Sucedáneos de líderes

Sucedáneos de líderes

Sir Lucky Dube

CIUDADANO Y COMUNICADOR

«El problema que tienen las dictaduras, aparte de su represión, es que muchas veces engendran una oposición que es igual o similar a ellas.» —Julio Anguita.

Dice un proverbio africano que: “hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando a los cazadores”. Así se explica que rara vez, tanto en occidente como en África, los libros de historia reconozcan la participación de la África colonizada como una de las claves de la victoria de los Aliados frente a las Potencias del Eje en la IIª Guerra Mundial. La realidad, sin embargo, es que muchos de nuestros abuelos perecieron y triunfaron en una contienda cuyas causas fueron más occidentales que africanas. El caso es que la contribución de los nuestros en la victoria contra el fascismo fue, a su vez, una de las claves para la descolonización de nuestro continente. También ayudó, todo hay que decirlo, el hecho de que la guerra había mermado económicamente a los imperios coloniales, de modo que el negocio de colonizar empezaba a generar más gastos que beneficios. Esa mal llamada –y mal realizada– descolonización tuvo como consecuencia lógica el nacimiento de estados fallidos en todo el continente. Por un lado, nuestros países carecían –y aún hoy carecen, al menos en el caso de Guinea Ecuatorial– de ciudadanía; es decir, de personas que, en conciencia, operasen como sujetos de derechos civiles y políticos, y que también fueran conscientes de sus deberes como tales ciudadanos. Por otro lado, y ligado a lo anterior, carecíamos –algunos países más que otros– de personas académica y profesionalmente capacitadas para asumir la empresa que supone hacer funcionar un país recién parido; esta carencia, además, era, en buena parte, consecuencia de los métodos de control y dominación de los colonizadores, métodos en virtud de los cuales se promocionaba a puestos de relativa relevancia a los nativos menos dotados intelectualmente al tiempo que se perseguía, reprimía y asesinaba a nuestros hombres de mayor talento. En tercer lugar, y no por ello menos importante, el proceso de descolonización obligó a nuestros países adoptar modelos de estado –ergo modelos de convivencia– que, al ser occidentales, no casaban bien con nuestras realidades culturales y tradicionales; esto último nos situó en esa especie de tierra de nadie de la que alguna vez he hablado. Casi nos habíamos olvidado de cómo ser africanos y no habíamos aprendido a ser occidentales. Vagábamos errantes en una suerte de limbo del que aún hoy tratamos de salir.Sucedáneos de líderes

Huelga decir, en lo que a Guinea Ecuatorial respecta, que tanto Macías como Obiang –y cuantos con ellos han colaborado– son producto de lo anteriormente descrito. Lo que a menudo se nos escapa es que buena parte de quienes hoy se dicen líderes de la oposición también son producto del mismo proceso histórico. Por edad, educación y herencia recibida nuestros opositores son también herederos del colonialismo, del régimen de Macías y, tras casi cuarenta años de vigencia, también del régimen de Obiang. Este hecho, en buena medida, explica las carencias de nuestros opositores; aunque hay quien piensa que el simple hecho de ser –o decir ser– opositor ya le libra al sujeto de tener carencias o defectos. Este hecho, en última instancia, es la razón por la que la llamada oposición guineana incurre, muchas veces, en los mismos errores/defectos que tan justamente atribuimos a Obiang y a su régimen.

En alusión a nuestra alícuota parte de responsabilidad en la eternización del régimen actual así como en el mal funcionamiento de nuestro país, siempre he dicho que los políticos, en tanto que producto de nuestra sociedad, son la manifestación pública de lo que somos como conjunto, como sociedad; son el síntoma de una enfermedad de somos nosotros. Y eso, como no puede ser de otro modo, incluye a los llamados líderes de la oposición y a sus allegados. Así se verifica que la oposición que hemos parido no funciona en base a criterios meritocráticos porque nuestra sociedad no es meritocrática, no tenemos por costumbre premiar ni proteger el talento, ni son las persona mejor preparadas profesionalmente las que ocupan los puestos de mayor responsabilidad. Nuestros opositores se boicotean, se envidian, se calumnian y se traicionan los unos a los otros porque ésos son valores predominantes en nuestra sociedad. La poca capacidad de reconocer méritos o virtudes en los demás y la humildad que se precisa para aceptar las debilidades o carencias propias son también rasgos que identifican a nuestra sociedad y, por ende, a nuestra oposición. Otros rasgos flagrantes de nuestros opositores son su ambición por un poder más ficticio que real, su sectarismo, su mediocridad en la mayoría de los casos, su falta de discurso, sus complejos –mayoritariamente de inferioridad– que se manifiestan de muy diversas maneras y, sobre todo, su incapacidad para reconocerse incapaces de asumir liderazgos. Y de eso también hay mucho en la sociedad. En Guinea Ecuatorial cualquier iluminado, cualquier energúmeno –véase Gabriel Nsé Obiang– puede erigirse en líder sin que nadie le exija una hoja de servicios; sin que nadie se pregunte quién es, qué ha hecho, de dónde viene o con y para quién ha trabajado en el pasado. Una sociedad con la intención de aspirar a algo serio no puede producir líderes, o mejor dicho, sucedáneos de líderes sin un mínimo de ilustración; sin mínimos valores éticos; sin una mínima coherencia entre lo que dicen y lo que hacen; sin una mínima capacidad para articular un discurso sensato y racional, más allá de los lugares comunes y demagogia fácil a la que se recurre a menudo. Eso no es serio.

Todas esas carencias y algunas más (que por razones de espacio y tiempo dejo a cargo de la imaginación del lector), por un lado, hacen imposible que nuestros opositores den con el modo y las razones para «unirse no para estar juntos, sino para hacer algo juntos»; y, por otro lado, hacen que ningún grupo político, ningún sucedáneo de líder tenga nada parecido a un proyecto de país para el día después de Obiang. Así las cosas, me inclino a pensar que militar en la oposición, en lugar de ser el medio para un fin es, para muchos, un fin en sí mismo. Una eventual desaparición de Obiang sacaría a relucir las carencias de muchos de nuestros sucedáneos de líderes y dejaría a más de uno sin alguien a quien atribuir fracasos profesionales y frustraciones personales. Muchos opositores se encontrarían en una tesitura que les obligaría a valerse por sí mismos, a demostrar un talento y una capacidad de la que, evidentemente, carecen. Sin Obiang los opositores podrían encontrase frente a un pueblo dispuesto a exigirles; tendrían que demostrar la condición de demócratas y de hombres de estado de las que tanto alardean sin apenas saber lo que ello implica. Y muchos, sabedores de su incapacidad para casi todo, están en la oposición para estorbar e impedir que las cosas avancen; esperando que si algún día avanzan, su estorbo les sirva de excusa y les haga merecedores de algún reconocimiento en forma cargo o retribución económica, so pretexto de haber militado en la oposición.

En alguna ocasión dije sobre la situación de Guinea poco quedaba por decir y escribir. Al menos en mi caso, no tengo ya la intención de convencer de nada a nadie. Quien a estas alturas de la película no se ha enterado, ya no va a enterarse de mucho. Francamente, escribo casi por razones terapéuticas; para entender el mundo que nos golpea y para mantener a raya a mis demonios internos, con el silencio y la noche como cómplices… En ello ando cuando, pensando luego existiendo (cogito ergo sum), recuerdo algo que oía decir mucho a mis mayores cuando era niño. Algo que hoy, al menos para mí, se revela como una mentira, o como algo que hace tiempo que dejó de ser verdad. Y es que los africanos siempre hemos presumido de que valores como la generosidad, la solidaridad y la prevalencia de lo colectivo sobre lo individual son –o eran– rasgos característicos de nuestras sociedades tradicionales. Opino que, asumiendo eso como cierto, quizá ha llegado el momento de reconocer que poco de africano queda en nosotros cuando somos incapaces de trabajar de forma conjunta o coordinada para debilitar a una dictadura que si no sigue destrozándonos la vida es porque ya no hay vida que destrozar en nosotros… Poco queda de africano en nosotros cuando el CPDS se siente más cercano al padrinazgo del PSOE que al resto de partidos y sensibilidades del país. Poco queda de africano en nosotros cuando el llamado Partido del Progreso, democracia cristiana mediante, entiende que le unen más cosas con el PP español que con el resto de partidos y sensibilidades del país. Y así con casi todos los partidos, líderes y sucedáneos. Así con todos. Obviamente, cuando lean esto –si es que lo leen; porque a juzgar por sus discursos está claro que nuestros líderes leen más bien poco– lejos de reflexionar sobre el contenido del artículo procederán a negar la mayor, primero; y a matar al mensajero, después. Pero oigan, «hechos son amores; y lo demás, buenas razones»

Somewhere in South Africa

Sir Lucky Dube

¡One Love!

XXIX/III/MMXVII

P.D.: Igual que Obiang es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta; la oposición guineana es, en su mayoría, penosa y mediocre, pero es nuestra oposición.

4 Comments

  1. Fijen una cosa, en las publicaciones de diferentes intervenciones que hacemos, está claro que la gente que hace las publicaciones anónimas viven y residen en Guinea Ecuatorial. La pregunta es ¿porqué no pueden dar sus nombres?, simplemente porque estamos oprimidos, porque el grado de dictadura es alta. Nosotros aquí en Guinea Ecuatorial ya no queremos esas comparaciones intelectuales ni cuestionar las personas físicas. Yo aquí soy de Ebibeyín Kie Ntem, pero no me interesa si Gabriel Nze Obiang trabajó con Obiang o no, lo que le interesa actualmente al pueblo Guineano actualmente es sacar a Obiang del poder. Por lo consiguiente actualmente el pueblo guineano es capaz de estar de tras de un burro o un loco, con tal de que les garantiza sacar a Obiang y su familia del poder. Muchas gracias y saludos.

  2. Interesante artículo. Hay, ciertamente, muchas verdades en su escrito. Sin embargo, creemos que, en muchos aspectos, usted «peca» de demagogo, con un discurso lleno de contradicciones, a la par que, no se ajusta (o no hace justicia) a la realidad histórica de nuestro país. Por otro lado, amén del excelente diagnóstico de uno de los problemas que hoy nos aquejan, usted no plantea posibles soluciones.

    Estamos de acuerdo con lo de que «la mal llamada descolonización tuvo como consecuencia lógica, el nacimiento de estados fallidos en todo el continente». Esto es irrefutable. Sin embargo, cuando usted habla de la carencia de personas académicas, y profesionalmente capacitadas para asumir la empresa que supuso hacer funcionar nuestro país, comprendemos lo que quiere decir, pero nos preguntamos ¿de dónde se supone que iban a formarse esas personas si no era en las universidades coloniales? ¿Es que, era posible adquirir una formación nativa que capacitara para eso? Y si la formación a la que usted hace mención debía de ser adquirida en la metrópoli española, que usted desdeña, y en cuya lengua escribe ¿es que, es posible que después de haber estudiado, uno se escindiera consigo mismo y actuara en contradicción con lo que había estudiado?

    Si habla de carencia de personas capacitadas para asumir la dirección del nuevo país, usted incurre en otra contradicción, sin ser por ello falsa la afirmación, cuando sostiene que «el proceso de descolonización obligó a nuestros países a adoptar modelos de convivencia propios de “Occidente”, que no casaban con nuestras realidades culturales y tradicionales». ¿No es en Occidente donde debían ser formados los que iban a asumir la dirección del nuevo país? Esto es demagogia, porque, por un lado, usted recrimina la carencia de gente preparada y por otro lado, le carcome el hecho de que los valores impuestos por parte de España, nos habían hecho «olvidar» cómo era ser africano. A la sazón, según usted, habíamos aprendido a ser occidentales. ¿Dónde quedaron la generosidad, la solidaridad y la prevalencia de lo colectivo sobre lo individual que son –o eran– rasgos característicos de nuestras sociedades tradicionales?

    Incurre en otra contradicción cuando usted, con toda la razón del mundo, acusa a la dictadura de Macías y la de Obiang, junto con la oposición de ser fruto del colonialismo, y de haber heredado las formas y criterios de este, siendo que antes, echabas de menos gente que se hubiera “formado” para llevar adelante el nuevo Estado. Es más, los valores y principios que usted reivindica, son propiamente (por historia y desarrollo) “occidentales”.

    Usted dice una cosa y la contraria. No creemos que nos quede poco de africano -si es que hoy, en este mundo tan globalizado, alguien sepa exactamente qué es eso- cuando el CPDS se siente más cercano al padrinazgo del PSOE ¿que al resto de partidos y sensibilidades del país? Es normal que un opositor socialdemócrata, ya sea por afinidad ideológica o por lo que sea, en este mundo cada vez más globalizado tenga visión de miras y pueda pedir “ayuda” en otras latitudes del mundo. En esto consiste también el ser humildes, y de reconocer que no lo sabemos todo, y que, sin cerrarnos en banda, de otros podemos aprender.

    No estamos de acuerdo con lo que dice en lo relativo a la ciudadanía. Da la sensación de que usted tiene un concepto erróneo de la misma. No es verdad que nuestro país careció de «ciudadanía». La descolonización auspiciada por los propios nativos, y, dependiendo del caso, de la comunidad internacional, no propició, de facto, una carencia de derechos civiles y políticos. Al contrario, en nuestro caso (Guinea Ecuatorial), obtener la independencia venía a traer justamente eso: derechos y libertades. El hecho de que no supiéramos encajarlo, denota, tal vez, nuestra “incapacidad” natural de vivir concorde a esos principios. Lo cual, significa que los pueblos que hoy conforman Guinea Ecuatorial nunca habían vivido como «personas que, en conciencia, operasen como sujetos de derechos civiles y políticos, y que también fueran conscientes de sus deberes como tales ciudadanos» (Esto fue precisamente lo que nos propusieron los colonos, para la post-colonización y se refleja claramente en todas las primeras constituciones africanas).

    En efecto, «por edad, educación y herencia recibida nuestros opositores son también herederos del colonialismo, del régimen de Macías y, tras casi cuarenta años de vigencia, también del régimen de Obiang». Es de cajón que eso sea cierto, no podía haber sido de otra manera ¿de dónde cree que iba a salir la gente que pusiera en marcha el nuevo Estado? ¿de la luna? ¿De las tumbas? Y es una falacia, e incurre en otra contradicción al decir que esto es lo que explica las carencias de nuestros opositores. Usted hace enmienda a la totalidad y mete a todos los opositores en un mismo saco, como si lo característico de la persona humana fuera la homogeneidad. Bien sabemos que no hay dos personas iguales. Habrá opositores honestos y deshonestos, lo que sí no podemos olvidar es que, cada uno es hijo de su tiempo. Ni tampoco podemos obviar, a la ligera, la carga de la historia. Cada país es su historia.

    Si afirma que «tanto Macías como Obiang –y cuantos con ellos han colaborado– son producto de la colonización», incurres en otra contradicción cuando afirmas que esos políticos son producto de una sociedad que somos nosotros. ¿No era que esos políticos eran producto de la colonización? Y si esto es cierto, ¿no lo es también cierto el hecho de que tanto el Pueblo como sus políticos son producto de la colonización?

    Nos asombra el pesimismo antropológico que demuestra al afirmar que «Nuestros opositores se boicotean, se envidian, se calumnian y se traicionan los unos a los otros porque ésos ¿son valores predominantes en nuestra sociedad?». Somos ciudadanos guineoecuatorianos, y le aseguramos que nos han educado en valores completamente distintos de los que usted menciona.

    Desde «Otra Guinea posible», creemos que usted nos insulta cuando afirma que «En Guinea Ecuatorial cualquier iluminado, cualquier energúmeno puede erigirse en líder sin que nadie le exija una hoja de servicios; sin que nadie se pregunte quién es, qué ha hecho, de dónde viene o con y para quién ha trabajado en el pasado». Además, con lo anterior incurres en otra contradicción cuando afinas que « Sin Obiang los opositores podrían encontrase frente a un pueblo dispuesto a exigirles; tendrían que demostrar la condición de demócratas y de hombres de estado de las que tanto alardean sin apenas saber lo que ello implica». Es que ¿hoy nuestro pueblo es el más insensato del mundo, y cuando se muera Obiang, por arte de magia pasará a la más sublime sensatez? Esto es demagogia.
    Atentamente: Otra Guinea Ecuatorial es posible.

  3. Siempre sospeché que no fue nada casual que en algunos países de África, despúes de la descolonización tuvieran como presidentes o lideres auténticos criminales, analfabetos, incultos, no fue nada casual y mis sospechas lo viene a aclarar este excelente articuló de Ondo Ela, sir Luky Dube, todo fue orquestado pero muy bien planificado para aislar y quitar de en medio a los africanos más cultos, aquellos que por lo menos podían dirigir las riendas de esos países como el nuestro la Guinea Ecuatorial, nadie puede entender que los pocos intelectuales que teníamos en el pais, sobre todo aquellos que habían colaborado y trabajado durante largo tiempo con el colono adquiriendo los conocimientos de la funcionalidad de un estado moderno, fueran aniquilados y borrados de la historia del país y de una forma cruel y tajante; ahora nos estamos enterando quienes fueron los verdaderos artífices de la independencia de nuestro país y la suerte ha querido que por lo menos uno de ellos siguiera en vida y con pruebas. Cual ha sido mi asombro, cuando todo lo que hasta ahora sabía o había leído sobre Guinea, mi país nada se ajustaba a la realidad…Fue una vendetta (venganza) de los Españoles a aquellos espabilados negros que querían aparentarse a ellos?, o fue porque fueron los más dinámicos, porque ya sabían cómo se lo montaban los países occidentales con sus colonias?, o simplemente fue sembrar el caos, como dice la frase o conmigo o el caos (Rafael Evita, José Loeri Combá, Saturnino Ibongo, Armando Balboa, Abilio Balboa Atkins, Antonino Eworo y Francisco, Adolfo Obiang Bikó, Armando Balboa Dougan, Francisco Salomé jones, Atanasio Ndong Miyone y Tomás Mbuemangongo),Cómo se explica que estos elementos más o menos formados nadie sepa nada de lo que hicieron?…carecíamos –algunos países más que otros– de personas académica y profesionalmente capacitadas para asumir la empresa que supone hacer funcionar un país recién parido; esta carencia, además, era, en buena parte, consecuencia de los métodos de control y dominación de los colonizadores, métodos en virtud de los cuales se promocionaba a puestos de relativa relevancia a los nativos menos dotados intelectualmente al tiempo que se perseguía, reprimía y asesinaba a nuestros hombres de mayor talento…

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