INFIERNO EN EL PARAÍSO. Por Inongo-vi-Makomè

INFIERNO EN EL PARAÍSO. Por Inongo-vi-Makomè

INFIERNO EN EL PARAISOPaseando por las calles de diversas ciudades de España, venimos observando un fenómeno que no se daba anteriormente, el de la presencia en muchas esquinas, de jóvenes negros africanos convertidos en mendigos, y otros arrastrando carros metálicos que llenan con lo que recogen en los cubos de basura. Lo que más llama la atención es la edad de esos chicos: Son muy jóvenes, muchos de ello/as a penas alcanzan los treinta años…

 

En la época de la España de bonanza económica, el panorama era diferente. Lo que se veían eran grupos de jóvenes negros en las plazas públicas, y, a medida que pasaba el tiempo, el volumen de esos grupos iba disminuyendo. La explicación era sencilla: algunos de sus componentes habían conseguido empezar a trabajar y ser explotados ilegalmente en el campo o en la construcción, con sueldos de miseria. Pero era algo. El paraíso europeo, aunque sin acabar de parecerse a lo que les habían hecho soñar, les proporcionaba por lo menos esas “migas” que sacudían los amos de sus mesas… Ahora es diferente. Se vive un puro infierno en pleno corazón del Paraíso. La situación es grave y dramática, e invita a  que se haga algo con urgencia.

 

Cuando años atrás empezó esto que se ha venido llamando  la crisis económica, algunos lo consideramos desde el principio el fin de un ciclo; el derrumbe de un imperio. El imperio europeo. El imperio de Occidente. Y a medida que van pasando los años, el tiempo nos da la razón cada vez más. Por eso, aún cuando la situación pueda mejorar algo en algunos países como España, Grecia, Portugal… dentro de una o dos décadas (según pronostican los expertos), estos jóvenes mendigos africanos que arden en el infierno en el mismísimo seno del paraíso, no podrán tan siquiera recoger las gotas de agua que echen los ricos desde su edén para aliviar el escozor de sus quemaduras, como ocurría en tiempos atrás. Ya no tendrán esa suerte,  porque esas gotas de agua-migas, no alcanzaran ni a los millones de los propios nativos que cada día ingresan en el club de los pobres y ya arden como el resto de los “condenados de la tierra” en el infierno dentro de su propio paraíso.

 

 Los gobiernos y otras entidades de África deben actuar con toda celeridad para  remediar el drama de estos ciudadanos. Hay que olvidar el rencor que se les guarda por haber osado aceptar la expulsión de la que fueron víctimas en su día, por la pobreza y la miseria de sus tierras. Era inevitable, las luces del paraíso que les predicaban centellaban entonces con todo su esplendor  invitando a su conquista. Hay que olvidar como sea ese pasado. Las autoridades africanas deben elaborar con urgencia proyectos para fomentar el retorno de estos ciudadanos suyos, garantizándoles como mínimo el  transporte de vuelta a sus respectivos países; y otros proyectos de disuasión que  convenzan a  futuros aventureros de que el fuego del infierno de la pobreza en África no quema más que el que arde en el mismísimo paraíso europeo. Nadie mejor que esos “condenados de la tierra” de vuelta a casa, para corroborar esta realidad a sus hermanos y posibles candidatos a víctimas de engaño.

 

La duda que nos queda a algunos es si el otro paraíso, el del cielo, nos reserva también una sorpresa parecida. No olvidemos que la idea de la existencia de ambos paraísos nos fue inculcado en su día con sangre y fuego por los mismos extranjeros que nos vencieron y nos dominaron, los europeos. Quizá la enseñanza de los mensajes para su conquista fuera algo diferente, pero no lo era su convicción. No podemos dejar de imaginar que algún espíritu de un muerto africano, atrapado y frustrado por el engaño en algún lugar del paraíso celestial, esté lanzando con la misma desesperación (como lo estoy haciendo yo ahora, aquí bajo y a los vivos), un SOS de urgencia a los demás muertos que han quedado en tierra de África…

 ¡Sí, reconocemos nuestra equivocación y pedimos que los nuestros ayuden a esos jóvenes desamparados…!

 Barcelona, 27/4/2013

 Inongo-vi-Makome

(Escritor y dramaturgo)

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