Por: Sir Lucky Dube
CIUDADANO Y COMUNICADOR
«Siempre parece imposible hasta que se hace.» —Nelson ‘Madiba’ Mandela.
Es habitual que en el doce de octubre de todos los años se produzcan entre familiares, amigos o conocidos comentarios y conversaciones que aluden de un modo u otro a esa fecha. Los discursos suelen ser, o parecer, más variopintos; pero yo, básicamente, los reduzco a dos. Por un lado, están los que celebran la efeméride más como PDGEistas que como ecuatoguineanos. Por otro, hay quienes sostienen que la fecha no es digna de celebración porque marcó el inicio de los regímenes nguemistas –los únicos, por cierto, que han regido en nuestro país en los últimos cincuenta años… cuarenta y ocho, para ser exactos–. Quienes opinan lo segundo aducen como argumento lo nefastas que han sido las dictaduras respectivas de Macías y Obiang. Pero en lo que a mí respecta, siempre digo que la ‘in’-dependencia es la única buena noticia que se ha producido en nuestro país en todo lo que llevamos de ‘in’-dependientes. Sin embargo, con independencia del uso que le hayamos dado a nuestra ‘in’-dependencia –valga la redundancia–, creo que la fecha debe servirnos para recordar y homenajear a quienes, a riesgo de su vida, lucharon por legarnos una tierra algo menos colonizada. Aunque sólo sea por esa razón, el doce de octubre me parece una fecha conmemorable. Que no triunfe nunca el olvido. «Porque fuimos, somos; y porque somos, seremos».
Hablando por teléfono con amigos, de este tema y de algunas cosas más, me he pasado la primera mitad del día. Y ahora; con la soledad, el silencio y la noche como testigos, estoy pensando en lo de casi siempre. En Guinea Ecuatorial. En lo que fue, en lo que es y en lo que todo parece indicar que será… Así que aquí estoy dándole a la tecla, a tan sólo unas horas de que se acabe el día que nos parió.
Los cuatro gatos que me conocen saben que soy un pesimista confeso; a tal punto que si fundara un partido político seguramente se llamaría Partido Pesimista. Pero una cosa es el pesimismo y otra, muy distinta, es el fatalismo. Es evidente que nuestro país atraviesa por momentos de gran pesadumbre, con horizontes nada esperanzadores. Son tantos los problemas y se vislumbran tan pocas soluciones que la sociedad guineana, y en especial su juventud, está quedando atrapada –si no lo está ya– en una espiral ya no de pesimismo, sino de fatalismo. La cancerígena idea de que no hay salida o solución posible a nuestra situación está haciendo metástasis entre nuestros jóvenes y se extiende también por el resto de capas de la sociedad. Lo cual es comprensible, porque casi cincuenta años de dictaduras son muchos años… Muchos años de pobreza, vicios adquiridos, malas decisiones y mala gobernanza. Y todo eso, como es natural, acaba minando la moral del personal, dando como resultado el hartazgo, el hastío y la desesperación en la que está sumida la sociedad. Este artículo es, por tanto, un alegato contra el fatalismo y, también, contra la resignación.
Esta vez, además, quiero dejar de manifiesto que el futuro NO está escrito; por mucho que parezca que sí, no lo está. Y me hierve la sangre cada vez que compruebo que ese mensaje ha calado hondo en nuestra juventud. Un joven de 25 o 30 años no puede ni debe permitir, bajo ningún concepto, que se le convenza de que el futuro está definido; porque el futuro lo tienen que hacer esos jóvenes. Eso es algo que debe grabarse a fuego en el corazón y la mente de todos los guineanos, sobre todo los más jóvenes. El futuro de Guinea Ecuatorial estará determinado por la actitud del pueblo guineano; por lo que hagamos, por lo que no hagamos y por lo que permitamos que se haga. Aunque no sea tarea fácil, no debemos permitir que los mecanismos que nos han arrastrado hasta donde estamos hoy, dictaduras mediante, nos lleven al convencimiento de que nos han construido un mundo en el que no tenemos más salida que continuar inexorablemente un camino ya marcado por otros. No es así para nada; insisto, aunque casi siempre lo parezca.
Tenemos una sociedad fragmentada entre ganadores y perdedores; entre pedegistas y no pedegistas, éstos últimos en clara minoría. No se vislumbra en absoluto un atisbo de libertad. Nadie tiene la impresión de que las cosas puedan llegar a ser diferentes; como mucho, alguno fantasea en sueños con la idea de que en un futuro más bien lejano –cuando no utópico– las cosas podrían llegar cambiar a mejor. Y realidades como la de que Alí Bongo vaya a seguir gobernando en Gabón después de cometer fraude electoral y asesinar, ejército mediante a su población, no invitan precisamente al optimismo. Vivimos, por tanto, convencidos de estar en un túnel sin salida. Pero el futuro no está escrito.
Nuestro futuro, en buena medida, también dependerá de nuestra comprensión, entendimiento e interpretación colectiva de todo lo que nos ha traído hasta el momento en que nos encontramos. Y de cómo, partiendo de esa interpretación, emprendamos acciones y tomemos decisiones de cara al futuro. En los tiempos que corren, en Guinea todo el mundo tiene más o menos claro que a Obiang le quedan, por así decirlo, dos telediarios. Pero, al mismo, está demasiado asentada la idea de que el régimen que suceda al de Obiang será resultado de las luchas fratricidas que se produzcan como consecuencia de las pugnas por el poder dejado por Obiang. También hay quien comprende que el siguiente régimen dependerá de la posición –o, mejor dicho, de la imposición- que tomen las potencias occidentales y sus multinacionales con intereses económicos en nuestro país. Sin embargo, nadie contempla para nada que el pueblo guineano, o una parte de él, pueda tener algo que decir. Nadie incluye entre sus pronósticos la posibilidad de que ese pueblo pueda querer decidir su suerte y ser dueño de su destino. Y eso no hace sino poner de manifiesto, por mucho que nos cueste admitirlo, que nosotros, el pueblo guineano, somos y hemos sido cómplices de nuestros dictadores; porque son, ni más ni menos que eso, nuestros dictadores. Entre muchas otras cosas, los dictadores son posibles por nuestra estupidez, nuestra vileza, nuestra congénita docilidad y nuestra activa militancia en el nacionalconformismo.
Debo decir también que uno de los elementos que suelen y pueden hacer que el futuro pueda no ser lo que parece que tiene que ser es la política –palabra muy corta que, sin embargo, lo abarca todo–. Por eso; para quienes se dedican o quieran dedicarse a la política, para quienes no se dedican ni están interesados por la política, incluso para quienes abominan de la política, quiero decirles que la política es la única herramienta que tiene la sociedad para transformar la realidad. Por eso animo al pueblo guineano a que se interese por la política, a que haga política; porque en caso contrario, otros seguirán haciendo política por nosotros. El pueblo debe encontrar la manera de asumir la responsabilidad de su propio destino. No podemos seguir consintiendo que Obiang, sus lacayos y, en algún caso, la oposición sean los únicos depositarios del devenir de nuestro país. Si lo consideramos necesario critiquemos a los políticos y a sus partidos. Critiquemos a opositores y obianguemistas, critiquemos el uso o la utilización que unos y otros hacen de la política en nuestro país; pero no renunciemos a la política como instrumento o herramienta de transformación. Con la política se hacen planes o modelos educativos, se hacen sistemas sanitarios, se promueven servicios sociales, se crea empleo, se hacen muchas cosas positivas. Aunque hasta ahora sólo hayamos conocido su rostro malo, que también lo tiene, como todo lo que depende de la miserable condición humana. Por lo tanto, recordemos siempre que la política, en tanto que elemento de transformación, es algo hacia lo que ir, y no algo de lo que huir.
Somewhere in South Africa
Sir Lucky Dube
¡One Love!
XII/XXII/MMXVI
P.D.: ¡Feliz día de la ‘in’-dependencia!
1 Comment
Hola Sir, hacía mucho que no leía sus metáforas pesimistas y no fatalistas, aunque poca diferencia he encontrado en este bonito relato sobre las festividades del 12 de octubre. Vamos, una cosa es cierta, tampoco en los EE.UU todos festejan a unísono el 4 de julio, ¡quizá porqué no!. Y qué decir de la misma Sur África, visto que estamos, ¿los boéres o afrikaners festejarán la misma in-dependencia que celebran nuestros hermanos habitantes de Soweto?.
Lo que has dicho sobre la política puedo sí compartir mucho, aunque no he entendido bien si está invitando a los políticos trabajar para resolver los problemas de la población o…A propósito, no sé que edad tendrá Sir Lucky, porque creo que también algo se ha hecho en Guinea Ecuatorial durante estos 48 años y, claro, queda mucho por hacer, por eso comparto la idea de la política como instrumento o herramienta de transformación; en efecto, las transformaciones que se registran hoy en el país son fruto de «algo similar a la política», caso contrario hablaríamos de otras cosas sin mencionar a PDGE u otros, porque existen y hacen su trabajo en la medida que pueden. Repito, se puede hacer mejor.
Gracias