“La creación de sujetos políticos es fundamental para lograr la salida”
Se cumplen 50 años de la fundación de la Organización de la Unidad Africana (OUA) y repasamos algunos de los logros y retos que este continente ha tenido a lo largo de su historia con Juan Carmelo García, Presidente de IEPALA y conocedor de la realidad del continente negro desde hace décadas.
El 25 de mayo se celebra el Día de África en honor a la OUA aunque puede que sea una fecha que Naciones Unidas utiliza para “quitarse la mala conciencia por no solucionar los problemas” en el continente africano durante décadas y “tratar de vincularlo con lo que queda pendiente y no se ha hecho”. Juan Carmelo García, Presidente del Instituto de Estudios Políticos para América Latina, Asia y África (IEPALA) que lleva vinculado a éste desde mediados de los años 50 y se ha recorrido medio mundo “para aprender de él”, es lo que primero destaca de la celebración de este día.
A sus 78 años, licenciado en Economía Internacional, Ciencias Políticas, Filosofía y otras tantas disciplinas, comenta sus experiencias de aprendizaje consciente de haber vivido en un momento clave de la historia. En el magíster de Políticas y Éticas Públicas para la Democratización y el Desarrolloque se ofrece desde IEPALA, su casa, y al que acude día a día para “construir y de-construir conocimiento” con su alumnado, se muestra enérgico y anima a reflexionar y encontrar la manera de cambiar las reglas de este juego llamado “sistema-mundo”. Es precisamente su bagaje, su sabiduría y su constante sentido del humor lo que embelesa a toda persona que se arrime a él no sólo para escuchar su recorrido de lucha y casi revolución sino para aprender y aprehender del compañero y maestro Carmelo, como le suelen llamar sus alumnos y alumnas.
Ha trabajado en casi la mitad de los países africanos desde sus comienzos con IEPALA, allá por 1955, con el siempre objetivo de profundizar en los cambios ocurridos en este continente. Recuerda que comenzaron en el año 1956 a estudiar la independencia de Marruecos y Túnez y a partir de ahí, dieron seguimiento al resto de procesos políticos y sociales que se fueron dando. “De hecho, la ‘A’ de IEPALA se pone precisamente por África”, evoca mientras echa la vista muy atrás.
Sentado en su despacho saturado de libros y donde entran y salen sus compañeros y compañeras sin previo aviso, se remonta hasta la colonización, que se consolida a finales del siglo XIX con la Conferencia de Berlín y que “legitima la conquista del territorio e invasión de los pueblos”, porque sin este periodo no se entiende lo que hoy es África. Para Carmelo esto fue un crimen que ni siquiera hoy día concibe Europa y que por ello se inventa gran parte del mundo de la cooperación.
Ya en la Conferencia de Bandung (1955) se advirtió de que los países colonizadores se tenían que marchar y contribuir a reestructurar cada uno de los países colonizados. Incluso, explica el profesor con entusiasmo, “cuando surgió la Teoría de la Dependencia, en relación a la distribución de la economía mundial, la trasladamos a África con la idea de ser nosotros dependientes de este continente, sobre todo desde IEPALA, en lugar de que lo fuesen los países africanos de las colonias”.
Y tras la colonización, llegaron los movimientos de independencia de los países del norte africano, de entre los que Carmelo destaca a Argelia y su guerra de liberación (entre 1954 y 1962) como el caso más traumático y en el que más costó establecer grupos de trabajo para su estudio; después la doctrina del neocolonialismo y todo ello mezclado con los distintos procesos de descolonización que ya se habían dado en América Latina.
Apoyados en los movimientos de liberación (en cuya tendencia algunos misioneros españoles se alinearon) de países como Mozambique o Zimbabue se empezó a difundir lo que pasaba en África ya que “alimentarnos de ella nos parecía que era la manera de aprender y dar a conocer la situación del continente”. Y es que plantear su historia desde la lucha de los pueblos les impactaba y fidelizaba con ellos, aunque también “dio pie a cometer barbaridades en los proyectos posteriores”, asume con algo de resentimiento.
Fue, una vez pacificados los países africanos, cuando se centran en la elaboración de proyectos “de lo que hoy llamamos de desarrollo” bajo la visión anticolonial y democratizadora que desde siempre ha perseguido el Instituto.
La desconexión y construcción de alternativa
El apoyo internacional con África no ha conseguido los objetivos de desarrollo marcados a pesar de la cantidad de recursos, tanto económicos como técnicos, que se han invertido. El continente aún tiene hambre, enfermedades mortales, le faltan escuelas, sigue empobrecido… Tiene todas las desgracias acumuladas que están totalmente vinculadas a la infraestructura económica, política, social, cultural, tecnológica… que generó el colonialismo.
“Ninguna de éstas les pertenecen, son ajenas y extravertidas, están elaboradas hacia fuera y las que le son propias, fundamentalmente las rurales, están muy enfrentadas con las urbanas”, argumenta Carmelo para añadir que “esta situación únicamente se podría solucionar si los países aplicasen inteligentemente, cosa que no es fácil, la desconexión. Cómo desconectarse del sistema capitalista internacional, cómo desconectarse del sistema capitalista interno y cómo construir una alternativa diferente de carácter socioeconómico que genere sujetos políticos distintos”.
Y es que la creación de sujetos políticos, “desde ellos y ellas y para ellos y ellas”, es fundamental y prioritaria en el discurso de Carmelo para lograr “la salida”. Es importante que las colectividades africanas tengan conciencia de la creación de estructuras no dependientes según las características de cada pueblo ya que los conceptos de desarrollo, modernidad o cultura superior adjudicados en el continente son de corte occidental.
Aún así, el economista cree que los actores regionales son también importantes en la transformación de África pero que en estos momentos no hay ninguno con capacidad para lograr la autonomía del continente, lo que da lugar a falta de liderazgo internacional. “Hay unos países que lo podrían conseguir, como Sudáfrica, ya que tiene una estructura de Estado mucho más consolidada que otros, pero también genera problemas como dominación económica a sus vecinos, entre otros asuntos”.
Tampoco hay que olvidar la fuerte penetración de grandes empresas que están extrayendo sus mejores recursos para la creación de productos que alimentan al mundo, por lo que en ese sentido, Occidente no va a soltar a África. “¿Cómo va a soltar Canadá las minas africanas, cómo Monsanto dejará las explotaciones agrarias si son terrenos enormemente fértiles y tiene a gente a su servicio por nada?”, se pregunta Carmelo con indignación. Además, tal y como se ha demostrado “los estados africanos no tienen mucha capacidad de echar a estos conglomerados empresariales porque, posiblemente, las capas corruptas también se están beneficiando de ello”.
El papel de la cooperación
La cooperación internacional podría jugar un papel importante para la transformación del continente si se tuviese voluntad al respecto ya que es el canal que puede generar conciencia universal, solidaridad para el aprendizaje y puesta en marcha de procesos de emancipación estructural, “pero tendría que ser una cooperación diferente a la que hay ahora porque desde que se oficializó está tergiversada”, afirma con rotundidad.
Carmelo mira al pasado con nostalgia y se pregunta por qué los movimientos de liberación africanos terminaron como lo hicieron, copiando la forma de Estado que venía de fuera, asumiendo una cúpula, imponiendo un régimen concreto, “que muchas veces fue de partido único dictatorial”, y en lugar de eso no siguieron expulsando del todo a la occidentalización/colonización. Cree que así se podía haber conseguido un cambio y un estímulo mucho mayor que contribuyera a la emergencia de los pueblos.
Pero a pesar de todo considera que ha aumentado mucho el nivel de conciencia de lo que pudo haber sido y no fue con las independencias y de las frustraciones que se generaron con ellas. “Esa lección se ha aprendido, esa toma de conciencia existe y emergen grupos, no mayoritarios, conscientes de que es posible que el pueblo organizado vaya tomando más poder. Y yo creo que es ahí donde se debe centrar la cooperación internacional, sabiendo que eso lleva consigo seguir oponiéndonos a los Estados, a los grupos de poder, al capital…”.
Aunque su casa, IEPALA, forma parte del mundo de la cooperación internacional para el desarrollo (sin saber del todo qué es eso del desarrollo), no duda en mostrar sus críticas porque considera que la ayuda prestada hasta ahora es cómplice de lo que ha sucedido y de lo que sucede en África.
Propone que se empiece a romper críticamente con “el sistema” y se creen comisiones de servicio real para los pueblos africanos, colectivos conscientes y organizados con voluntad de luchar lenta y prolongadamente por la emergencia de un África diferente. “Pero no dicho en abstracto, sino en algo concreto”, aclara para recordar las Primaveras Árabes y la necesidad de que se consoliden la de Marruecos, Túnez y Egipto y también se dé algo parecido en Argelia.
Ve con buenos ojos a la cooperación Sur-Sur que, aunque lleva muchos años realizándose “ahora se está destacando”, pero la ve con las mismas dimensiones que “el gran tinglado” de la cooperación aunque “no nos oponemos seriamente ante estos procesos”.
Y aunque lo serio no es que vaya del todo con el carácter del compañero y maestro Carmelo, sí le sirve para recordarnos la necesidad de conmemorar a la Organización de la Unidad Africana sabiendo que aún existen muchos retos en África cuyo rumbo debería tener en cuenta las astillas en su historia así como las actuales necesidades de sus pueblos y de esos sujetos políticos que, activos y conscientes, transformen su suerte en un continente auto-determinado y totalmente independiente.
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