Sir Lucky Dube
CIUDADANO Y COMUNICADOR
“Es una locura para las ovejas hablar de paz con un lobo.” —Thomas Fuller.
Andaba yo anoche husmeando por el canal on line de RTVGE para confirmar la broma de Diálogo Nacional que se está celebrando en la capital de nuestro solar patrio, cuando, entre tanto, en la sección de noticias deportivas, un periodista comentaba sobre la victoria, la derrota o el próximo partido —no lo recuerdo con exactitud— de un equipo de la liga nacional de fútbol cuyo nombre es casi un oxímoron: Leones Vegetarianos Fútbol Club.
Debo confesar que me ha costado un rato recuperarme del titánico esfuerzo de imaginar a un león de la sabana africana rumiando unas zanahorias a la hora del almuerzo, en lugar de andar por esos mundos de dios cazando cebras y hienas que, por otro lado, no harían sino que subirle el colesterol al pobrecito león… Pero al cabo de un rato, como digo, me he repuesto del esfuerzo y ha sido entonces cuando he establecido un cierto paralelismo —obviamente ficcionario e imaginario, aunque bastante bien hilado (‘se non è vero, è ben trovato’)— entre un ingenuo individuo que llega a creerse que, por arte de encantamiento, un león adulto y en uso correcto de sus facultades de depredador pueda desprenderse de tales facultades para hacerse vegetariano y un grupo de políticos —véase algunos ‘opositores’— que llegan a creerse que ese león llamado Obiang, también por arte de encantamiento, aunque nunca tuvo facultades mentales de las que presumir, puede quitarse el traje de dictador para convertirse en un demócrata convencido, con quien se puede dialogar, por ejemplo, sobre DDHH y Democracia.
Bromas y ficción aparte, debo decir que más de una vez he tratado de comprender el punto de vista de quienes, desde la oposición, opinan es necesario acudir a las citas que convoca Obiang argumentando que esos eventos son, al menos, un escaparate donde colocar un mensaje; un espacio de visibilización que debe aprovechar la oposición, habida cuenta de que la dictadura no brinda demasiadas oportunidades para ser confrontada a través del diálogo. Como digo, alguna vez he tratado de comprender la postura de quienes piensan de ese modo. Sin embargo, es claro que de ese tipo de eventos saca mucho más provecho el dictador que la oposición. Los avances producidos gracias a las mesas de diálogos donde participa la oposición son, a mi juicio, inexistentes; desde la primera (1993) hasta la actual (2018) se desarrollan todas bajo el mismo patrón: Obiang haciendo de juez y de parte, y todos los demás cumpliendo con su papel de ‘tontos útiles’ —valgan las comillas—, que es para lo que les convoca Obiang; para ayudar a que su dictadura parezca menos dictadura. Todos los años, como condición, desde la oposición se pide amnistiar a los presos de conciencia, y todos los años Obiang comunica que SÍ, pero luego acaba siendo que NO. Todos los años se solicita observadores internaciones —y se entiende que neutrales— y nunca acaba viniendo nadie a quien se pueda considerar como observador o como neutral, aunque internacional sí que suele haber alguno. Todos los años se pide dialogar en territorio neutral, y en eso Obiang nunca engaña “…la política, como la ropa sucia, se hace, o se lava, en casa…” suele repetir con insistencia y convencimiento nuestro dictador ‘favorito’… Decía Albert Einstein que es de locos hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes; engañarnos una o dos veces puede que sea culpa de Obiang, pero hacerlo casi siempre ya es un poco culpa nuestra; y empieza a resultar bastante incomprensible y difícil de explicar que personas llevan tanto tiempo haciendo política en Guinea sigan acudiendo a los saraos que se organizan para mayor gloria del dictador, aunque lo hagan con la mejor de sus intenciones. En todo caso, y sin menoscabo de lo anterior, reconozco haber visto y oído –por la tele– a algún interviniente haciendo preguntas o planteando cuestiones de cierta importancia; el hecho es que todo ello quedará, como siempre quedó, en agua de borrajas.
No quisiera que de este artículo se infiriera, en modo alguno, una descalificación o desautorización de la oposición que ha optado por asistir a la mesa de diálogo. Primero porque el arriba firmante no es quién para descalificar ni desautorizar de nada a nadie. Lo que pretendo es reflexionar —y en algún caso criticar para construir— sobre algo que se lleva produciendo desde hace mucho tiempo y que no parece, al menos a mí no me lo parece, que esté dando muchos frutos; antes al contrario, va en beneficio del dictador. Y no hay más mirar hacia un pasado no tan lejano que nos demuestra que ni los dictadores pueden ser demócratas, ni los leones pueden ser vegetarianos, a menos que sean el nombre de un equipo de nuestra liga nacional de fútbol.
Somewhere in South Africa
Sir Lucky Dube
¡One Love!
XVIII/VII/MMXVIII