En un acto que desenmascara las intrigas palaciegas de Guinea Ecuatorial, Teodoro Nguema Obiang, conocido como Teodorín, ha dado un golpe maestro en su camino hacia el poder absoluto, desterrando a su hermanastro Gabriel Mbega Obiang Lima del gobierno. Esta maniobra no solo evidencia la lucha descarnada por la sucesión, sino que también deja al descubierto las grietas en una familia que ha monopolizado el poder durante décadas. Teodorín, el hijo del presidente Teodoro Obiang y la influyente Constancia Mangue, ha demostrado que en este juego de poder, no hay lugar para segundones, y menos para uno que amenazaba con eclipsarlo.
La destitución de Gabriel marca un hito sombrío en la política del país. Considerado por muchos como el más capacitado para continuar con el legado de su padre, Gabriel ha sido humillantemente apartado del círculo de influencia, quedando relegado a la sombra, sin cartera ministerial por primera vez desde 1997. Pero, ¿es este realmente el fin de Gabriel o simplemente un movimiento calculado en una partida de ajedrez mucho más compleja?
La caída de Gabriel comenzó en febrero de 2023, cuando Teodorín, en una jugada digna de un caudillo, lo relegó al Ministerio de Planificación y Diversificación Económica, una cartera que parecía más una trampa que una promoción. Desde esa posición, Gabriel intentó mantener su influencia en la industria petrolera, un sector que había dominado junto a su socio camerunés, NJ Ayuk. Pero ni todo el petróleo de Guinea Ecuatorial pudo salvarlo de la embestida de su hermanastro.
En lugar de Gabriel, Teodorín ha decidido apostar por Antonio Oburu Ondo, un hombre cuya riqueza descomunal y dudosa reputación lo colocan entre los más oscuros personajes del régimen. Implicado en numerosos escándalos de corrupción, asesinato y vinculado a la secta satánica Rosacruz, Oburu parece ser la pieza que Teodorín ha elegido para asegurarse el control del tablero, sin importarle el costo moral o ético.
Sin embargo, desde su nombramiento como Ministro de Petróleo en 2023, Oburu ha desplegado una campaña de autopromoción, tanto a nivel internacional como local. Pero detrás de esta fachada se esconde una ambición desmedida, que para muchos es una señal clara de que Oburu no solo es un peón en esta lucha, sino un jugador que busca su propio reino. ¿Se convertirá Oburu en un aliado leal o en un nuevo rival para Teodorín?
El ascenso de Teodorín va más allá de la simple expulsión de su hermanastro. Está rodeándose de leales, muchos de ellos miembros de la Asociación Hijos de Obiang, consolidando su poder en un gobierno que ya gobierna de facto. Este movimiento es más que una consolidación de poder; es un claro mensaje de que la sucesión no es una cuestión de «si», sino de «cuándo». Teodorín se perfila como el heredero indiscutible, pero, ¿será este un triunfo duradero?
La expulsión de Gabriel, sin embargo, podría no ser una victoria completa. Conocido por su astucia, Gabriel no ha desaparecido de la escena política. Arropado por asesores extranjeros con una habilidad formidable en el juego geopolítico, Gabriel espera su momento, observando cómo Teodorín quema sus recursos y alianzas. Lo que parece ser una victoria aplastante podría transformarse en una prolongada batalla por el control final del país.
Teodorín Obiang parece estar aplicando en Guinea Ecuatorial una estrategia similar a la utilizada por los otomanos en su lucha por el poder. Al igual que los sultanes otomanos, que eliminaban a sus medio hermanos para asegurar su trono, Teodorín ha desplazado a su hermanastro Gabriel Mbega Obiang Lima del gobierno, consolidando así su posición como heredero indiscutible. Este movimiento recuerda a la brutal eficiencia de Selim I, quien eliminó a dos de sus medio hermanos poco después de ascender al poder, asegurando su control absoluto sobre el imperio. Además, Teodorín ha eliminado del tablero político a otros hermanastros como Ruslan Obiang, María Jesús Ada Obiang Mangue y Guillermo Oña Obiang Saw, consolidando aún más su dominio sobre el país.
En el entorno de Teodorín, la consigna es clara: en una manada de leones, solo puede haber un líder. Pero Gabriel, con su paciencia y estrategia, podría estar preparando un contraataque que podría volver a inclinar la balanza. La sucesión en Guinea Ecuatorial sigue siendo un juego abierto, donde la astucia, la traición y el tiempo serán los árbitros finales de este drama dinástico.
