Hace apenas 30 días, Manuela Roca Botey, la primera mujer en ocupar el cargo de Primera Ministra en Guinea Ecuatorial, presentó su dimisión, desvelando las profundas grietas del poder en el régimen guineoecuatoriano. Esta renuncia no solo expone las crecientes tensiones dentro del gobierno, sino que desenmascara el verdadero rostro de un régimen asfixiado por la desmesurada influencia de Teodorín Nguema Obiang Mangue alias Teddy, hijo del dictador Teodoro Obiang Nguema Mbasogo. Teodorín ejerce un control que sofoca cualquier atisbo de autonomía en la gestión estatal.
Desde su nombramiento en febrero de 2023, Roca Botey se vio obligada a maniobrar en un entorno hostil, donde cada decisión era vigilada y frecuentemente saboteada por las constantes intromisiones de Teodorín. Este último ha demostrado estar más interesado en consolidar su control absoluto sobre el país que en permitir un gobierno funcional. Su doble rol como vicepresidente encargado de la Defensa y brazo ejecutor de su padre lo ha convertido en juez y parte de un sistema político sofocante, donde las instituciones no son más que marionetas a su antojo.
La dimisión de Roca Botey no es simplemente un acto de protesta, sino un grito de alerta sobre el estado de un país donde el poder se acapara en lugar de compartirse. Con Teodorín al mando de facto, la posibilidad de una gobernanza justa y efectiva en Guinea Ecuatorial es una quimera, ahogada por la ambición desmedida de un hombre dispuesto a destruir cualquier oposición en su camino hacia la dominación total.
El cinismo del régimen alcanzó nuevas cotas cuando el propio Teodoro Obiang Nguema, presidente de la nación, insultó públicamente a los miembros del gobierno en funciones, calificándolos de «estúpidos». Este desplante revela su desesperación por mantener un control absoluto, olvidando que su hijo, Teodorín, carece tanto de la capacidad para dirigir el gobierno como del dominio del idioma español, conduciendo los asuntos del Estado con la ignorancia de un déspota.
La renuncia de Roca Botey no fue resultado de su ineptitud, como el régimen intenta hacer creer, sino de la asfixiante presión ejercida por un hombre que no tolera la más mínima sombra en su búsqueda por controlar todos los resortes del poder. Con Teodorín dictando las reglas y su padre protegiéndolo, la posibilidad de una gestión gubernamental efectiva se disuelve, dejando a la nación atrapada en un ciclo vicioso de represión, incompetencia y ambición desbocada.
Choque de trenes
La reciente dimisión de Manuela Roca Botey ha sido un movimiento calculado en el ajedrez político de Guinea Ecuatorial, donde el poder se juega sin escrúpulos y con un desprecio absoluto por la transparencia. En su lugar, el dictador Teodoro Obiang Nguema ha designado a Manuel Nsue Osa Nsua, un banquero corrupto y miembro de su círculo íntimo, como nuevo Primer Ministro. Sin embargo, el nombramiento de Nsue Osa no es un simple cambio de figuras o el típico juego de poder en el que el reemplazo es simplemente una marioneta; él es un político astuto y calculador, cuya rivalidad con Teodorín Obiang promete intensificar el caos.
Teodorín Nguema Obiang y Manuel Nsue Osa comparten más que un puesto en el gobierno: ambos están sumidos en la corrupción y la ambición, pero también en una rivalidad personal que ha erosionado su relación. Teodorín nunca le ha perdonado a Nsue Osa haber recurrido al dictador para evitar una auditoría del Banco Nacional de Guinea Ecuatorial, y ahora ve la oportunidad de ajustar cuentas. Según fuentes cercanas al palacio presidencial en declaraciones a Diario Rombe, Teodorín planea cesar a Nsue Osa en unos meses para asegurarse de que su poder no se vea amenazado, “ese era su objetivo, deshacerse de él en BANGE”. Sin embargo, Nsue Osa tiene un as bajo la manga: posee copias de los secretos financieros de los Obiang, en especial, de Teodoro Nguema Obiang Mangue.
En esta lucha de poder, Teodorín ya ha comenzado a rodearse de figuras leales, como Gaudencio Mohaba Mesu, presidente del Parlamento y ahora Viceprimer Ministro encargado de Comercio, Promoción Empresarial y Energía. Mohaba Mesu es conocido por su adulación incondicional a Teodorín, lo que asegura su lugar en el círculo íntimo de un hombre que no tolera la disidencia. La nueva configuración del gobierno no solo reflejará la corrupción sistémica del régimen, sino también la peligrosa concentración de poder en manos de un sucesor dispuesto a aplastar a cualquiera que se interponga en su camino. En los próximos días, la composición del gobierno será clave para determinar si Obiang apuesta por Teodorín o recurre a su vieja guardia para deshacerse de su incompetente hijo en favor de un sucesor alineado con los barones del PDGE.
En un gobierno marcado por la incompetencia, Teodoro Obiang Nguema parece olvidar una máxima fundamental: «Si algo puede salir mal, saldrá mal».