NO cuando piensas en tu familia y en tu aportación por su supervivencia y la trayectoria recorrida y los años perdidos. Duplicas tus esfuerzos para conseguir la documentación “si trabajas en la sombra” o pagando la seguridad social para mantenerla y no ser deportado en cualquier momento por los polifachas; deportandote a la vida terrenal “agustiniana” de la ciudad de Dios que es el infierno terrestre.
Otros que llegan al destino y son encerrados en “BLACK BEACH” que son los CIES con condiciones infrahumanas arrepentidos por el sufrimiento del transcurso donde han tenido que ver morir a sus amigos, tomar sus propias orinas, comer gusanos, pasar mucha sed en el desierto del Sahara descalzos bajo el sol a una temperatura muy elevada, huir de los atracadores, extorsionados y maltratados en África blanca por su condición de piel, trabajar duramente en las costas norteafricanas para gastar un dinero por su viaje para entrar a las puertas de Europa y encontrarse con una situación peor de la que se imaginaban.
Sin embargo, al salir de allí perdidos nos encontramos en la calle señalando espacios en los parckings públicos de los diversos coches que quieran aparcar y ganar un eurillo. Total, emprendemos un viaje en el cual desconocíamos del color negro de nuestro arco iris y nos encontramos a la intemperie.
Nunca habíamos visto el color NEGRO en un ARCO IRIS hasta emprender un viaje al EUROPARAISO, cuando, nuestros abuelos nos comentan en el pueblo que fuimos llevados en contra de nuestra voluntad hace poco; y, cuando ahora venimos con voluntad propia, nos rechazáis.
El color NEGRO del ARCO IRIS aparece por primera vez en el siglo XXI en los países occidentales como un peligro de la inmigración africana hacia Europa, equiparándolo en el seno de la unión europea al mismo nivel que el TERRORISMO. Blindar las puertas europeas (España e Italia) con unas vallas de cuchillas que nos cortan la piel y en otras ocasiones como las recientes, dejarnos ahogar en la mar.
Están convencidos que no hay otras políticas que adoptar utilizando la última opción de la definición de la política, “la utilidad de la coacción” frente a unos indefensos. ¿Habéis agotado el resto de pautas? Creo que no.
Nos ofrecen el color Añil del silencio que representa su arco impuesto por sus normas despiadadas y crueles. Pero lo rechazamos, repudiamos éste maleficio de silencio y seguimos reflexionando las posibles salidas de nuestra causa que, al parecer, sigue siendo perdida por todos.
Espero que algún día se pueda rendir cuentas de estos homicidios.
Autor: ONDO ANGONO, PEDRO ONDO
Fuente: abahacasadelapalabra