Poco o nada tienen que ver las características de Wakaso Mubarak con las del futbolista canario por excelencia. Más bien representa la antítesis de la técnica y del toque y tal vez en su condición de exótico por Las Afortunadas el ghanés se ha metido en el bolsillo a la afición del Gran Canaria.
Despedido por el sector de la Naciente al grito de ‘Wakaso Balón de Oro’ tras su sensacional eliminatoria de Copa del Rey contra el Eibar, poco a poco ha ido ganando adeptos hasta convertirse en el nuevo ídolo del estadio canario. Incluso Quique Setién, técnico de Las Palmas, reconoció que descubrió un diamante en bruto frente al conjunto armero.
Le ha encontrado acomodo en el flanco izquierdo por delante del pivote con libertad para subir y bajar la banda y para que haga gala de esa potencia, electricidad y desborde que le definen. Toda una sorpresa su contribución en esa posición de interior porque Wakaso aterrizó en Gran Canaria para cubrir el puesto de mediocentro por la lesión de Javi Castellano y ahora es el responsable de que jugadores como Momo o Nauzet vean los partidos desde el banquillo, al convertirse en un indiscutible en el once. Aporta justo lo contrario que escasea en la productiva cantera canaria, siendo perfectamente compatible lo uno con lo otro en el verde.
Dentro del estilo de Setién, que evoca al de Las Palmas de los 70 y 80, aparece a chispazos como un león indomable porque tan pronto te sorprende con una carrera de área a área, con una ruleta más propia de Zidane, como llega pasado de frenada a un balón divido. En ese exceso de revoluciones, que Setién intenta templar, está tal vez su mayor debilidad. Su motivación desmedida le hace estar siempre al borde del reglamento y de la amarilla, tanto como el funambulista del precipicio desde su alambre. En total suma ya 12 tarjetas en 20 encuentros, es decir, una media de más de una amonestación cada dos partidos.
Opción de compra por parte de Las Palmas
Pese a sus defectos futbolísticos, tiene el respeto del vestuario. Se presentó como Wakaso, pero rápidamente se le apodó cariñosamente como Waka. Las Palmas ha ganado en consistencia en el centro desde que tiene minutos y el equipo ya no se rompe en las segundas partes, como se pudo apreciar en la victoria liguera contra el Eibar. Un triunfo que sacó al conjunto canario de la zona de descenso en esa lucha que no cesará hasta final de temporada. Aunque los pronósticos de fútbol sitúan a Las Palmas como uno de los principales candidatos a descender, el bloque parece cada vez más seguro de su apuesta futbolística y de seguir un año más en la élite.
Y si se confirma la permanencia en Primera División, Waka tiene muchas papeletas de continuar vistiendo de amarillo. El club de Pío XII cuenta con una opción de compra al final de temporada, tal y como contempla la cesión que se acordó hasta junio con el Rubin Kazán ruso. Se encuentra cómodo en la isla y podría hacer de ella hogar para muchos años más, como ya se lo ha planteado su compañero William José.
