EL CONFLICTO PRESENTE
Los casos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia Católica en Guinea Ecuatorial son constantes y son pocas las víctimas que deciden romper el silencio por miedo a las represalias que podrían sufrir. María Estrella Akaba, guineana de unos 38 años, trabajadora independiente, ha tenido que esperar 22 años para hacer público su testimonio, el cual Diario Rombe comparte con ustedes.
Toda esta serie de casos, permanecen impunes no sólo por el amparo del Estado, si no que también por el de la Iglesia Católica, y otras Congregaciones religiosas que conociendo su existencia, prefieren hacer caso omiso de la situación.
María Estrella tenía tan sólo 16 años cuando sufrió la violación de parte del sacerdote José Luis Mangue Mba, que la marcaría para el resto de su vida, naciendo fruto de ese mismo acto, una niña, que desde su nacimiento hasta los 11 años, fue educada por la familia materna de la víctima, la cual la formó de manera ética y correcta, llegando dicha niña ahora en su adultez a ser una estudiante universitaria que con mucho esfuerzo costea su carrera.
Durante la redacción de esta historia, Diario Rombe contactó vía Whatsapp con el hombre, que en calidad de verdugo de la integridad de su víctima, empleó su fuerza para saciar su necesidad sexual en el cuerpo de una niña de 16 años, ante lo que le preguntamos, si es que era consciente de lo que cometió en el año 1995.
El sacerdote José Luis Mangue, en su respuesta, manifestó:, “usted tiene en sus manos una acusación, proceda como juez a recoger todos los datos de parte del acusador, fijar la fecha del juicio y, yo, con mi abogado, acudiré con mi abogado. Si queremos hacer las cosas en serio. Si no lo que me dice puede parecer un chantaje al que usted, peseta dos en Guinea, no debe prestarse. Aunque ya me siento de entrada condenado” – corrigiendo – “usted, respecto en Guinea quiero decir…”.
Junto a lo anterior, el eclesiástico Mangue Mba expresó que “hoy y siempre sentiré un apreció por usted -refiriéndose a Diario Rombe-, nunca me permitiré un insulto por usted, diferencias a parte. Y usted lo sabe como todos mis antiguos alumnos”. Con estas palabras, el sacerdote intenta religar una afectividad inexistente, debido a que ninguno de los administradores de Diario Rombe ha sido jamás pupilo de este hombre, como también poseemos como cuerpo editorial un criterio humano lo suficientemente desarrollado como para poder juzgar objetivamente a un individuo por sus actos, independiente de su afiliación religiosa, utilizada en este caso como un intento de fuero argumental.
“Sólo me queda decir que cuesta hablar y discutir cuando por principio si siente anónima mente [uno se siente anónimamente] acusado, amenazado, chantajeado, insultado… Si el objetivo es destruir a las personas, no me importa porque no significo nada en este país y la Iglesia Católica a la que pertenezco es todo menos digna” – expreso el sacerdote, concluyendo su breve conversación con Diario Rombe, con la advertencia que “todo lo que usted dice de mí. Las descalificaciones también. Los delitos vamos a probarlos. Parece que usted se ha metido en un problema del que me esperaban. Vamos a agotar todas las situaciones. En Guinea a ella y en España a usted. Vale todo lo que dicen de mí”.
UNA HISTORIA DE ABUSO E IMPUNIDAD
Retrocedemos hasta el año 1995, donde María Estrella Akaba era una adolescente de 16 años cuando fue internada en la Congregación San José María Gay, en Bata, Región Continental de Guinea Ecuatorial, la cual entre los años 1993 y 1995 tenía el nombre de San José de Gerona.
En el Convento, estaban internadas unas 15 niñas menores de edad que soñaban con convertirse en monjas, siguiendo el ejemplo de las eclesiásticas de la congregación. Según relata la víctima en varios vídeos que han sido entregados a Diario Rombe como prueba de su testimonio, el sacerdote José Luis Mangue Mba, de la Catedral de Bata, era el encargado de oficiar las misas a todas las internadas de la Congregación.
En adhesión a lo anterior, el sacerdote organizaba partidos de fútbol junto a las niñas y otro tipo de actividades, mostrando siempre un perfil empático y de sana convivencia. “Yo como muchas éramos unas colegiadas que simplemente escuchaban las orientaciones e instrucciones del Padre José Luis, e incluso en aquel entonces yo era el ojito derecho de la hermana Elisa” relata la víctima, evidenciando un clima de confianza y fraternidad que luego habría de romperse por completo.
En efecto, María Estrella Akaba le comentó a la Hermana Elisa -monja del convento-, que quería aprender a conducir, y esta a su vez se lo comentó al eclesiástico José Luis Mangue Mba, quien se ofreció a enseñarle a la joven alumna a manejar un vehículo en la práctica, intentando con esta oferta un mayor acercamiento a la muchacha. A parte del oficio de las ceremonias religiosas, José Luis Mangue, según relata su víctima, “incrementó su presencia en la Congregación para impartir las clases prácticas de conducir, pero con el tiempo ciertos acontecimientos que sucedieron provocaron que todas las colegialas fueran enviadas a sus respectivas casas, con la promesa de que seríamos convocadas de nuevo a reincorporarnos”.
Tal como estaba previsto, cada una de las alumnas regresó a sus hogares. María Estrella Akaba, quien mantenía su residencia en las viviendas sociales del Barrio Caidasa, junto a la carretera del Aeropuerto de Bata, continuó recibiendo las visitas del sacerdote, en el contexto de las prácticas de conducción.
“Una tarde vino a buscarme para practicar como todos los días, en vez de llevarme hacia la carretera del aeropuerto, me llevó a la ciudad, dando varias vueltas en toda la ciudad de Bata y luego me llevó a un barrio donde estaban construyendo el nuevo seminario de Bata” -atestiguó la víctima, prosiguiendo en su declaración que-, “detuvo el vehículo escusándose que se iba a orinar. De un momento a otro, se abalanzó sobre mí y empezó a quitarme la ropa y me violó”
Tras los deplorables hechos, la entonces menor de edad amenazó con denunciarle ante su familia y la Congregación San Jose María Gay, pero -tal como relata la víctima-, “después de abusar de mí, me dijo que podíamos mantener la relación como si fuéramos una pareja normal, ya que la primera que iba a pasar vergüenza era yo . Añadiendo la joven que, “lo comenté a mi madre y se puso furiosa”. “Él me recordó que estas relaciones eran normales en Guinea Ecuatorial y que todo tenía que ser a escondidas sin contar a la gente lo que ha pasado”.
María Estrella Akaba recuerda aquellas palabras de su madre cuando ésta tuvo conocimiento de la violación que había sufrido su hija – “no me metisteis a la niña en la Congregación para quedarse embarazada de un sacerdote desgraciado”-, ante lo que el Sacerdote recomendó a la adolescente que abortara, mientras, “muchas chicas fallecían en la clínica del famoso médico Montaño”. – médico abortista que atendió a una serie de jóvenes sin cumplir con los estándares médicos de sanidad y salubridad. A pesar de la mala reputación de la clínica y del doctor que trabajaba en ella, Jose Luis Mangue Mba decidió llevarla allí, pero como se exigía un responsable, en este caso que su acompañante firmara un consentimiento al ser ésta menor de edad, decidió retroceder y volver a casa.
De esta manera, la muchacha de 16 años violada por José Luis Mangue Mba, persona en la que alguna vez confió, continuó adelante con su embarazo. “En aquella época estaba estudiando en el Instituto, cursando Quinto Libre porque tenía asignaturas pendientes. Me fui al pueblo para dar a luz y cuando nació la niña, vino la familia del sacerdote a visitar al bebé, pero él mismo no acudió por vergüenza” – relata la víctima.
Dos meses después del nacimiento de la niña, María Estrella Akaba entregó la bebé a su madre, pues tuvo que trasladarse a España, país donde cumplió los 18 años. La hija de la víctima ahora tiene 21 años y Diario Rombe ha contactado con ella. Esta, nos ha relatado las dificultades que ha tenido y sigue teniendo para conocer en persona a su padre. Según la madre de la joven, “las veces que hemos intentado contactar con José Luis Mangue para que cuide de su hija, siempre amenaza con interponer denuncias ante las autoridades judiciales”. Así, cada vez que María Estrella Akaba exige responsabilidades al padre de su hija, quien en el pasado la vulneró en su integridad, es amenazada por esta misma persona, la que llegó a contestarle que, “mis abogados te van a tapar la boca en Guinea Ecuatorial; tienes que ser mi amante”.
“Yo quiero que esta historia se sepa porque no quiere reconocer a su hija, si hay que hacer una prueba de ADN, que se haga y tengo todas las pruebas que demuestran que es su padre, un ingreso de 1.000.000 Fcfa para pagar la manutención de su hija, mensajes y llamadas de Whatsapp para informarse del estado de su hija” – afirma decidida la alguna vez vulnerada joven, con un férreo espíritu de búsqueda de reivindicación.
En Junio de 2016, María Estrella Akaba consiguió, durante un viaje que realizó a Bata por motivos de trabajo, reunirse con el sacerdote José Luis Mangue Mba, para hablar sobre la situación de la hija que tienen en común.Acordaron entre los dos pagar 4 millones de francos Cfa para sufragar los gastos de matricula de la niña que está estudiando en China, cada uno pagaría la mitad. El 4 de julio de 2016, según un extracto bancario al que ha tenido acceso Diario Rombe, José Luis Mangue ingresó 1 millón de francos en la cuenta de María Akaba y hasta la fecha no ha vuelto a realizar ninguna nueva transferencia, siempre condicionándole para mantener relaciones sexuales, si es que quiere que se haga cargo integralmente como padre.
En la mencionada conversación que hemos tenido con la hija del sacerdote, la cual en este momento se encuentra en China, ésta nos relata que la primera vez que intentó comunicar con su padre fue en el año 2003. “Desde que nací viví en el pueblo con mi abuela y en ese año me trasladé a Bata para pasar las vacaciones con la hermana mayor de mi abuela y una de mis abuelas menores me llevó a visitarlo. Desde ese día no volví a verlo, de hecho podemos cruzarnos por la calle y no podremos reconocernos” – expresa la joven respecto a la inexistente relación con su padre.
De esta forma, la hija de María Estrella Akaba, creció junto a su abuela, hasta que en el año 2008 se trasladó a Malabo donde vivió un año con la hija menor de su bisabuela, para luego en junio del 2009 viajar a España para encontrarse por primera vez con su madre. Fue en 2014 cuando la hija de María Akaba intentó nuevamente contactar con su padre. “Yo me fui de vacaciones a Guinea Ecuatorial despues de la selectividad y durante mi estancia en el pueblo, me dijo mi madre que José Luis Mangue Mba quería hablar conmigo. Creí que por fin podríamos quedar, pero al final no pudo ser porque el señor estaba demasiado ocupado como para ver a su hija de entonces 18 años”.
La hija de José Luis Mangue no supo nada más de él hasta el año pasado, cuando éste se comprometió a pagar los gastos de su formación académica. “Era difícil hablar con él e incluso se sentía demasiado molesto como para contribuir en nada. Le mandé como dos correos y sólo me respondió a uno. Luego le estuve llamando pero ya no respondía a mis llamadas o directamente saltaba el contestador. Hasta hoy, no sé nada más de él”.– comenta la hija del sacerdote, con evidente molestia.
La estudiante, nos comentó además que se le fue confesado en su mismo seno familiar, la situación de su violenta concepción, expresándose en los siguientes términos: “… y con respecto a que soy fruto de una violación, pues no sé, me lo había dicho antes una de mis abuelas, pero no lo creí. Pensé que era un simple comentario porque nunca antes me habían hablado de este asunto, pero de repente entendí todo el comportamiento de ese hombre. Preferí pensar que no se avergüenza de lo que hizo o simplemente es su naturaleza de una persona que no vale nada” – Frialdad analítica comprensible de la joven, debido a que está obligada a asimilar el perfil inconsciente de su padre, que la niega desde la más torpe y obtusa condición humana.
EL VELO MÍSTICO, LA INSTANCIA DEL VICTIMARIO
La cantidad de casos de abuso sexual asociados a diferentes instituciones religiosas en el mundo, es por lo bajo alarmante, siendo en los países africanos, entre los que se resalta lamentablemente Guinea Ecuatorial, donde la impunidad está establecida prácticamente por ley, frente a casos de abusos sexuales en diferente grado.
No se está afirmando con esto, que no existan miembros de alguna congregación religiosa que posean en efecto un comportamiento ético y honesto, si no que, se exige con urgencia, que si se desea obtener el respeto de la comunidad, no sólo debe existir un perdón de palabra, de parte de aquellos miembros con perfiles más sociales y comprometidos, si no que también las mismas respectivas congregaciones en cada caso, deben iniciar con excomulgar a aquellos miembros que cometan delitos, de ésta o cualquier índole.
Conocemos que difícilmente el aparato judicial, Iglesia Católica y los medios de comunicación del régimen de Guinea Ecuatorial van a reaccionar positivamente a favor de la persona afectada, es más, en base a las declaraciones del mismo José Luis Mangue, se anticipa que se intentará interponer un castigo a la víctima y a todos aquellos que la apoyamos, como la editorial de Diario Rombe, por encontrarnos en el proceso de la difusión de la verdad y la reivindicación ante los hechos. Esto, como diario, lo aceptamos y confrontamos, con la decisión de entregar todo el apoyo necesario a María Estrella Akaba y su hija. Desde septiembre de 2016, José Luis Mangue Mba se encuentra en Italia, desde donde mantiene su nula empatía con la niña que en un pasado violó. Desde esta editorial, llamamos a los guineanos y a la comunidad global a mostrar empatía con la situación de María Estrella Akaba y su hija. Se trata de una historia que no es ajena a ninguno de nosotros, que, o hemos vivido, o sabemos de alguien que dentro del contexto del respeto hacia la figura que representa alguien con un cargo eclesiástico, ha debido mantener silencio frente a un abuso, que está corroyendo a nuestros niños y jóvenes, perpetrado exactamente por aquellas personas que debiesen representar los valores afectivos de la cristiandad.
Así, como somos agudos y severos a la hora de juzgar al Régimen, debemos serlo igualmente con las congregaciones religiosas de nuestro país, porque, principalmente, son ellas las que tienen un contacto más directo con las nuevas generaciones, por lo que no podemos seguir manteniendo una actitud de ingenuidad frente, a lo que son, en muchas ocasiones, sus horrendos actos.
Sacerdotes, monjas, párrocos, todos ellos deben ser juzgados de la misma forma en que es juzgado cualquier ciudadano, y tratados de la misma manera en que es tratada una persona, es decir, en base al historial de sus actos. La hermana Elisa lo supo más tarde, pero también la echaron de guinea y la mandaron a otro país..
José Luis Mangue debe responder por lo que ha hecho.
2 Comments
Es la guinea que nos ha tocado.
Este hombre le conocemos en bata se folla a todas sin preservativo.