¿Qué pinta Guinea Ecuatorial en el COP22?

Desde el Pico Basilé

Por Jonathan Gil Muñoz

Director de ElGuadarramista.com

El viaje del dictador a la reunión internacional responde más a una acción de propaganda que a un compromiso en la lucha contra el cambio climático

¿Qué es exactamente lo que ha ido a hacer el dictador Teodoro Obiang Mbasogo a Marraquech? Sí, sabemos que allí, en esa ciudad marroquí, se ha celebrado recientemente la reunión del COP22, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la reunión que debería haber puesto en marcha lo firmado en el Acuerdo de París, pero la actual Guinea Ecuatorial ¿puede realmente comprometerse a algo tangible en la lucha por el cambio climático global? Ese es el meollo del asunto, y por eso lanzábamos al lector la pregunta con la que hemos comenzado estas líneas. La respuesta está muy clara, tanto si se responde desde dentro de Guinea Ecuatorial como desde fuera del país centroafricano, otra cosa es los argumentos que subyacentes tras una u otra. Si hacemos caso –o nos creemos infantilmente- a las explicaciones que nos dan los órganos oficiales de la dictadura, Guinea Ecuatorial está al lado de los países que son conscientes de la necesidad de actuar de forma urgente contra la transformación climática que el ser humano está causando a nivel planetario. Pero si atendemos a los hechos y la respuesta a aquella pregunta la realizamos sin el miedo a contradecir el pensamiento del dictador, nos encontramos con una inmensa cantidad de verdades irrefutables que cuestionan muy seriamente cualquier acción bienintencionada de la dictadura en cuestiones tan fuera de su agenda como es el medioambiente, y no digamos su conservación a nivel global.

El oscuro color de los petrodólares

Un país cuya economía gira en torno a la producción de petróleo, que destruye sus bosques sin ningún tipo de piedad, que esquilma las últimas poblaciones de su fauna en peligro de extinción, en el que, por ejemplo, la gestión de los residuos urbanos brilla por su total ausencia, en el que las aguas residuales se vierten a los ríos y al mar sin ningún tipo de pudor –y así una larga lista-, no puede nunca sentarse a la misma mesa que países que sí apuestan por el esfuerzo individual y conjunto contra el veneno que hemos inoculado durante décadas a nuestro planeta Tierra. Es decir, que al final, debemos ser conscientes de que la delegación ecuatoguineana presidida por el dictador, lo único que tenía en mente cuando fue a Marraquech fue hacerse la foto oficial de rigor, tal cual. Una actitud que por otra parte tiene cierta lógica política -pero no ética- puesto que ¿a qué puede comprometerse Guinea Ecuatorial?

Vamos a obviar toda esa hipocresía tan propia de las dictaduras y pensemos en que Guinea Ecuatorial es una república democrática cuyo gobierno, elegido por el pueblo, tiene como principal prioridad el futuro y el bienestar de sus conciudadanos, de todos sin excepción. Sería un país con muchas posibilidades de desarrollo económico, como todos sabemos, con un capital natural importantísimo que aquel gobierno hipotético debería gestionar de forma sostenible. Pero seamos realistas también, el petróleo seguiría siendo, al menos por un tiempo, una fuente de divisas importantísima, ya fuera bajo explotación de empresas multinacionales extranjeras o mediante una empresa estatal cuyos beneficios redundarán en el país. Y pongamos que hay otras industrias florecientes en Guinea Ecuatorial, como la maderera y otra más, la que queramos, con unas emisiones contaminantes a tener en cuenta. ¿Debería Guinea Ecuatorial renunciar a perder todo ese potencial económico por un pacto contra el cambio climático?

Una difícil cuestión de Estado
La respuesta a la pregunta anterior es sí y no, me explico. Es sí por el mero hecho de que vivimos en un planeta de recursos finitos y en el que lo que hace el país vecino me afecta también a mí de forma directa o indirecta, antes o después. Un inciso, no perdamos de vista que los científicos apuntan a que África será el país más duramente golpeado por el cambio climático. Pero, por otro lado, la respuesta es no si el compromiso de Guinea Ecuatorial no es correspondido por todas las naciones del globo, especialmente aquellas naciones en desarrollo. ¿Por qué? Pues muy sencillo, esas industrias que perdería el país se irían al día siguiente de la firma del acuerdo internacional a aquellos países en los que tuvieran el beneplácito gubernamental para seguir con sus actividades empresariales. No es algo irreal o descabellado, ya sucede en infinidad de rincones del planeta y es precisamente este punto el que está impidiendo, en gran medida, un acuerdo planetario serio y duradero.

Estamos por tanto ante una situación muy compleja, pero he aquí que también es cierto que Guinea Ecuatorial, como ya hemos apuntado antes, tiene en su patrimonio medioambiental un recurso tan potente que, con una buena planificación, podría ser el motor económico del país. Con una apuesta decidida por el eco-progreso, sí que Guinea Ecuatorial puede acudir a cualquier foro internacional sobre medio ambiente con el convencimiento de estar recorriendo la senda correcta y olvidándose de los “postureos” antes los flashes de las cámaras. Pero claro, para eso hace falta conciencia.